Homofobia detectada

Ayer por la mañana encontré esta imagen en una red social y me sonó espantosa, me sonó a ese asqueroso insulto que siempre he despreciado como insulto, pues hablar de la orientación sexual de alguien para desprestigiarle siempre me ha parecido miserable, vil e indignante.

Es curioso que ese ataque se haga contra alguien a quien se acusa de «homófobo», en lugar de por alguien que considera la homosexualidad una enfermedad (que, incluso en este estúpido supuesto, tampoco sería oportuno usar como insulto).

A veces me encuentro dudando si me parece algo homófobo o machista y ya no sé si es que tengo la piel muy fina o un agudo sensor bien educado para detectar estos comportamientos y no dar por descontado que si viene de alguien afín a mi espectro político no va a ser homófobo o machista.

Así que le pregunté a mi querida amiga Aída, que tiene la piel tan fina como la mía o un buen sensor (que no censor, no me juguetee nadie con el seseo ingenioso), y me gustó saber que ella también lo ve como yo. Sí, me temo que con el tiempo acabaré queriendo estar sólo rodeado (solo y rodeado también) de personas que tengan ese sensor agudo y esa piel que incomoda a quienes buscan mofas simplonas e insultos grosos.

No entro a valorar lo que opina el señor de la foto sobre estas cuestiones pues es alguien con quien no me sentaré jamás en una mesa. Pero de mis afines… 😐

¿Por qué no abrir un taller nuevo de poesía online?

Desde que hemos tenido que enclaustrarnos, me he sentido sorprendido porque no ha habido bajas en los Talleres de Poesía Contemporánea y Escritura Creativa de Clave 53, sino, por el contrario, de manera neta, ha aumentado el número de personas asistiendo a los distintos grupos de manera telemática, en clases que se están realizando mediante Skype.

Talleres Online

Llevo haciendo clases online de Poesía tanto tiempo que no fue complicado adaptarme, ni invitar a la gente a que se instalase lo necesario para ello (después del debate fútil sobre cuál es la mejor plataforma para estas cosas). Además, tenía material preparado desde hace más de 10 años que puedo reutilizar simplificando mi labor a la hora de poner en marcha los talleres.

Y sin embargo…

Siento algo de reparo a la hora de proponer un grupo nuevo de Taller de Poesía Online y no sólo mantener los grupos preexistentes.

¿Por qué no abrir un nuevo grupo de Taller de Poesía online en estos tiempos?

Hay una sensación extraña que no sé explicar, como de aprovechamiento del hecho de que sería algo demandado y fácil de hacer. Pero me resulta, no sé por qué, un poco oportunista.

Quizá estoy haciendo la observación de manera inapropiada, sin pensar en que esa gente que pueda demandarlo no tiene la oportunidad de unirse porque no lo estoy ofreciendo.

No sé.

No tengo una respuesta clara a si hacerlo o si no hacerlo y, de hecho, si, pongamos, se prolongase el confinamiento hasta después del comienzo del curso, lanzaría mi campaña con todas las campanas al vuelo, abriendo todo grupo que pueda abrirse, amén de que a partir del curso próximo, casi con total certeza mantendré un grupo online regular (además de los presenciales) seguramente con un mínimo de 3 o 4 personas.

Y sin embargo…

Siento algo de reparo en estos días. Es usar su necesidad, no sus ganas. Y eso no acaba de convencerme.

Pensando así, está claro que nunca me haré rico.

Algo abochornado

El otro día, mi alumno de talleres y querido amigo Ernesto Pentón me dedicaba en su blog una entrada que me abochornó parcialmente, y la incluyo íntegra en este pequeño espacio propio:

Foto de GiuppeEste es Giusseppe, un tío genial que me ha enseñado un sinfín de cosas y me ha mostrado la libertad de la poesía.

Pero sobre todo me ha enseñado la belleza de su alma que siempre está disponible para la belleza.

Más allá de ser mi profe del Taller de Escritura Creativa y de haber prologado varios de mis libros es mi amigo y un ser humano con una calidez especial.

Amamos a la gente por todo tipo de razones, todas ellas pueden resumirse en una sola palabra: humanidad. Gracias a la vida por permitirme ser amigo de un gran ser humano.

E.

Hace tiempo que renuncié a ser el mejor en casi todo: el mejor científico, el mejor matemático, el mejor filósofo, el mejor filólogo, el mejor poeta, el mejor artista… pero no he renunciado a ser el mejor yo posible. Sigo intentándolo y sé que no es algo terminado, pues mi tendencia (digamos natural) es a no ser tan estupendo y maravilloso como me pinta mi querido Ernesto.

