Pensamiento salvaje

Ayer

iba en el metro
volvía de Atocha Renfe
y subimos (ahora Carmen y yo) a un vagón
donde había unos hombres
sentados en el suelo
bebiendo una cerveza
claramente ebrios
con un altavoz
en el que sonaba música
a todo volumen

ocupaban espacio físico
y acústico
que los demás
que íbamos en el vagón
perdíamos

no pensaban en mí
no pensaban en Carmen
no pensaban en nadie
salvo en ellos

y me acordé del problema del abusón
y de lo difícil que les resulta
a los que piden algo de dinero
con su música
hacerlo molestando
un poco
o no tan poco

pensé en llamar a seguridad
pero eran pocas estaciones
y acabaría siendo más cansado
hacerlo
que soportarlo

supongo
que un momento de cabreo como ese
no me sorprendió
imaginarles
cayéndose
teniendo un problema físico
para el que pudiesen necesitar ayuda
mi ayuda
y a mí
ignorándoles
negándoles
la mía
viendo su muerte
sin intervenir en lo más mínimo por evitarla
e
incluso
alegrándome
o
cuando menos
no lamentándola

se bajaron en Sol (Galaxy Note)
se les cayó
un euro
y
por supuesto
no les avisé.

Ofertas desmedidas: 52% de Descuento en Taller de Poesía

Uno (yo) ya no sabe qué inventar para seguir impartiendo talleres de poesía, que me encanta, que es lo que más me gusta hacer. Lo intenta y no convoca, lo sigue intentando y lucha contra elementos como armada invencible que se dio por vencida porque no volvió a intentarlo. Claro, era algo denodadamente caro. Si solo hubiese sido una gota de agua cayendo sobre un cráneo…

Este año, lanzo unas ofertas que parecen sacadas de un anuncio de televisión. He copiado métodos marketinianos de los que nunca he sido muy amigo, he usado retórica del ahora o nunca, como si fuese verdad, he olvidado cierta cantidad de reparos entre éticos y estéticos, para enviar este email:

Taller de Iniciación a la Creación Poética
El despertar de la Sensibilidad Contemporánea

Si te apetece escribir poesía en un ambiente divertido, para aprender, crecer y desarrollar tu capacidad creativa… ¡este es tu curso!

Plazas limitadas. Grupos de un máximo de 10 personas.

Iniciación: Todos los Martes – 20:00-21:00
Cuota: 40 Euros/mes
Promociones: 29 €/mes a desempleados, universitarios o si traes a un amigo. 35 €/mes en pago trimestral.
Inform. y Reserva: 655 99 04 13
Coordinador: Giusseppe Domínguez (www.giusseppe.net)
Lugar: C/Carranza, 5, 1 Izda. Metro Bilbao (Escuela El Manantial)

La primera clase se puede probar gratuitamente. Todo el mes de Octubre por 19€.
¡Cuéntaselo a quien creas que le puede interesar!

Para reservar una plaza, responde a este email o SMS a 655 99 04 13 enviando tus datos de contacto.

Los Talleres Presenciales de Poesía de Clave 53 comienzan el Martes 2 de Octubre

Si has realizado talleres de escritura con antelación, puedes incorporarte al grupo avanzado, los miércoles a las 20:00.
Si buscas un taller On-Line, también disponemos de esa posibilidad (vía Skype) que puede interesarte.


Información detallada del Taller de Iniciación a la Creación Poética

Objetivo

El taller conseguirá que escribas poesía con fluidez, encuentres tu voz propia, con la que expresar tu sensibilidad, la que te permite sentir el mundo en el que habitas, el contexto que te rodea y que capturas pero parece escaparse entre las palabras.

Nos vamos a enfocar en esa búsqueda a través de ejercicios basados en la palabra. Pero siempre pensando en la palabra en libertad: palabra poesía. Liberados de normas y patrones, independientes del dictado de la crítica, nos dejamos llevar por nuestro propio sentir para descubrir ese arma cargada de futuro, que, según palabras de Gabriel Celaya, es la poesía.

Compartiremos con otras personas con inquietudes semejantes el taller, para ver, en y con otros, nuestra diferencia. Las posibilidades de aprender de otros se multiplican, viendo cómo va cobrando realidad el sueño de escuchar los textos propios leídos por otros. También incidiremos en la manera de leer nuestros poemas para hallar una forma cómoda y, al mismo tiempo, sólida y segura de darle voz a nuestros textos.

