Propósitos

Cada año
junto al mar
Carmen y yo
nos planteamos la siguiente pregunta:
¿Cuáles son tus propósitos para el nuevo año?

Este año
tanto Carmen
como yo
no sabíamos qué responder
salvo desear cierta continuidad
cierto mantenimiento del status-quo
porque ambos
estamos satisfechos
con nuestras respectivas vidas.

Yo
le dije
tengo el firme propósito de seguir siendo feliz
y hacer de ello mi único objetivo en la vida
olvidándome de otros medios más o menos confundibles
con fines
hasta perderse en caminos tortuosos de pretendida búsqueda de la felicidad.

Tengo el propósito
algo novedoso
de comenzar a hacer algo de ejercicio físico
para no sentirme
como en algunas ocasiones
cansado e hinchado
pero es un propósito que ya tuve en verano
y quise comenzar a concretar
pero el gimnasio en el que me apunté
no había abierto sus puertas hasta diciembre
y cuando me di cuenta
las vacaciones navideñas estaban encima de mi calendario.

Tengo el propósito de leer un poco más
o más continuamente
de lo que vengo haciéndolo
pero es reforzar un propósito ya existente y en marcha
así que no sé si cuenta como un propósito nuevo.

Tengo el propósito de ver más a algunas amigas a las quiero mucho
pero tampoco es un propósito muy novedoso
porque es el de todos los años
y todos los años lo cumplo
pero sin excesos
porque también quiero hacer otras cosas
y no podría hacerlas si lo único que hago es ver a todas
mis amistades
por suerte
muy
muy
muy numerosas.

Tengo el propósito de relajarme y disfrutar
más aún
mis talleres de escritura
inculcando la necesidad de la poesía
como arma transformadora del planeta
y creo que vengo haciéndolo
desde hace ya más de una década.
Tampoco parece un propósito propio del nuevo año.

Quizá
algo más innovador en mi día a día
es la invitación
el guante lanzado
por mi amigo Xabi
de participar activamente en su blog
Función de Jota
de divulgación de la química cuántica
y sus relaciones con otras disciplinas
tan aparentemente alejadas
como la poesía
el arte
la filosofía
la política
la antropología
la sociología
o el baile.

Me apasiona esta propuesta que ha motivado
que trajese desempolvando
mis viejos libros de la carrera
desde las estanterías de la casa de mis padres
a mis estanterías.

Pero no sé ni por dónde empezar a ayudarle
a contribuir
y me parece tentador escribir un poema dedicado
a un fotón
pero me interesa más la idea de utilizar principios
mecano-cuánticos
para componer cualquier poema
como podría ser el de exclusión de Pauli
transformando versos en orbitales
y letras en electrones.

///
Hay más propósitos
pero se resumen en uno:
vivir como si me quedasen
3 meses de vida.

friki friki friki

pantallazo

Estuve haciendo esto hasta entrada la madrugada, del día en el que comienzan mis vacaciones.

¿soy o no soy… friki?

Y todo porque el programa con el que llevo a cabo las sincronizaciones o backups (aunque es más correcto sincronización, porque si falla algo estropearé las copias) podía optimizaarse y, además, hacer copias sobre el sintonizador TDT, amén de los 4 lugares donde ahora mismo replica cualquier cosa que haga…

Tenemos un Siemmens Gigaset M750T que es un chismito que sirve para grabar emisiones de televisión digital terrestre. Lo compramos en su momento como decodificador, pero que cada vez usamos menos para tal fin y que, sin embargo, estoy pasando a usar como servidor web y ftp en Internet y servidor NAS (de archivos) dentro de casa, conectado, como está, a la red local.

El aparatejo es un linux mips modificado para esta plataforma, e instalar algo sobre él es bastante complicadito, pero aún así, me salí con la mía de montar un Samba Server y hacerlo accesible desde mi portátil (entre otros lugares) desde donde copio programadamente archivos a una carpeta del disco duro que lleva anexado. Es un disco duro externo, normalito, formateado en ext3, pero que puede reutilizarse con sus 150 Gb para infinidad de cosas.

En la maquinita tengo montado también un ftp server para que alguna amiga (mi friki-colega Aída B.) pueda descargarse lo que le voy poniendo allí saltándonos restricciones de legislaciones más o menos vulnerables.

