Un «amigo» homófobo

El otro día le planté a Carmen en su muro de FaceBook esta noticia que me había parecido significativa para el mundo del tango, con un comentario que hablaba de energúmenos que habían asesinado a una mujer por ser lesbiana. Al menos, eso era lo que mencionaba la noticia de Amnistía Internacional donde la leí.

Ten cuidado con las fotos que utilizas, que hay mucho energúmeno en el mundo: Ekaterina era abiertamente lesbiana y daba (abiertamente) clases de tango a parejas del mismo sexo. — me siento cabreado.

Un momento para llorar y un momento para bailar

Ekaterina Khomenko, de 29 años, estaba degollada cuando un trabajador del servicio de limpieza la encontró en un coche con el motor aún en marcha en San Petersburgo a principios de ese mes. […] las autoridades no descartan la posibilidad de que fuera agredida por su orientación sexual: Ekaterina era abiertamente lesbiana y daba clases de tango a parejas del mismo sexo.

ES.AMNESTY.ORG|DE AMNISTÍA INTERNACIONAL SECCIÓN ESPAÑOLA

Acabó generando un amargo debate, dentro de los mínimos del respeto, muy mínimos… con un amigo de mi pareja, de procedencia rusa y argentina. He querido publicar aquí la conversación, sin su permiso, aunque está en una web pública que es FaceBook… así que no lo considero necesario, puesto que no he modificado ni una palabra de las suyas ni de las mías. Salvo alguna corrección ortográfica menor.


Este amigo, de quien prefiero mantener únicamente sus iniciales, dice:

SSR: Estoy completamente en desacuerdo con la noticia, su manipulación y la campaña de desprestigio contra Rusia de la prensa occidental. Se pretende disfrazar la heterofobia occidental (más bien sodomiafilia), con la supuesta homofobia oficial del gobierno ruso. Moscú está poblado de discotecas para lesbianas y maricones. El otro día, y yo casi no daba crédito, en plena escalera del metro de Moscú, vi a una tierna pareja de gordos barbados dándose un beso tan apasionado que entre heteros y en Madrid, también hubiese hecho mella. Que el pueblo ruso, soberano haya votado en un 95% (sus representantes) a favor de una ley que prohibe la publicidad homosexual en los colegios y sus aledaños es un tema a respetar. Nosotros asumimos el fenómeno homosexual, pero dista mucho de hacer virtud de ello. Tolerancia: si, enaltecimiento: no. Si para Europa, Conchita Wurst es su arquetipo de evolución, para los rusos es degeneración y un signo más de la inminente caída del imperio Yanqui-Europeo. Pero, por favor, no dar crédito a estas mentiras con delirio persecutorio.

Y yo contesto:

Giusseppe Domínguez: No tengo nada en contra de los «rusos», sí en contra de la homofobia. Igual que de otras formas de intolerancia para con los otros. Ni tolerancia ni enaltecimiento: condena de quienes condenan.

SSR: ¿Qué pasa si la no tolerancia es votada democráticamente? O por el contrario: si somos adultos, ambos consentimos, y nos amamos profundamente…, yo quiero legalizar la zoofilia y casarme con mi mascota, ¿por qué no? mi perra lo desea!!

Ahhh… lo que no me queda claro es si vamos a pedir que nos concedan el derecho de adoptar… básicamente porque no sabemos si serán cachorros o bebes ¿?

Giusseppe Domínguez: Tu perra no tiene voluntad humana para oponerse a tus deseos. No estamos hablando de violación, sino de relaciones entre adultos consentidas.

Y no, no cualquier cosa que acepte la «democracia» me parecerá correcta. Pero este es un tema que excede la conversación en el muro de una amiga.

De todos modos, no entiendo por qué te das por aludido. Si tienes algún problema de intolerancia a las relaciones homosexuales, pues no las practiques… no hay problema por mi parte. Si te diste por aludido por la generalización a los «rusos», sí, no me parece pertinente, pero ni siquiera en el artículo se pretende decir que todos los rusos sean unos asesinos, sino que ha habido un asesinato en una ciudad rusa por motivos de odio homófobo. Es esto lo que me cabrea.