Soy de natural frío y poco empático, casi diría que con ciertas tendencias psicopáticas o incluso sociopágicas. Bastante neurótico y algo esquizofrénico… rencoroso y con una sangre fría que me asusta en ocasiones como cuando me da por pensar lo que haría ante un vecino molesto.

La empatía la construyo desde la razón y me acerco a una empatía que raya en una tolerancia intolerable, como cuando soy capaz de suponer que el pobre presidente de los EEUU quizá tiene algún problema físico que le hace comportarse como cuando la irritación de mis hemorroides me altera el ánimo y el humor, o cuando defiendo la persona de Esperanza Aguirre aunque aborrezca sus políticas.

La calidez la he ido aprendiendo gracias a rodearme de gente cálida que me contagia esa forma de sentir sin pensarlo todo, como mi maravillosa Carmen de quien no paro de aprender a abrazar con una generosidad que jamás soñaré con tener, o mis amistades varias (largo enumerar, Silvie, María, Aída, Jose, Xabi…) de quienes continuar adquiriendo la habilidad de relacionarme con personas que valoran a la persona por sí misma (ese algo indefinible) y no por sus cualidades.

Siento y sé que es algo «artificial» o racional mi construcción como «buena persona», pero no por ello me parece menos cierta, no intento decir que sea una mala persona disimulando, sino que intento ser la mejor versión posible de mí mismo, aunque me cueste no poder ser el mejor de otras cosas, porque a veces es así.

Cuando conocí a mi amiga Sylvie, allá en el lejano 1996, ella me hizo darme cuenta de lo importante de ser una buena persona por encima de consideraciones más, digamos, intelectuales. Y descubrí lo mucho que me quedaba por hacer en ese camino. Y me puse a ello. Y sigo en ello.

Por eso quizá quise poner en mi tarjeta de visita ese jueguito de:
Giusseppe Domínguez
Poeta, Performer, Persona.

Quiero ser la mejor Persona posible. Es mi gran performance en este mundo en el que quiero construir un poema llamado Giusseppe Domínguez que no se distinga en absoluto de la vida que vivo.

Agradezco que haya personas como Ernesto, con una bondad mucho más natural de la que yo pueda tener jamás, que me agradezca el trabajo realizado en esta dirección.

Los datos de «tracking» de las URL

Cada vez que, desde redes sociales o similar, visito un enlace con esta estructura, por ejemplo:

https://revistabravas.jgm.uchile.cl/2020/04/04/29-peliculas-de-agnes-varda-para-ver-gratis-online-y-descargar/?fbclid=IwAR3xjCgTJcCnfpoXYt9f0YkR-8FFGgtTlZX1gJ9PMwNIY0g2FUHavZzxHg4

Me aseguro de quitar la parte en negrita que no es ni más ni menos que información que le sirve al servidor (valga la redundancia), para informarle de datos de navegación.

Es un esfuerzo inútil en tanto «tracking» producido de manera masiva, porque tarde o temprano, mi actividad será trazada como la de cualquier mortal que use Internet, especialmente la 2.0, pero sigo quitándola de cualquier reenvío que haga o cada vez que se me ocurre publicarla. ¡Qué le voy a hacer! ¿Soy un romántico o un guerrillero?

El enlace en cuestión era interesante, así que lo añado por si acaso alguien no sabe copiar y pegar…

Cine hecho por mujeres: 29 películas de Agnès Varda que puedes ver gratis.

Sufre mamón

El sábado tuvimos la mala suerte de compartir edificio con unos energúmenos que decidieron que el confinamiento por coronavirus era el momento ideal para darlo todo en un karaoke improvisado en su domicilio una planta o dos por debajo de la nuestra. No podíamos oír nuestra propia televisión sin subir el volumen a unos umbrales inapropiados para el correcto funcionamiento de los altavoces internos del aparato. Por supuesto, los silencios de la película se llenaban de sus voces de las que también hacen alarde en cada ocasión de agradecimiento a los servicios sanitarios a las 20:00 de cada día, amén de aplausos exagerados y aullidos de lobos en celo.