Pero lo más gracioso es hacer esto a estas horas… hasta las 2:30 a.m. de mi primer día de vacaciones…

soy friki friki friki…

Por cierto, todo funcionaba a la perfección antes de empezar a hacer esto que estuve haciendo ayer, no era necesario en ninguna manera… es lo que llamo: programación poética.

Estoy tentado de reescribir un shell

Es una de esas tonterías que me rondan la cabeza cada cierto tiempo.

Como la de sincronizar sin parar mis archivos… todos, todos, todos… y cada uno… y entre sistemas de archivos molestos que no dejan mantener datos adicionales del mismo, como su fecha de última modificación o su propietario y permisos.

Esta semana rehíce mi syncronizator.sh para que fuese utilizable por Carmen y su recientemente instalado Linux Tango Studio. Optimizándolo para que fuese más modular, lo desglosé en funciones más oportunas… y ahora no puedo dejar de pensar que el mío, el que estoy yo utilizando, no está optimizado… tengo que arreglarlo, aunque, si funciona, ¿qué es lo que hay que arreglar?

Puedo ahorrar, como mucho, 1024 bytes de código… y no creo que llegue… pero no puedo dejar de pensar en ello. No puedo pasar a nada más, estoy bloqueado y sé que no podré irme de vacaciones si no arreglo esto antes. ¿Es estúpido?

Por supuesto que es estúpido. Si funciona, dice el dicho en informática, no lo toques. Y quiero tocarlo. Pero ese dicho se inventó por algo: alguien tocó algo que funcionaba. Es más, sé que se hace con tanta frecuencia que asusta…

Y no tengo a quién contarle estas tonterías. Mi amiga Aída es la única que puede entender esta fijeza friki con la programación innecesaria, con un acercamiento a la informática desde la inutilidad poética. Ayer se lo contaba y ella se reía entre comprensiva y cómplice. Si le cuento esto a Carmen me mira con cara de no entender nada, y acaba por preguntarme que si eso va a ser mejor. ¿Mejor para qué? En realidad quiere decir más útil. Y yo tengo que reconocer que no, que no es más útil que lo que tenemos ahora mismo. Menos mal que, ella, mi compañera de vida, no necesita entenderme para aceptarme, para que le guste cómo soy y me dice: «pues si te apetece hacerlo, hazlo».

¡Qué maravilla! Para mí, esto es el sueño de una pareja ideal. Quien te alienta a hacer aquello que no comprende, pero que si ve que te puede apetecer, no se pregunta nada más. Su generosidad es ilimitada. Su amor es ilimitado. Me ama, aunque yo no pueda entenderlo, y lo demuestra de esta curiosa manera: me anima a hacer algo tan superfluo e inútil que un poema parece una obra de ingeniería civil.

Es la novia ideal de un poeta… pero no te la presto: búscate la tuya…

¡Qué insolidario!

Pues sí. Ya ves… voy a programar.

océano

la cama sin ti
es océano sin fin
sin tierra a la vista
sin estrellas

es desierto sin dunas
sin sol
y sin oasis

es horizonte
sin líneas divisorias
sin cielo o suelo

es página en blanco
sin márgenes
sin letras
sin dibujos

es pared sin ventanas
es ventana sin vistas
es vista de la nada
más profunda
que pozo de deseos

es silencio
sin risas
sin alientos
sin verdades
sin pieles ni palabras

es cuarto de baño vacío
cocina vacía
despacho vacío
sofá vacío
mesa sombría
espejo muerto de aburrimiento

es tantas cosas
plenas
de negaciones
que negarlas
es regocijo y anhelo
es deseo y besos
es abrazo de aire mutilado

es eso y más
y menos
y nada
como debe de ser
la muerte

enamorada

Más Platón y menos Prozac

Ayer comencé a leer con interés un libro que había recomendado una alumna del taller de poesía. Es una alumna dulce, tierna, más poética de lo que ella misma cree y que está a punto de dar un salto cualitativo hacia una nueva forma de entender la vida. Ella lo ve, lo siente, lo está paladeando, pero aún está perdida. Un poco como todos lo estamos, pero un poco más. Quizá porque ha vivido más.