Mediante ejercicios de escritura en grupo, escritura automática y otros juegos que incentiven la escritura, nos liberaremos para encontrar la palabra que no manejamos en nuestro habitual diccionario y que, sin embargo, forma parte de nuestro cotidiano, así como para luchar contra el bloqueo ante la página en blanco, gran pequeño enemigo de todo escritor.

Dinámica de las clases

En todas las sesiones se llevan a cabo tareas individuales, a propuesta del coordinador, que van generando un hábito de escritura que, al mismo tiempo, nos saque del lugar común y que nos vaya conformando en una búsqueda de estilo propio y un compromiso con la labor de creación que nos modifique la vida.

Existirá un acompañamiento teórico, situando las distintas corrientes literarias más actuales así como repasando la creación poética desde su arranque a la modernidad hasta nuestros días. Propuestas de lecturas y la posibilidad de compartir con los participantes los textos que más nos han influido, para comentarlos y darnos a conocer a través del material que nos ha hecho ser lo que somos.

El curso dura hasta Junio. No es un curso homologado. Serás invitado a participar en una revista en la que los alumnos publican sus trabajos y a final de curso se edita un libro colectivo.

Contenido pedagógico

    La libertad creativa. Primer contacto con la poesía.
    El inicio de la contemporaneidad. El contenido poético.
    Primeras rupturas formales. Frontera entre poesía y prosa: prosa poética vs poesía en prosa.
    La dificultad como puerta abierta y no como puerta cerrada: el camino al desarrollo de la creatividad.
    La escritura grupal. El concepto de autoría. Ejercicios variados de poesía en grupo.
    El bloqueo: luchando contra la página en blanco.
    El malditismo. La poesía de la vivencia. Las prevanguardias.
    El lado oscuro de la poesía: liberándonos de nuestra autocensura.
    Decadentismo, Parnasianismo y Simbolismo. La Poesía en Francia de fin de siglo XIX.
    La precuela de las vanguardias literarias: el romanticismo. El despertar de la sensibilidad poética.
    Proyectos de poesía fusionada con pintura y otros recursos misteriosos.
    Una idea fija: La poesía pura.
    Poesía y política. El Poeta de la revolución. Futurismo ruso.
    Relaciones entre las vanguardias artísticas y poéticas. El surrealismo.
    La inspiración y el compromiso con el trabajo. El diccionario de lo cotidiano.
    El estilo propio. La experimentación como búsqueda.
    La selección de poemas. Proyecto de libro de poesía. La publicación de la intimidad.

Recuerda:
La primera clase se puede probar gratuitamente. Todo el mes de Octubre por 19€.
¡Cuéntaselo a quien creas que le puede interesar!

Para reservar una plaza, responde a este email o SMS a 655 99 04 13 enviando tus datos de contacto.

    Un saludo,
    Giusseppe Domínguez
    655990413
    poesia@clave53.org
    www.clave53.org

PS: No imprimas este email si no es necesario. El medio ambiente te lo agradecerá.


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Asociación Cultural Clave 53
info@clave53.org
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Nota Legal (y no sólo)
En cumplimiento de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y Comercio Electrónico, así como de la LOPD 15 31/12/1999, te queremos comunicar que tu dirección de correo electrónico figura en la base de datos de la Asociación Cultural Clave 53. Te enviamos este mensaje informativo sobre las actividades que organizamos porque, o bien en algún momento nos has facilitado tu dirección de correo electrónico, o alguna persona pensó que podía interesarte el contenido de nuestros mensajes.
Además de la citada ley, siempre has tenido derecho a que te borremos de nuestra base de datos enviándonos un correo electrónico a la dirección borrarme@clave53.org.

Y ahora lo hago llegar también a mi diario, a este blog por si llega a más gente… no. Eso no será así. Quien lee este diario ya me conoce y sabe que me da por saco (ahorraré exabruptos) enviar esta publicidad tan llamativa que acaba por ser chillona. Pero son medidas algo desesperadas por seguir haciendo algo que me apasiona. Y eso lo defenderé, incluso por encima de mí mismo… 😉

Una mala conexión a Internet

Después de varios años, hemos decidido cambiar de ISP (Internet Service Provider) desde Jazztel a Orange, intentando hacer un poco menos de gasto, ya que también tenemos móviles de Orange y había una buena oferta de ahorro mensual al combinar las altas de línea ADSL y una de móvil.