Tenían puesta una selección de música ochentera que incluía, como no podía ser de otro modo, la flor y nata de la pijería de la época. Y los Hombres G no podían faltar. Voceaban a pleno pulmón:

sufre mamón (un bello y empático deseo

devuélveme a mi chica (dado que es un objeto de mi posesión

o te retorcerás (y me alegraré sádicamente

entre polvos pica-pica (menos mal que la rima fácil no dio lugar a otros ataques o que no conocían el Antrax

 

No quiero aplaudir al lado de esta gente. No me comporto como ellos. En nuestra casa se intenta siempre mantener el nivel de audio tan bajo que tenemos auriculares para uso constante, sin necesidad de cuarentenas en las que mostrar solidaridad vecinal. Es una práctica que debería extenderse y considerarse de obligado cumplimiento para toda persona que diga ser respetuosa.

Por primera vez en mi vida, a punto estuve de llamar a la policía para que interviniesen, pero no quise derivar sus servicios de otras actividades potencialmente más necesarias. Pero el grado de crispación me lleva a pensar que los Hombres G(ilipollas) son ellos y por momentos a tener los mismos deseos carentes de empatía.

 

 

No me hago las fotos que hay que hacerse

Parece ser
que estar en una manifestación
es hacerse fotografías
luciendo un vestuario apto para la ocasión.

Parece ser
que estar en una manifestación
es dar los gritos o consignas
que nos digan que demos
o saltar por los aires salvo que seamos hitler.

Pero a mí se me da mal
hacerme las fotos que hay que hacerse
como cuando no hago fotografías
de los eventos que coordino
para que vea el resto del mundo
que no asiste a los eventos que coordino
que hago muchas cosas
como eventos que coordino
o performances de esas cuyas fotografía
dejan constancia del acto
que no sé si, en sí mismo, se considera importante
salvo que exista reportaje.

Pero a mí se me da mal
obedecer ciegamente
aunque soy bastante obediente
por otro lado
y saltar no está en mi ADN
ni lo soportan mis rodillas
ni mi repugna a las falacias
incluso aunque pueda parecer, visto desde fuera,
que no simpatizo con lo que hay que simpatizar
y me siento desconectado
expulsado sin que me expulsen
o incluso cuando sí que me expulsan
quizá justificadamente
porque quizá no soy rentable
para una lucha completamente necesaria.

Parece ser
que no soy apto
para manifestarme.

Nunca he sido buen participante en manifestaciones
que sean reivindicativas
o que sean recreativas.

Me agobio en conciertos
que superen las 30 personas.
Me orillo en masivas concentraciones
como cáscara de crustáceo arrastrado por las olas.
Me inhibo ante compromisos
que requieran mi simpleza.

Y acabo de constatar que llevo escritas tres
frases que comienzan por «me».

Quiero quitar»me» de en»me»dio
y dejar de estar donde no «me» quieran
quizá porque no soy estratégicamente útil.
No es (soy) tan importante.

¿Soy miserable o soy sencillamente pobre?

Hoy he tenido que dilucidar si comprar en Amazon un par de libros para los talleres de poesía o si comprarlos en una tienda a la que respeto y que me gusta, que se llama Librería Mujeres por la que suelo pasar para comprar variedad de ejemplares a comienzos de curso.

Era un ejemplar de poesía completa de Pizarnik de la editorial Lumen en tapa dura y el otro una antología (bastante completa también) editada por Hiperion, de Alfonsina Storni, ambos para varios de los temáticos en los que vemos obra de sendas escritoras, suicidas y argentinas.

No ha sido complicado encontrar obra suya, afortunadamente, pero había una diferencia de precio de 2 euros totales sobre un coste de 37 o 39 respectivamente en Amazon y Librería Mujeres.

2/37 no llega al 6% de diferencia, pero hoy no he desayunado por no gastarme 2 euros en unos donuts, pues no tenían los de 1€ ni una oferta de 2€/6 donuts. Suelo mirar el gasto que hago hasta este punto, aunque a veces resulta ridículo. Para mí, 2€ son una cantidad «relevante» de dinero.

Aún así, me siento bastante culpable por haber cedido (he cumplimentado los pasos en ambas plataformas web antes de decidirme) ante el gigante estadounidense por unos míseros 2€. Quizá me ha acabado de inclinar el hecho de que el envío por parte de Librería Mujeres era en un plazo de 6 días (aproximadamente) mientras A lo envía presuntamente para tenerlo disponible mañana mismo.