Recomendó este libro de un tal Lou Marinoff cuyo título contiene toda la sabiduría del mismo: la psicología es mala y la filosofía es buena. Es así, simple, simplista, reducido a un slogan vacío y sin más profundidad que la aparente.

Puedo estar de acuerdo en algunos de los análisis que hace sobre las falacias de las psico-pseudo-ciencias que han terapeutizado el mundo. Por supuesto que estoy de acuerdo con la observación que se hace hacia el tercer capítulo sobre que la sociedad está perdida, sintiendo un vacío permanente de valores que antes satisfacía la religión o, después, algunos ismos políticos que desencadenaron guerras de crueldad no vista anteriormente… ni, sobre todo, su tremendo grado de eficacia destructiva.

El subtítulo (Filosofía para la vida cotidiana) ya debía de haberme hecho sospechar que iba a tratarse de un libro sin la profundidad que es requerida en cualquier amante de la sabiduría, pretendiendo comparar la filosofía con el «saber» cotidiano que podríamos denominar sentido común.

Pero si eso no era suficiente, ya estuve a punto de cerrarlo y no continuar con el epígrafe que atraviesa la siguiente página:

Para quienes supieron que la filosofía
era buena para algo, pero nunca supieron
decir exactamente para qué.

Esto estaba excluyéndome de ser un lector potencial del libro, pues yo no sé si la filosofía es buena, pero quizá me planteaba si tenía que serlo, antes de seguir. Por ende, en más de una ocasión, he defendido que la bondad no reside en la utilidad, en si sirve o no para algo. Por último y no por ello menos importante: en caso de saberlo o sospecharlo, cómo suponer que no sé decirlo. ¡Ay, mi querido Gorgias!

En resumen: el libro no es para mí.

Y sigo.

Durante el primer capítulo el libro se centra en sí mismo tanto como puede hacerlo, de manera casi obsesiva, inculcándonos la idea, por repetición, de que ese libro tiene respuestas, tiene todas las respuestas a todas las preguntas que hasta ahora podamos habernos hecho. Ese libro es lo que necesitaba y no lo sabía, porque claro, yo no podía saberlo: no soy filósofo, aunque, por otro lado, afirman, todos somos filósofos. No sabe a qué atenerse y continúa insultando a la posible inteligencia o formación del lector, asumiendo que no sabe de historia de filosofía, del método científico, de sociología, ni de otras muchas cosas.

La filosofía está volviendo a la luz del día, donde las personas «corrientes» (sic) pueden entenderla y aplicarla.

Y esta es la siguiente cuestión que me hizo huir del libro al cabo de un par de horas, su intento de convertir una disciplina o una vocación de amor por la sabiduría en una herramienta a modo de prozac, para resolver problemillas cotidianos. ¿No sería más interesante ser capaz de visualizar problemas que aún no hemos imaginado?

El capítulo segundo arremete contra las terapias que, con la falsa creencia de ser científicas, tienden a dar respuesta a las distintas situaciones por las que atraviesa un humano, y ataca, con simpleza y energía, los eslóganes facilones de la New Age, además del consumo masivo e irreflexivo de antidepresores químicos, como el mencionado en el título, sobre todo, mediante el apunte al mercado que esconde y que, posiblemente, tiene motivos sobrados para intencionadamente incitarnos a ese consumo.

No puedo sino estar de acuerdo con este capítulo perogrullero, pero es lo que es: verdad verdadera, de esa que no dice más que lo que dicta el, llamémosle, sentido común.

Y desde entonces, se comienza a dejar de denominar filósofo para llamarse consejero filosófico, asesor mental, o similares apelativos que, por supuesto, le enaltecen y le convierten en un mesías con una, como afirma en el libro, misión por cumplir.

No sé cómo aún leí un poco más, aunque ya era evidente que no tenía ningún interés profundizar… porque no habría nada profundo, sino una sarta de simplezas aderezadas de lugares comunes, para hacernos creer que lo que decía el libro ya lo habíamos pensado nosotros, que somos tan, pero tan, listos, como ese filósofo que nos estaba ayudando a ver la luz al final del túnel de nuestra vida ignorante y presuntamente inconsciente.