Así lo hemos hecho, pero hemos empezado con mal pie. No tenemos conexión a Internet ni telefonía fija (que ya va por Internet (VoIP), en el caso de Orange). Aunque se supone que el alta era efectivo a partir de ayer por la mañana.

A veces parece tremendo, pues paraliza un poco la actividad febril que llevamos a cabo en la red y gracias a ella. Por ejemplo, tengo que interrumpir mi trabajo en el proyecto de las lenguas, porque casi todo el material está en Internet. Ni que decir tiene que son épocas en las que convocar para nuestros talleres y cursos regulares a nuevas personas interesadas, mediante el tedioso trabajo de envío de emails que muchos consideran masivos y correo no deseado. Es la parte de este trabajo que menos me gusta. De hecho, es la única que diría que me disgusta. Estaría dispuesto a subcontratarla si pensase que puedo evitármela sin gastar demasiado en ello.

Pero también, el no tener una buena conexión, permite que nos dediquemos a otros menesteres también importantes: me he terminado la novela que estaba leyendo (Los Idus de Marzo de Thornton Wilder) y tengo tiempo para pensar en los proyectos que voy a comenzar en este nuevo periodo 2012/13, como el contenido detallado de los talleres de escritura, las colaboraciones con algún que otro colectivo de performers, el trabajo conjunto con mi buen amigo pintor Iván Araujo que me ha propuesto un libro entre los dos, lo que me llena de orgullo y alegría, pero me hace sentir cierto temor de no estar a la altura de su compromiso y nivel profesional, una entrevista con una amiga que hace video-creación relacionada con lo performativo, pero bastante lateralmente, diría yo, y así un buen número de pequeños lunares en la piel de mi actividad que, como en mi espalda, a veces me agradan y, a veces, no.

Por supuesto, a estas alturas alguien se preguntará cómo o desde dónde estoy escribiendo esta entrada en el diario, ese pequeño continuo gran proyecto vital, y claro… desde mi casa. No lo olvidemos, tengo un perfil tan (inmodestamente) variopinto como para saber resolver estos problemillas con un clip de oficina y una radio de galena… así que imagina lo que puedo hacer con un smartphone recién adquirido (gratuitamente… o así) y un puerto USB en mi portátil.

No es la panacea, pero permite que pueda dedicar algunos minutos a escribir, a contar esta pequeña anécdota casera, este desventurado suceso intrascendente, que ha tenido la inmisericordia de molestar a nuestros vecinos, quienes se han visto afectados, posiblemente, por la torpeza de un operario que tomó mal los datos o una orden mal gestionada… (los caminos del señor (ISP) sin insondables).

Ahora tengo que cocinar. La receta, otro día y en otro momento. Será un sencillo salmón a la plancha con una ensalada de garbanzos…

Amigos en blanco y negro o en color

Tengo amigos y amigas (la verdad es que la mayoría de las veces son amigas) a las que quiero mucho, a las que añoro, vivan donde vivan, incluso aunque vivan a la vuelta de la esquina y me obsesiona no perderlas o, lo que es lo mismo, temo perder.

Es un miedo que mi padre me inculcó hace años cuando, seguramente sin mala intención, me dijo que cuando te vas haciendo mayor te quedas únicamente con tu familia y «los amigos» desaparecen. No solo se refería a que morían, estoy seguro, puesto que entonces él era más joven y sus amigos no fallecían. Ahora comienzan a hacerlo… pero también los familiares, no obstante.

Sin ninguna mala intención, pero con muy mala leche, hizo que quisiese llevarle la contraria, quisiese impedir que esto me ocurriese a mí: mis amigos (as) no desaparecerán.

En primer lugar, me encargué de asegurarme que mi pareja entendiese esta fijación, esta enfermedad por defender a capa y espada mis amistades, como si fuesen el verdadero tesoro que puedo llegar a tener en vida. Y di con Carmen, que, aún más que yo (le he llegado a decir que de manera insana) mantiene a sus amigos, sus vínculos, sus nostálgicas, en ocasiones, relaciones.

Así que esta cuestión estaba resuelta. He visto a muchos que, tras unirse en parejas, dejan de tener amigos de manera individual, como si eso de la amistad fuese tan arbitrario como para poder elegir un grupo entero del que amigarse (una pareja, una familia, un otro colectivo…). A mí no me pasará lo mismo.

Y adopté a algunas amigas como hermanas, como esa que parece que no tenía (tengo una con la que siempre me había llevado mal… hasta que empezó a ser la madre de mi sobrino). A algunos amigos como referentes, como espejos, como alter egos, creo que, incluso, comencé así a ser mi propio amigo.