Por cierto, ambos sabemos que Hitler fue votado democráticamente, pero eso espero que no te parezca suficiente para justificar el holocausto.

No deseo seguir esta conversación en el muro de una amiga… insisto. Si quieres seguir, email a jmdomin@giusseppe.net

SSR: Mi perra tiene voluntad perruna, y si no le gustara, mordería…

Y me doy por aludido por los rusos y por la mediocre corrección política de los lugares comunes admitidos y coreados por toda clase de acólitos lobotomizados.

Giusseppe Domínguez: ok.


No he querido seguir hablando porque me parece absurdo, quizá la pregunta que le debería haber hecho es si él habría hecho lo mismo que hicieron a Ekaterina Khomenko por el motivo que parece que se baraja en la investigación. Es más, si simplemente considera que esa persona no tiene exactamente los mismos derechos que él de amar a quien desea (que a su vez, humano y adulto, pueda corresponderle).

Si la respuesta a esta pregunta hubiera sido «No considero que deba tener los mismos derechos», no habría habido necesidad de continuar la conversación, pero en el fondo, el tono de SSR me hace pensar que él piensa así, y por ello acabé con un sencillo OK.

En ningún momento mencioné a los rusos, ni me preocupó la nacionalidad de ninguno de los intervinientes ni en el suceso ni en el debate. Supongo que él estará sensible (de procedencia rusa) por el tratamiento tendencioso que se está dando al conflicto con Ucrania… pero ni quise entrar ahí. Ese no era el tema en absoluto.

Ahora me barajo entre eliminarlo de mis amigos de FaceBook como hace tiempo hice borrándolo de mis amigos tridimensionales, en carne y hueso, por comportamientos que me parecieron condenables, como agresión (para mí nunca está justificada la agresión física) a su pareja.

Pero quiero seguir siendo «tolerante»… aunque… no sé, no sé…

GPGP

Hace unos días, viendo la serie Orange is the new black, acuñé el término, atribuible a una de las protagonistas, GPGP, imitando el término MILF ( haciendo uso intensivo de él) inventado en otra serie de la misma autora, la interesante Jenji Kohan, Weeds.

Así como MILF significaba Mother I’d Like to Fuck, GPGP es un simple y sencillo GuaPa GafaPasta (por supuesto, también tiene versión masculina sin modificaciones).

Un ejemplo perfecto de este atributo sería el que podría darle a mi amiga querida Aída B. como se puede ver en esta foto junto a su hermanito.

gpgp_aida

A continuación, la chica que inspiró la sigla, la actriz Laura Prepon en el papel de Alex Vause.

Me recuerda a un par de chicas que, en algún momento de mi vida me han gustado. Curiosamente, más con gafas que sin ellas. El primer caso que recuerdo fue el de mi querida Patricia, cuya naricita apenas sujetaba la pasta de las mismas. Su risa cuando se le resbalaban era tan pícara como, al mismo tiempo, divertida y naïf.

Glorieta de Embajadores

He estado dándole clases particulares a un chavalín que al final ha sacado muy buenas notas y ha comprendido que era capaz de conseguirlo sin necesidad de trucos baratos o copiar de un compañero. Tras un proceso de acercamiento, hemos logrado aceptarnos (yo a él, pues intencionadamente no me dejo conocer, para que él no tenga que aceptar lo que seguro que no aceptaría) y hacer de estas clases algo agradable.

Este verano suspendió Física y Química de 1º de la ESO y no parecía que le fuesen a ir mucho mejor las cosas en septiembre, pero se puso las pilas y le di unas cuantas últimas tutorías (muy persuasivas) en las que insistí en la necesidad del sacrificio temporal de placeres vanos para conseguir un fin a medio o largo plazo.

Durante estas 5 últimas sesiones, he estado yendo a su casa caminando, para darme cuenta de que tan solo tardo 10 minutos más andando que en metro. Y es un lindo recorrido de unos 2 kilómetros y medio, dentro del cual recorrer completa la calle en la que nací: Mesón de Paredes.