Podía haber, incluso, ido en persona a Librería Mujeres (aunque hay una dependienta que no suele ser muy simpática), pues la distancia entre ese sitio y mi estudio no es mayor de 10 minutos andando… Esto también me hace sentir culpable ante el deterioro del planeta. Jo… tanta culpabilidad me está agotando.

Poemas de Miguel Hernández

No me puedo creer que se estén retirando poemas de Miguel Hernández de un monumento (más que necesario) de homenaje a las víctimas de la represión de la dictadura de Franco en estos momentos.

No me puedo creer que haya debate acerca de si debe o no ser delito la exaltación del franquismo, mientras se protestaba sobre la exhumación de los restos de un cadáver de un dictador y golpista contra la legalidad democrática y se tachaba de agitación populista la ley de recuperación de memoria histórica que permita superar (sí, superar, no airear ni enterrar) una fase de nuestra historia que debería ser unánimemente rechazada o vilipendiada y no «comprendida» cuando no directamente justificada o, más aún, reivindicada. ¿No está amparado ese comportamiento ya en los delitos de odio o en la Ley de Partidos?

No me puedo creer que este texto no se haya deseado respetar como si se negase su veracidad, allende otras cuestiones que también podrían destacarse (y ya se ha hecho y venido haciendo desde hace casi 80 años) sobre otras victimas de un conflicto fratricida.

Finalizada la Guerra Civil, la dictadura del general Franco reprimió ferozmente a sus enemigos políticos. Consejos de guerra carentes de cualquier garantía procesal dieron lugar a numerosas ejecuciones por fusilamiento o garrote vil.

No me puedo creer que no se exija un posicionamiento radicalmente contrario y explícito (tan explícito como se le exigió en su día a Bildu el rechazo de la lucha armada y el alejamiento de ETA) (Noticia de ABC, ni más ni menos), insisto, que no se exija un posicionamiento claro ante aquel atentado contra la República elegida por el pueblo el 14 de Abril de 1931, de manera que ante medias tintas se aplique con rigor absoluto, con todo el peso correspondiente, la criticable Ley de Partidos que sí se aplicó en su momento en Euskadi para justificar la prohibición de los partidos de izquierda abertzale que representaban (electoralmente, tanto como VOX, por poner un ejemplo) el sentir político de un gran sector de la población vasca y que llevó al poder a la alianza formada por el PP y el PSOE que no tuvieron reparos en aquel entonces en permitir gobernar a Patxi López durante cuatro años para impedir que el bloque nacionalista pudiese hacerlo.

No me puedo creer que aparezcan marquesinas con carteles en las calles de Madrid protestando contra lo que consideran adoctrinamiento de género y que bajo un mensaje victimista (por cierto, para cuando critican el victimismo en la parte contraria) esconden a plena vista un delito de odio y un mensaje contrario a la legislación vigente (porque la legislación es la que están cuestionando, sin ser cuestionados por ello, como sí lo es inmediatamente cualquiera que defienda una posible independencia de un territorio que actualmente forma parte de la unidad a la que denominamos españa).

No me puedo creer que la aprobación de la presencia de esos mensajes en espacios públicos esté regulado por administraciones públicas garantes del derecho vigente.

No me puedo creer que todo esto esté pasando en esta comunidad en la que habito por elección de una mayoría representativa (no entro a cuestionar número de votos, ni el modo en el que el sistema está constituido).

No me puedo creer que el alcalde de esta ciudad que recolectó una buena tajada de votos amparándose en la inutilidad de la medida más controvertida de la anterior regidora, el polémico Madrid Central, ahora apueste por una medida como la de fomentar líneas de autobuses municipales (las líneas 001 y 002) gratuitas y que viajen por el centro presumiendo de ser cero contaminantes… después de la batalla cruenta dada y la negación de la existencia de cambio climático provocado (o cuando menos amplificado) por los seres humanos, sumándose a lo que hace menos de un año habrían calificado de medida populista, bolivariana o similar, sin ni siquiera asumir su error que fue incluso llevado a los tribunales (afortunadamente).

No me puedo creer que el ayuntamiento de la capital de este país en el que he nacido no vaya a lanzar un mensaje institucional contra la violencia de género el 8 de marzo, el día internacional de la mujer, dando a entender su innecesaria presencia por omisión, por dejación de responsabilidad, por falta de empatía con una violencia claramente presente en la sociedad en la que habito de manera estructural, cultural y, por supuesto y evidentemente, física.