Pero de entre todos mis amigos, tengo algunos que son en blanco y negro. No sé muy bien cómo explicar esto. No se trata de que no los quiera, sino de asumir que no tienen mucho color, que su forma de ser es un tanto gris, con matices, claro, pero gris. Son amigos que, a veces, me entristecen, como un día de lluvia. Y me encanta la lluvia.

Y otros amigos son en color. Sí, casi seguro que es una forma plausible de clasificar tipos de personas.

El otro día caminaba con unos amigos en blanco y negro y encontré a una recién conocida chica claramente en color y fue como un rayo de luz entre los espesos nubarrones. Agradecí encontrarla especialmente por el contraste, ese contraste romántico, patético, que recuerda una madonna iluminada por el sol filtrándose sobre las vidrieras azules en mitad de un ábside claustrofóbico de paredes de granito.

Y pensé en esto de los amigos en blanco y negro o en color. Tengo incluso alguna amiga de color tan intenso que podría decirse que está saturada, con el contraste desajustado, subida de tono… algo, en resumen, chillona.

Siento que algunos de estos amigos en blanco y negro me ven de esta manera, como si su blanco y negro fuese una forma de color en la que el mío resulta grotesco, payasesco, bufónico, histriónico. Siento que se sienten apabullados, sobresaltados por el despliegue casi pavorealesco de colorines que notan en mí.

Y yo, sin embargo, me siento tan apagado al lado de mis amigos y mis amigas en color…

¡Ay! ¡Relativismo!

Relativismo.

Frase de Idus de Marzo

Cayo Julio César (en Los Idus de Marzo, de Thornton Wilder) dice:

«Los poetas, y únicamente ellos, emplean todo lo que son en cada momento de su obra».

Y me encanta pensar que voy por buen camino. Cada momento de mi vida lo vivo como si fuese parte de una obra por crear. A veces querría que fuese más sencilla, pero es la que quiero hacer y la voy a hacer tal y como deseo hacerla. O no.

Me ha gustado compartirla en FaceBook y ver que tiene repercusiones positivas. Quizá este sea el camino: ser positivo, más positivo, más de cosas que me gustan y menos de cosas que no me gustan, aunque sea más o menos lo mismo…

Ahora, a cenar.

Mes y medio de vacaciones

O casi.

Mis vacaciones casi no lo son y mis no vacaciones casi no son no vacaciones, lo que equivale a decir que casi son vacaciones. Tengo una borrosa frontera que divide días laborales de no laborales. Trabajo todo el tiempo, como aquel que decía que trabajaba mientras dormía (un escritor surrealista francés cuyo nombre ni recuerdo ni quiero buscar, citado por Breton en el Manifiesto Surrealista). Trabajo mientras camino por la playa, buscando un nuevo método de publicar en este diario, trabajo mientras leo (y he leído bastante este mes y medio) incluso aunque las lecturas sean o pretendan ser más entretenidas que formativas, trabajo mientras hablo con Carmen sobre nuestros planes, y planificamos, planificamos…, trabajo mientras asisto a una exposición de una alumna de un taller de poesía online en Garrucha, que me gustó más de lo esperable, todo sea dicho; trabajo desde Colmenar, desde Vera, desde Madrid, buscando nuevos temas para mis talleres de escritura, para mis eventuales talleres de creatividad, acepto clases particulares de matemáticas desde la costa almeriense, y cuando vengo a Madrid, hace ya más de 10 días, sigo trabajando… buscando maneras de convertir esta ciudad en un lugar más lleno de poesía.

Pero no escribo.

Procuro no escribir. Se me escapa un poco mientras hago alguna anotación junto a alguno de los libros que estoy leyendo. Pero poco más. Nada en este diario, nada en otros formatos, tampoco emails, nada en papel, por supuesto, salvo alguna postal.

Tampoco, durante estos días, he seguido haciendo o trabajando en mi proyecto actual de «Las Lenguas». Intento estar ocioso. Descubrir el placer del aburrimiento. Descubrir la necesidad de volver a mis tareas cotidianas, a mi rutina, a la que intento desde hace años construirme. Y cuando consigo aburrirme hasta ese punto, adoro la vuelta, adoro este retorno a mi hogar, a mis tareas, a mis labores, a mis lenguas y mis clases, mis talleres, mis amigos, mis amigas, mis emails, mi diario diario, mi escritura…

¡Qué dulce la vuelta cuando se adora a lo que se regresa!