Las varias referencias a filósofos como William James ya me tendrían que haber acabado por hartar, un señor que tiene como filosofía que lo bueno es bueno en tanto que es útil. Jo, qué bien… qué fácil… ¿Cómo no lo había pensado antes?

No quise ni siquiera pensar en lo absurdo de la contradicción que establecía que, ante la gravedad de que el mundo estuviese siendo terapeutizado, no propusiese otra alternativa sino otra terapia. De hecho, el capítulo segundo se titula «Terapias, terapias por todas partes, y ni pensar en pensar«. Pero pensar para curarse… ¡es una terapia! Me acordaba tanto de mis terapias

Las técnicas de marketing puestas al servicio de una nueva terapia, esta vez a través de la lectura de un libro que va a ser «la solución», la gran solución a nuestros problemas, resulta tan ridículo que impulsa a tirar el libro por la ventana.

Pero no es el único libro: hay tantos libros de autoayuda, que no son solo de autoayuda, sino en muchos casos publicidad directa de gurús más o menos bienintencionados que saben, ellos saben, sí, lo que nunca seremos capaces de comprender los seres humanos corrientes.

Intenté, de verdad, seguir leyendo. Sentí que se lo debía a mi alumna que, con todo su cariño, quiso compartir este libro con nosotros. Por ello le estoy agradecido, no obstante, pues lo importante no era el libro, sino su cariño, su intención de hacernos vivir mejor.

Pero el tercer capítulo ya era demasiado para pasar al cuarto. Se titula «El proceso PEACE: cinco pasos para enfrentarse a los problemas con filosofía» y lleva epígrafes oportunos de Epicuro y Wittgenstein, por supuesto, completamente fuera de contexto, situados como plidoritas, como pastillas de sabiduría válidas para todo momento.

PEACE, por supuesto, es un acrónimo que contiene, en cinco palabras, en solo cinco palabras, la clave para todo, la llave maestra del universo. Él lo ha descubierto. Claro. Aquí vuelvo al mesianismo que apunté párrafos arriba, y no fabrica un acrónimo cualquiera, no, sino PEACE. ¡Qué bonito! ¿Cómo no lo habíamos visto?

Ni me voy a molestar en poner las palabras que corresponden a esa sigla. No merece la pena. En realidad, casi cualquier combinación de cinco palabras podría servir, porque en realidad se reinterpretan como lo que le da la real gana al psudo-filósofo autor de este tomo infumable.

Ah, no, pero aquí va otra de las maravillas de este, me atrevo a decirlo, estafador: el libro es fácil de leer. Claro, no va a ser un ensayo aburrido, tedioso, que requiera poner mucha atención para procesar, que requiera de mí el llevar a cabo una investigación paralela para contrastar o completar la información presentada, no. Se trata de un libro que, siendo voluminoso, pueda ser leído y «comprendido» por una persona «corriente», como recuerda innumerables veces, para que no lo olvidemos mientras seguimos leyéndolo.

Tentado por seguir destrozándolo, comencé el cuarto capítulo, repaso en 30 páginas de toda la historia de la filosofía occidental y que viene a titularse «Lo que olvidó de las clases de filosofía del colegio y que ahora puede serle útil«. Donde, de nuevo, asume varias cosas en una sola frase, así, como si nada, a saber: que lo olvidamos, que lo estudiamos, que ahora y no antes, que pueda serme útil y que desee que lo sea. Vuelvo a un resumen expuesto: El libro no es para mí.

No me molesto en continuar. Sigue una descripción de casuística en la que desgrana las ventajas de esa terapia de filosofía aplicada sobre una serie de «pacientes» que le consultaron para resolver sus vidas y cómo, gracias a él, pudieron hacerlo.

No sigo empleando mi tiempo en criticar algo tan absolutamente fácil de desmontar.