En una ocasión, llegué tan temprano que decidí tomarme un café en la glorieta de Embajadores y sacar esta fotito para enviársela a mi madre a quien recuerdo recogernos (a mi hermana y a mí) cada tarde a la salida del colegio Legado Crespo una de cuyas esquinas se ve en la imagen, y llevarnos de vuelta a casa, que era un recorrido de, apenas, 250 metros (10 veces menos, curiosamente).

embajadores

Eran otros tiempos, era otra ciudad, casi diría, y la recuerdo con cariño, mucho más gris y descolorida, con predominancia de tonos apagados, ocres, deslucidos, como el triste color de la moqueta de mi habitación, como el humo de la tabacalera, siempre funcionando, como el traje de los agentes de la ley, ilegal, impuesta por un golpe de estado.

Recuerdo el azul añil del uniforme escolar de los chicos y el rojo (encarnado) de las chicas, las corbatas con gomita al cuello para ellos (y ellas) y las falditas plisadas para ellas; los pantalones cortos y los zapatos duros, negros, paramilitares.

Creo que yo era célebre por el desaliño con el que solía terminar las jornadas escolares, aunque esto no lo recuerdo.

Sí que recuerdo comer en el comedor escolar lo que pusiesen y no protestar nunca. Ingerir lo que los seis compañeros comensales solían dejarse por melindres, por asquerositos… o sencillamente porque el huevo frito siempre llegase frío a las mesas. Me encantaban los días en los que había de comer lentejas porque al día siguiente tocaban lentejas con arroz.

Era un colegio de clase media, sin exquisiteces, sin excesos, con mucha moderación, laico, en una época en la que era algo mucho más inusual que hoy en día, que comenzaba a admitir chicos (fui uno de los primeros) en unas aulas principalmente femeninas. Creo que mi madre había tenido algo que ver en mi admisión gracias a que ella había sido alumna del mismo colegio, pero se lo tendré que preguntar algún día para ver si de tanto repetirlo consigo recordarlo.

Y es que la clase media de entonces no era la de ahora, cuando pensabas en clase media pensabas en austeridad, en ropa de los primos, en ofertas para comer constantemente, en hacer cuentas con cada uno de los gastos, en llevar apuntado lo que te habían regalado, para no pasarte, en tomar una aceituna de tapa con un trinaranjus, en ir andando al colegio, en aprovechar cualquier resto de cualquier cosa para otra cosa… El despilfarro (entre la clase media) era casi pecaminoso y fue llegando la democracia y el auge económico y el consumo… y mucha, también mucha, tontería.

Qué raro: Hoy me siento nostálgico, pero sé que fue esa fotografía, que muestra una glorieta centro de mi vida durante más de 10 años.

¿Cuál es mi centro ahora?


Familia

familia Pero a mí me sigue faltando o sobrando algo en esta imagen y es el hecho de que (im)pongan animales de compañía para formar una familia a un ser que, en términos matemáticos, podría ser perfectamente el elemento clave y necesario del conjunto trivial.

Por no decir que recuerdo las conversaciones con Mythreyi, una exnovia hindú que tuve, sobre el concepto de familia casi pluricelular que tienen en algunas partes de la India. Me consta que también en otras partes del mundo la familia se define de muy diversas maneras.

Actualmente, de manera extremadamente racional, si se desea, podemos hablar de familia (innecesariamente) como el conjunto de personas relacionadas entre sí que forman una unidad de medida de la sociedad en la que están inmersas. Como conjunto de personas, es válido desde el conjunto vacío al conjunto total, aunque el trivial, es decir, conjunto de un solo elemento, también sería válido.

Queda por ver, así, la naturaleza de la tal relación pues si es precisa una relación esta ha de ser reflexiva para que pueda tener sentido la inclusión del conjunto trivial en el conjunto de conjuntos denominados familia.

Pero no definida con claridad la naturaleza de la relación en cuestión, toda imagen simplona sobre qué es y qué no es familia carecería de sentido, pues: ¿qué relación se mantiene con un perro? ¿con otro hombre, otra mujer, otro género?