Incluso disfruto de un rato de ausencia de Carmen, un breve receso en nuestra presencia compartida. Ella se fue a su pueblo natal y yo quedé en el mío, en esta enorme villa manchega. Y la añoro, la añoro y mensajeo, telefoneo, esperando ansioso su regreso y disfrutando ansioso su ausencia.

Adoración, ansia, añoranza, rutina y producción, parece imposible unir todo esto, pero es así, así es… adoro mi vida con ansia hasta el punto de añorar la rutina de mi producción.

Quizá comience un audio-blog

He estado pensando en la posibilidad de aprovechar el tiempo que deseo seguir usando en caminar en realizar pequeños aportes grabados en este diario.

Si cuando lo comencé tenía mucho que ver con el diario de Soren Kierkegaard, con el paso del tiempo se va pareciendo más a las ensoñaciones de un caminante solitario de J.J. Rouseau. Y sin que mi mente sea comparable a la de ambos, quizá mi voluntad sí lo es.

Tengo pensado grabar en el móvil con un manos libres y después recortar lo interesante, quizá escribir un pequeño texto descriptivo del audio correspondiente y, a continuación, crear la entrada o entradas del día, como cada día hasta ahora.

Pensé inicialmente en usar ese audio en un software de dictado que lo convirtiese en texto, pero quizá ha comenzado el tiempo en el que el soporte de un diario o de unas ensoñaciones puede ser multimedia. Sí, incluso para un poeta, pero uno que, hostil en parte a las nuevas tecnologías, no las desdeña, ni las ensalza, las usa como usaría un teclado, como habría usado un teclado Shakespeare, de quien he comprado sus obras completas en un puestecillo en la playa… ¡qué cosas!

Aún no descarto ese formato más tradicional, pero no descartaré la idea del audio-blog, del diario sonoro, del repositorio de mi voz directamente, como si estuviese en una conversación con otros, con los lectores que empezarán a ser oyentes… o quién sabe qué.

De momento, sé que me está costando retenerme para no publicar nada durante mis «vacaciones». Hoy hago una excepción.

La ineficacia adelgaza

Ayer me decidí a escribir este lema en FaceBook para observar un rato la reacción de los lectores. Es curioso, todo el mundo parece tenerse por eficaz.

El caso es que, claro, yo, que soy parte de ese mundo, también me creo muy eficaz. De ahí que sostenga que estoy engordando debido a mi alta capacidad organizativa que me permite trabajar con el mínimo esfuerzo. ¡Qué morro! y todo por no hacer deporte…

Se me da bien pensar antes de actuar hasta el punto de trazar mentalmente el recorrido óptimo en distintas circunstancias, como para recoger un calcetín del suelo con un solo paso desde la cama o para cruzar la calle no ya en diagonal, que sería rápido, sino en una curva más sofisticada que minimice, al tiempo, el riesgo de ser atropellado, dependiente, no obstante, de la densidad y cantidad de tráfico en sentido perpendicular al cruce.

Por no hablar de la habilidad de escoger tareas pendientes que tengan en común un punto del recorrido que realizar una única vez para no desperdiciar viajes, caminadas, ni siquiera idas y venidas a casa… así que no tengo que hacer muchos esfuerzos para comprar un libro, ir a la compra, enviar una carta, dar de alta una cuenta bancaria y, de paso, saludar a alguna amiga.

Pero es una habilidad que, de un tiempo a esta parte, estoy empezando a ver como inútil, es más, como contraproducente, pues me obliga a pensar, a posteriori, en la realización de algún ejercicio complementario fruto de no haber realizado el más mínimo esfuerzo (bueno, el mínimo sí). Así, tengo que pensar en un ejercicio físico como ir a un gimnasio o una piscina o, incluso, salir a caminar ex-profeso, porque en mi día a día soy perfectamente capaz de reducir mis caminadas al mínimo (y menos mal que carezco de medio de transporte individual más o menos motorizado).

Así que he decidido comenzar a ser parcialmente ineficaz. Ayer fui a por una medicina para una amiga y, después, volví a casa, para enviarla en un sobre que no había cogido y llevado conmigo, así que tuve la oportunidad de subir las escaleras (ahorrar en ascensor, luz y carencia de ejercicio físico). Luego rellené la carta y fui a enviarla, junto con un DVD y, aproveché para ir a la frutería. Podía haber vuelto a casa entre ambas actividades, pero la ineficacia es una gran consumidora de tiempo y no me dejaría hacer nada más… aunque… eso ya lo sabíamos.