Aún así, volveré a agradecer a mi alumna que me tendiera su mano, que me prestara este libro, que intentara hacerme partícipe de su utilidad, de su bondad: La intención, la intención y solo la intención.

espirales

a veces
saber matemáticas
o
intentar ser preciso
con las palabras
es visto como una agresión

el otro día
me dijeron que tenía una visión del tiempo
muy lineal
y que
quien me lo dijo
tenía una visión del tiempo
o del progreso
que no era en absoluto
lineal
sino en espiral

yo no pude estarme callado
y rebatí
que no por espiral
era no lineal
sino más bien
todo lo contrario

que ni siquiera se trataba
de líneas complejas
que estuvieran en la frontera de lo espacial
como conjunto de Mandelbrot

una espiral
de las que hablábamos
es una curva
o línea
de dimensión simple y llanamente
1

y
de hecho
es una transformación homotópica
de una simple
línea
recta

porque no todas las líneas
son rectas
aunque muchos no conciban otras

pero la espiral
es tan sencilla
tan básica
como la más simple
recta
afín

pero ya no es solo
una cuestión matemática:
es del puro lenguaje
castellano
(y remito a la
RAE
para quien quiera profundizar
en esta cuestión)

la incultura
se manifiesta
de tantas maneras
como seres humanos respiramos
sobre la tierra

pero la prepotencia
de muchas menos formas

De números y hospitales

Hoy
mientras esperaba a que a Carmen
le sacasen la sangre
pensaba en la historia de esta expresión,
cuál sería su origen
y el porqué sería tan tremendo
pensar
que nos están sacando la sangre
en tantos aspectos metafóricos…

En ese momento reflexivo
por megafonía
sonó este mensaje
que juro no haber inventado:

Familiar con el número 111, acuda a sala 1 de información.

Quiero desahuciar a mis vecinos

Sin ser exagerado, pero sí, soy la rama dura de esta comunidad de vecinos en la que parece que no ocurre nunca nada grave.

Hace un año fui nombrado presidente, de manera rotativa, me tocó serlo, y nos informaron entonces de que había algunos impagos en el inmueble porque algunos vecinos no pagaban las cuotas de comunidad correspondiente. Yo fui el único que dije que me parecía adecuado proceder con un juicio. Sé que suena muy duro, pero me parece terrible que se exijan responsabilidades a políticos, a banqueros, a empresas… y no empecemos por pedírselas a nuestros vecinos.

Si alguien adquiere un piso en propiedad, lo que no es en ninguna medida obligatorio sino voluntario, adquiere con él una responsabilidad, en realidad, un conjunto de derechos y obligaciones. Tiene el derecho a alquilarlo, por ejemplo, a venderlo, etc… pero también las obligaciones de hacer frente a algunos pagos como son los correspondientes impuestos (que podemos considerar excesivos, por supuesto, pero sin olvidar que contribuyen al mantenimiento de una estructura urbana, de unos recursos sociales como son la limpieza de las calles, la recogida de basuras, el alumbrado, etc).

Y es grave cuando alguien desea obtener solo los derechos sin las obligaciones.

Hace algunos meses hubo una reunión extraordinaria porque no se había ido a juicio y estábamos al borde de la quiebra como comunidad (lo que no dice mucho de nuestro administrador, a quien despediría inmediatamente, por ello entre otras cosas), debido a impagos sucesivos ya de tres de los diez propietarios del inmueble. El 30% de morosidad…

A pesar de la situación, el resto de mis vecinos seguía sin desear emprender acciones legales contra los que no están pagando y haciéndonos sufrir una lamentable irregularidad a los que sí pagamos.

En esa reunión, se propuso (el administrador destituible) que pagásemos un poco más para poder hacer frente a pagos como el de la recogida de basuras del portal y sacada del cubo cada día.

Ahí hice acopio de cabreo y aproveché mi curso para decir no y me planté en añadir que no subiría ni un céntimo mi contribución a nada de la comunidad de vecinos mientras existiese algún impago pendiente, antes bien, si se proponía algún tipo de aumento por vía democrática, ejercería mi derecho a negarme a pagar, pasando a engrosar la lista de morosos.

Tan solo se logró cancelar algún servicio, como este de recogida de basuras, para poder salir del atolladero en el que estábamos. No conseguí que se enjuiciara a nadie ni se iniciaran los más mínimos procesos de reclamación por vía jurídica.

La secretaria del administrador me informó de algunos de los problemas personales que estaba teniendo ella para localizar a los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos de los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos inquilinos de algunos de los propietarios morosos y yo, por mi parte, no le informé de los múltiples problemas personales que tenían muchos de los propietarios no morosos para hacer frente a los pagos correspondientes a sus responsabilidades.