En definitiva: ¿qué importa si algo es familia o no? ¿por qué resulta crucial saberlo, aparte de cuestiones de derechos y económicas, principalmente? ¿necesitamos saber cuál es nuestra familia? ¿es inclusiva, exclusiva?

A mí todo esto me da igual. La verdad. Pero está claro que a muchos les preocupa.

Vagón 22, asiento 72

ICE 1614
Hora 10:16
Día 05/07/2014
HBF Berlín
Rumbo a HH.   11:57
Planta -1
Plataforma 7
Zona D
Clase 2

Al subir
busco mi asiento reservado por 5€.

Aguardo a que un viejo alto y cabezota ocupe su lugar asignado en mitad del coche, a que se decida a hacer algo con su enorme maleta para dejar de obstaculizar el tránsito intestinal del ultramoderno caballo de hierro (y fibra de vidrio).

Unos dispositivos de cristal líquido con luz roja sobre fondo negro indican si el número de butaca está adquirido o adjudicado y, junto a ello, si se trata del anexo a la ventanilla o al pasillo.

Todos los números pares quedan a la derecha según avanzo, mientras los impares están situados a la izquierda. Por alguna razón me parece justificado ese orden por la lógica numérica, sin pensar en el arbitrio subyacente hasta que, casi 30 minutos después, leyendo un relato de Don Delillo, me da por imaginar que una sucesión de números primos sería una, matemáticamente hablando, bellísima manera de ordenar los asientos o la numeración de los inmuebles de una calle, por muy patafísico que parezca.

En el lugar previsto para mi acomode se encuentra una chica relativamente atractiva de, aproximadamente, 35 años de edad con unas perfectamente torneadas piernas que, cayendo perpendiculares, tocan el suelo que habré de pisar.

Con algo más liviano que una sonrisa, se percata de que camino buscando un número muy lejano de ser primo: múltiplo simultáneo de 1, 2, 3, 4, 6, 8, 9, 12, 18, 24, 36 y de sí mismo.

Supongo que, en ese preciso instante, no es consciente de estos detalles aritméticos, no obstante, sí reacciona al hecho de que ocupa mi (lugar) reservado.

Hace ademán de levantarse y liberar el espacio trasladándose, tras superar la minúscula barrera transversal que suele utilizarse cual reposabrazos, al asiento con mucha menor cantidad de divisores que no tenía indicación de estar preasignado en el panel cuya iluminación me había servido para conocer mi correcta ubicación espaciotemporal.

Mi cara, en concreto algunos músculos maxilofaciales encargados de articular el movimiento mandibular y bucal, así como probablemente otros que no recuerdo responsables del entrecerramiento ocular de manera parcialmente instintiva conforman una pánfila expresión que podría confundirse con invitación a continuar en el lugar que no le correspondía ofreciéndole con un lacónico «if you want to keep the window…» que declina en silencio con un cortés desplazamiento concluyendo en el pasillo del vehículo facilitándome el acceso sin dejar translucir un gesto de agradecimiento ni de indignación.

Mientras esta sinfonía gestual viene ocurriendo en la parte frontal de la superficie de esta extremidad conocida como cráneo, en el interior de la misma el menor número par de líneas de pensamiento emergen y divergen en las siguientes direcciones:

1.- ¿Resulta machista esta oferta?

Evidentemente, si hubiese sido un individuo humano de reconocido género masculino no habría ni siquiera pensado en dejar mi asiento bajo sus nalgas pero no lo reconozco como un signo o acto netamente machista pues sé, casi con total certeza, que tampoco habría hecho tal oferta a un individuo de reconocido o aparente género femenino si no me hubiese resultado agradable a la vista o al olfato, o si percibiese una escasa receptividad al agradecimiento o al, llamémoslo abiertamente, flirteo.

2-. ¿Le estoy ofreciendo aquello que disputo últimamente a aquella de quien estoy enamorado a una extraña cuyo posible flirteo no me depara más que 1 hora 41 minutos de entretenimiento y, quizá, el acceso a una conversación que haga llevadera el trayecto a modo de retribución inmaterial por una insolicitada generosidad?