Me cuesta tanto ser ineficaz, tengo tan interiorizado el actuar pre-pensando, que opero maquinalmente, casi como un algoritmo optimizador… tan poco humanamente… o no?

Y todo el tiempo recuerdo las imágenes de la maravillosa y sorprendente e-Wally, en la que los ciudadanos van de acá para allá en un cochecito que tiene todo lo que necesitan al alcance, literal, de su mano, con lo que engordan, engordan, engordan…

Y poco a poco me he ido convirtiendo en uno de ellos.

Voy a probar a subvertir el proceso. Al menos en verano, al menos en la época en la que caminar se hace más difícil por causas ajenas a mi voluntad… (por decirlo así).

Voy a echar al correo una carta que podrían venir a recoger con una llamada. De paso, es posible que me dé un paseo hasta el parque de El Retiro.

Y mañana… ya veremos.

María ha dado a luz

Pablo
ha nacido hoy
y le toca celebrar su cumpleaños número cero
o los 9 meses de su concepción
o el nacimiento.

Jens me ha informado
de un parto en mitad de la madrugada
como si se tratase de un niño que llega tarde a casa
como si se tratase de un niño de mi amiga
que está empezando a imitarla.

Y me acuerdo de una canción maravillosa de Victor Manuel
que voy a incluir en este poema con una canción dentro
como un parturiento conjunto de versos
que me recuerden
que quiero a mi amiga
a mi muy querida amiga
como si fuese
(iba a decir mi hermana, pero más o mejor)
una de las personas más importantes de mi vida
y me alegra tanto que el alma se me arroba
se me alborota
me enorgullece
me abriga de esperanzas
en que algo cambiará en un futuro
con unos padres tan maravillosos como ellos
con unos amigos tan maravillosos como yo.

Les quiero!

[audio:https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2012/07/Victor-Manuel-Para-un-niño.mp3|titles=Victor Manuel – Para un niño]

Para un niño

(Víctor Manuel San José)

Si te conozco bien
que te presiento
aún antes de nacer.
Si te conozco bien
que ya adivino
el color de tu piel,
escasa la nariz
como era yo,
la boca y el mentón,
sé como son.

Si te conozco bien
nada me extraña
porque yo te inventé.
Conté con la mujer
que te alimenta
entre dos pudo ser.
Conozco tu perfil
lo que te hace reír
y esa fuerza interior
para vivir.

Si te conozco bien
tan apacible
vegetando sin ser.
Si te conozco bien
que me desvelo
por tratar de aprender
a darte un biberón,
cambiarte o descubrir
un diente florecer
desde anteayer.

Si te conozco bien
que soy tu amigo
implacable y feroz.
Si te conozco bien
que tus defectos
son la suma de dos.
Si te conozco bien
no hay que premeditar
al fin luego serás
como tú quieras ser.

(1976)

Dedicada a Jens y María, con todo mi cariño.

Identidad virtual

Personalizamos y nos identificamos con dispositivos, como cuando decimos que me he quedado sin batería como si mi móvil fuese todo mi yo, como si realmente tuviese o tuviésemos (pasar de plural a singular es para disminuir la omnipresencia de mi ego) una batería química que se carga y se descarga aunque no queda nada claro de qué manera se almacena esa carga (presumiblemente) energética.

Nos cargamos en vacaciones, nos descargamos en el trabajo y, alguna vez y es más grave, con algunos amigos nos descargamos…

Decimos estar sin conexión o frases como no tengo cobertura (y no de la seguridad social) como si uno de nuestros dispositivos encargados de conectarnos o cubrirnos no lo estuviese haciendo, pero ¿a qué nos conectamos?

Y entonces surge lo sorprendente: respondemos que nos conectamos a Internet o a una red de telefonía móvil y nos olvidamos de que eso es solo el medio y no el fin: ¿a qué deseamos conectarnos? ¿a otros dispositivos o a otros seres humanos?

Confundimos el medio con el fin (en temas económicos es aun más obvio y dañino) y lo peor es que acabamos olvidando el fin, nos quedamos sin objetivo y nos agobia que no funcione el medio hasta que, habida cuenta del error mencionado, nos sentimos aislados, solos, inconexos.

Pero no lo estamos: basta con mirar a los ojos a quien tienes cerca para darse cuenta de que, con la verdadera conexión, es imposible desconectarse del mundo.

Esto no es una broma