No me puedo creer que se esté llevando a juicio a alguien por decir cagarse en un ser imaginario más o menos colectivo, más allá de que hiera susceptibilidades pues las susceptibilidades de todas aquellas personas que consideramos que un dios es más o menos lo mismo que la Dulcinea del Toboso no son en absoluto tenidas en cuenta en un país que dice ser laico en uno de los artículos de su constitución (el primero, creo recordar, para más inri). Por cierto, no me puedo creer que se defienda lo que se denomina el constitucionalismo a capa y espada (o a piedras) y luego se ignore que la constitución (que constituye la base o piedra angular de nuestro sistema legal y del estado que se denomina de derecho en virtud de ella) proclama el laicismo.

Me escandaliza sentirme cerca de tantas personas cuyo pensamiento e ideología consiente que las víctimas del franquismo sigan sin representación institucional, que las mujeres sigan considerándose ya suficientemente en igualdad de derechos y protegidas como corresponde a un estado proteccionista como es el nuestro (y lo digo con orgullo) ante discriminaciones en función de su sexo, así como otros colectivos no están lo bastante protegidos de esa discriminación por otros motivos como el religioso, el étnico (vaya, la raza, para quienes aún, con incultura manifiesta, quieran seguir denominándolo así), o la afiliación política.

No me puedo creer que se normalice el hecho de infrarrepresentar los colectivos alejados de la norma hetero-patriarcal (no es una expresión que me entusiasme, pero resume bien lo que se busca por parte de sus defensores y defensoras) y sean ninguneados cuando no directa y abiertamente cuestionados en sus conductas, en sus hábitos, así como permitida toda expresión contraria a los mismos amparándose (¡manda cojones!) en la libertad de expresión.

No me puedo creer que esta sea la realidad que me toca vivir. Y no sepa ni qué hacer, más allá de expresar mi repulsa cuando no mi intolerancia abierta y sin tapujos con estas formas de comportarse la sociedad a la que llamamos democrática y que ampara este odio, este rechazo, esta intolerancia, esta cantidad de injusticias, de desigualdades no amparadas en la constitución a la que se dice desde casi cualquier posición política venerar.

Sé que hay matices. Sé que hay lugar a debate. Sé que hay modelos económicos y sociales que no son los que yo elegiría. Sé que hay sensibilidades religiosas que me resultan algo incomprensibles. Sé que hay parlamentos y en ellos corresponde parlar, como su nombre indica, gritarse, enfrentarse, dar pie a discusiones que acuerden unas posturas con las que puedo no estar de acuerdo, pero que tolero (faltaría más) y acato (no solo por imperativo legal) pues son fruto de la convivencia en un estado democrático pluripartidista.

Pero también sé que hay líneas rojas que no estoy dispuesto a aceptar franquear (en mi humilde círculo de amistades, conocidos, etc):

Si opinas que no es necesaria una ley integral de violencia de género porque consideras que las mujeres y los hombres estamos en igualdad de condiciones, y a esa ley la denominas adoctrinamiento de género, puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Si opinas que la homosexualidad se cura, que los inmigrantes sobran, que España es una grande y libre, e incuestionable en su estructura territorial (cuestionamiento que conllevará un debate), puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Si opinas que el franquismo fue «necesario» o, tan siquiera, «conveniente» para el buen desarrollo de España o bien que las violencias que se cometieron en nombre de Dios, la Patria y la Fe son justificables; o incluso me vale con que consideres que las víctimas de ambos bandos (uno golpista y otro democráticamente elegido, para entendernos), ya es hora de dar por zanjada la batalla y olvidarlo pues no es necesaria una recuperación de la memoria histórica que ponga en su lugar a quién fue quién en aquel periodo, puedes estar seguro o segura de que no quiero que estés entre mis amistades. Ahorrémosnos el enojo.

Facebook y la Protección de Datos

Es gracioso si Facebook no entiende que los datos que yo querría proteger son aquellos que no le doy, pues no es de «terceros» de quien busco protegerme, sino del propio entramado de FaceBook, a quien ya le doy mucha, pero mucha más información de la que creo darle… y contra eso no es para lo que ofrecen protección.

Gracioso o todo lo contrario, pero me ha parecido casi un chiste, un sentido del humor algo sofisticado, este recordatorio del «Día de la protección de datos» en una red social. Casi un oxímoron.

Como cosa curiosa, otra minidiversión más, el mensaje me apareció en el muro de la red social 2 días después del día en cuestión, dejando claro que no es una de sus prioridades…

Esto no es una broma