Lo absurdo de que la respuesta a esta extensamente formulada cuestión sea afirmativa aún me parece o resulta peripatético cuando estoy embarcado en el viaje de regreso

(

Vagón 22
Asiento 31
ICE 1723
Hora 20:01
Día 06/07/2014
Hamburg HBF
Rumbo a Berlín (Hbf)   21:49
Planta -1
Plataforma 6(a)
Zona C
Clase 2

)

siendo el día de hoy el que Carmen y yo celebramos nuestro penúltimo «mesiversario» antes de alcanzar nuestro decimoquinto aniversario habiendo alcanzado con ello la cifra de 178 meses juntos que, promediados a unos 30,4375 días cada uno, hacen un total de 5.417,875, que redondeados a números naturales, terminan siendo 5418 días juntos desde aquel beso en la mesa de El Achuri, un par de horas después de las 21:00 del horario de verano en Madrid/Europa lo que deviene en ser la franja conocida como GMT+2.

Día de piscina

No soy muy «de piscinas», pero volver a Madrid sabiendo que no tiene playa implica ciertos sacrificios… y si son como este, pues bienvenidos sean. La piscina municipal de Lago nos tuvo ayer contentos y entretenidos durante casi más de 5 horas por tan solo 5 euros. Y eso que el precio no me pareció baladí, teniendo en cuenta que es una piscina municipal, supuestamente dedicada a los menos favorecidos puesto que los más favorecidos viven en comunidades con comodidades.

La comida, una riquísima ensalada de pasta que hice en casa el día anterior. Completamente dominguero con toques de landismo (habría sido más propia una tortilla de patatas con pimiento).

El camino de vuelta lo hicimos, tras la aparición de unas nubes malhalagüeñas, caminando junto al lago que da nombre a la estación de metro, por el paseo del embarcadero, atravesando el costoso parque de Madrid-Río, bonito, si no se tiene en cuenta la deuda asociada y si no se piensa en lo que se podría haber hecho con el dinero gastado en esa faraónica infraestructura.

El centro de la ciudad nos esperaba con casi cinco grados más de temperatura en los termómetros, una densidad de población creciente tras el periodo vacacional y una película a precio de día de espectador. Vimos la amable cinta titulada Belle, sobre el precio de un ser humano en una sociedad cuantitativa, clasista más que racista que bien podría recordar a las elecciones en las que Obama resultó vencedor.

DSC_1189

DSC_1190

DSC_1191

DSC_1192

DSC_1193

DSC_1194

DSC_1195

DSC_1196

DSC_1197

DSC_1198

DSC_1199

Hoy vuelvo a trabajar

Y sigo sin tener muy claro qué significa qué es trabajar en mi vida. La vida que he elegido se entrelaza con mi trabajo, con mis vacaciones, con mis actividades varias (heterogéneas) lo que acaba redundando en una difícil categorización (elegida, lo sé) de lo que hago.

¿Hoy trabajo? ¿Ayer? ¿Qué es trabajo? Mañana tengo una clase particular pero no creo que ese sea «mi trabajo», aunque algo de dinero ingreso de ello… pero hoy he trabajado mucho más… y no he ingresado nada. Quizá acabe rentabilizando lo que hoy he hecho, pero es tan difícil saber en qué medida…

Pero son las 20:50 del lunes 26 de agosto de 2014 y estoy escribiendo esta entrada en mi diario. Esto es mi trabajo. Esta es mi vida.

Soy lo que escribo y escribo lo que soy… así que esas fronteras se diluyen hasta la nada más homeopática.

Mi jornada laboral son 40 horas a la semana… y un millón de minutos de esos que caben en un segundo.

¿Se entiende?

En el límite de la performance

Hacer una performance consistente en caminar desde el apartamento 180 de la Urbanización Veramar 5, Avenida del Descubrimiento, 5, Puerto Rey, 04621, Vera, Almería, hasta el chiringuito ubicado en la confluencia del Paseo Marítimo, 79, 04630, Vera, Almería con la Avenida del Puerto, 04630, Garrucha, Almería y volver por el mismo camino a una velocidad promedio de 6 km/h, de manera deportiva, ataviado con un viejo pantalón corto de algodón gris, unas deportivas estándar, unos calcetines doblados para acomodarse a la altura del tobillo y una camiseta con el slogan de “No a la guerra” adquirida con motivo de las protestas sociales que se llevaron a cabo en España a raíz de la intervención armada en la invasión de Irak en el año 2003.

¿Por qué está “en el límite” de la performance?

1.- Esta acción no tiene convocatoria pública.

Esto no significa que no sea pública, pero “el público” no está avisado de que está viendo una performance, pudiendo confundir al performer con un mero “footer” o caminante deportivo como otros muchos que aprovechan sus vacaciones para ejercitarse.

Sin ser secreta, no se avisa a posibles interesados salvo por una breve publicación (que, así, la hace pública) en mi blog un par de días antes de realizarla.

2.- Esta acción no tiene componente dramático.

Ni siquiera voy a “permitirme” romper desgarrando esa camiseta significativa que ha recorrido conmigo tanto terreno histórico que es posible que acabe in-intencionadamente desgarrada debido a la fragilidad de un tejido desgastado, casi translúcido (sin referencias veladas a la cámara lúcida de Barthes).

No es que no haya quien realiza performances desprovistas de dramatismo, pero es habitual encontrar cierta tendencia a la espectacularidad vía algún recurso de marcada intensidad dramática (dramaturgia aparte (o no)).

A priori, no es exigible que una performance, para serlo, deba tener o no tener “drama”, pero si se realiza, como en muchas ocasiones, para ganar “audiencia” o su atención, acostumbrada a lo teatral, a lo espectacular, resulta in-ética y|cuando no patética (Ref. Lírica).

La huida ex-profeso de esa componente le resta posibilidades de ser identificada “públicamente” como performance, de modo que la inserta, más aún, en la sucesión de acciones más o menos cotidianas que realizo durante el periodo estival en estas latitudes.

3.- Esta acción es cotidiana.

Aproximadamente 3 o 4 (no 304) de cada 7 días de los 31 que transcurro alojado en el apartamento que mis padres me (nos) prestan para disfrutar de unas merecidas vacaciones, realizo caminando el mismo recorrido con las inevitables variaciones: Cualquier otro día de los que trazo el periplo podría haber sido elegido pero no lo ha sido.

Por momentos, incluso, tentado estuve de dejar este parámetro de la performance, la fecha, a la improvisación y que el día que desease realizarla, lo hiciese sin previo aviso, realzando, si cabe, más aún ese carácter fronterizo con lo cotidiano, incluso para mí mismo.

El hecho de que sea una acción que no se distingue externamente de otra misma le confiere un carácter limítrofe entre lo artístico y lo cotidiano, donde lo único distintivo reside en mí, en algún “lugar” recóndito de mi mente o conciencia que discierne o intiende (de intención) que la caminada de “ese” día es una performance.

Con la sutileza o sutilidad de una “acción ejemplar” con la que guiñarle un ojo a mi admirado Isidoro Valcárcel Medina, esta performance, casi no performática, casi no artística y, sin embargo, casi sin casis, quiere ir un paso más allá de la acción “una mala acción” que se enmarcaba en el VII Encuentro Internacional de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10).

4.- Esta acción no es reivindicativa ni política.

Más allá de la simple lectura de la camiseta recortada para retirar cuello y mangas que mostraban agujeros y rotos que el uso y la compartición con algún lepidóptero habían ido imprimiendo como huella indeleble, esta acción no es política y, al mismo tiempo, es posiblemente la más política de todas las performances que haya presentado o concebido hasta ahora.

4.1.- No reivindico el “no a la guerra” (de Iraq) aunque sigue siendo preciso recordar que esa guerra dista mucho de haber concluido. Además, la ausencia de referencia explícita a una guerra concreta puede leerse en clave más genéricamente pacifista o antibelicista; incluso, antiviolenta.

4.2.- No reivindico el “no al olvido” de aquella ilegal invasión (acorde al órgano legislador internacional más o menos consensuadamente aceptado y/o reconocido) sino, más ambicioso, busco llamar a un posible espectador la atención sobre el olvido de otras guerras, de otras catástrofes humanas o humanitarias, de origen animal, vegetal o mineral, de causas artificiales o naturales, a modo forgianono te olvides de Haití” y, en última instancia, no olvidarse nunca de la responsabilidad como seres humanos y/o ciudadanos.

4.3.- No reivindico el “no al consumo” pero sí clamo por un consumo responsable, sostenible, aunque implique una transformación de los fundamentos socio-económicos del sistema en el que estoy inmerso o precisamente para eso.

De ahí, supongo, estas marcadas referencias “povera” que incluyo en esta performance como en cualquier otra acción de mi vida usando ropa más allá de lo habitual, no adquiriendo recursos o parafernalia específica para cada actividad que pudiera demandarlo.

5.- Esta performance no será registrada (salvo por adelantado).

Mediante este escrito que bien podría haber sido omitido si no fuese por mi voluntad algo didáctica.

5.1.- No haré fotografías de la acción ni de los residuos de la misma, quede como quede la sacrificada camiseta, ni le pedirá a nadie que las haga.

No obstante, no impediré a nadie que tome notas permanentes o impermanentes aunque es poco probable que me vea en tal tesitura.

5.2.- Dado mi interés cartográfico, es posible que represente sobre un mapa el recorrido que habré trazado con una estimación aproximada de la distancia andada o transitada.

5.3.- Por el apego que he ido desarrollando hacia la camiseta usada (que bien podría haber sido otra más afirmativa, como la de I ♥ MALTA, pero el NO rotundo y asertivo de la usada es y ha sido determinante para su elección como prenda de la performance) tomaré alguna instantánea de recuerdo de la misma como ya hice hace un año cuando reflexioné sobre lo revolucionario que era mantenerla en uso.

6.- Esta acción no tiene partitura.

Aunque este texto bien podría serlo con un grado de detalle mucho más exhaustivo o minucioso que la mayoría de las performances que he realizado hasta ahora.

Conclusión:

Volviendo a 3.- (cotidianidad), al día siguiente caminaré en la misma franja horaria (de 10:00 a 11:00) a lo largo del mismo recorrido, ataviado con las mismas vestimentas, pero no, ese día, la misma acción no será una performance.

Quizá, en el fondo de la intención de esta performance fronteriza está la voluntad de dinamitar o desdibujar tal línea imaginaria, tal categorización que mantiene separada la vida del arte o la poesía del poeta, parafraseándome: vivir mi vida como si mi vida fuese un poema, que escribí unos años antes de encontrar la sentencia de Jaime Gil de Biedma: Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema.

Don Creíque y Don Penséque son familia de Don Tonteque

Este era un dicho muy común que solía decirme mi padre. Es normal, puesto que yo me jactaba de no estar seguro de las afirmaciones del mundo, las que el mundo hacía, quiero decir. Supongo (creo) que ya entonces esperaba encontrarme con un libro como Lo Neutro, de Roland Barthes.

Quizá hoy he comprendido que lo que él reprochaba con ese dicho que me sacaba un poco de mis casillas no era tanto mi obsesión reflexiva, mi cuestionamiento permanente de lo dogmático, sino el pretérito del verbo, el imperfecto simple, el centrarse en el pasado y no el presente, en la acción.

Seguiré cuestionándome porque creo que pienso que no es razonable creer y pensar sin dudar.

Y si me hace tener algún familiar tontuelo, pues bienvenido sea.

Me estoy abanicando con billetes de 20 euros

No es ostentación
es constatación
constatando
que un billete de 20 euros
es un papel lo bastante rígido
como para oponer resistencia al aire
y desplazarlo
causando pequeñas corrientes
superficiales
que sirven
para vaporizar
las minúsculas gotas de sudor
y aquellas otras escritas en mayúscula
que chorrean
por mi torso
mientras camino
sosteniendo
con la mano derecha
un arco de arquitectura gótica
y un mapa de Europa
diseñado por Robert Kalina.

Esto no es una broma