No entienden que no se trata de nada personal. Se trata de algo, afortunadamente, regulado por normas que evitan que tengamos que llegar a convertir esto en algo personal. Si fuese personal, hace tiempo que habría empezado a «insultar» o tratar mal a algún vecino… No. No es personal. Son «negocios».

Quiero incluir una cláusula o norma adicional en las que rigen la comunidad para que ese enjuiciamiento, ese procesamiento legal se inicie automáticamente. No quiero que tengamos que ser consultados sobre algo que, directamente, no debería pasar.

Entiendo algún problema puntual, pero no una acumulación de más de 12 impagos sucesivos, adeudando la friolera, en total, de más de 3000 euros entre ellos. ¿No es posible tener un umbral (y me acuerdo del efecto fotoeléctrico al decir esto) a partir del cual se inicien acciones, se ponga en movimiento algo?

En esa reunión última asistió Carmen representando nuestra posición y defendiéndola muy bien, el administrador sugirió seguir esperando a ver si había resoluciones del conflicto sin llegar a lo jurídico. Carmen, como habíamos hablado, defendió lo contrario y el resto de vecinos, todos ellos tan buenos, casi naife, sonreían y asentían a ambas cosas… como buenos sumisos humanos.

Parece ser que uno de los morosos ha acordado una forma de pago, parece ser que otra ha prometido que va a pagar en breve, a un tercero no sabemos si aún es pronto… Y seguimos sin garantías de cumplimientos por su parte. Ni formas de exigirlas.

En paralelo, queríamos que el administrador incluyese la posibilidad de mantenernos informados a cuantos vecinos lo deseásemos, ahora que hay internet, que todo esto de comunicar parece más sencillo, mediante un email mensual, por ejemplo… y parece ser que contestó que eso era demasiado trabajo, que cómo iba a hacerlo si tenía unos 3000 clientes… ¿y si todos le pedían lo mismo?

Yo pensé, cuando me lo contó Carmen, que si tenía de verdad 3000 clientes, ¿cómo era que no se podía permitir el lujo de contratar a alguien que se encargara de esa gestión? Otra nueva razón para buscar otro equipo administrador de fincas. Pero en este país somos tan inmovilistas… Costará mucho convencer a otros vecinos de que debemos exigir más a quienes realizan para nosotros un servicio remunerado en un sistema en el que debería regir el libremercado nos encontramos atados por nuestra propia incapacidad. Por poner un ejemplo, Telefónica-Movistar sigue siendo en operador principal por falta de voluntad de los particulares para elegir uno diferente. Por no hablar de Windows o Internet Explorer frente a Linux. Hay alternativas, y algunas pasan por el hecho de tomar decisiones, y otras, incluso, por complicarnos algo la existencia, pero nos pueden hacer más libres.

Así que, como para pensar en alternativas en la gobernanza política.

En resumidas cuentas: soy el único que parece exigir que, si es preciso, desahucien a mis vecinos morosos. Si no pueden pagar un gasto comunitario, que se pongan en la piel de quienes pagamos a duras penas ese gasto común, esa aportación social, incluso, y me consta, desde situaciones duras como pareja con ambos miembros en el paro. ¿Qué necesitan estos últimos para, ya no revolucionarse, pero al menos para luchar exigiendo un cumplimiento de obligaciones igualitario?

Seguimos sin recogidas de basuras, seguimos con poco dinero en el fondo común de la, redundantemente llamada, comunidad y el administrador, neoliberal, claro, nos propuso bajar la recaudación… y mis vecinos, con la única objeción de Carmen en representación nuestra, aprobaron encantados esa reducción de contribución.

El cortoplacismo se manifiesta tan frecuentemente que es pasmoso darse cuenta de que lo que se produce a pequeña escala se reproduce a escala nacional e internacional. ¿No son conscientes de que no tendríamos dinero para hacer frente a una pequeña derrama que, en breve, acaecerá?

Me pasma.

Y yo afirmo y reafirmo: no subiré ni un céntimo (y si se baja, no subiré de nuevo) mi contribución, pase lo que pase, hasta que no haya ni un moroso en mi edificio. Quizá el problema estará cuando tengamos un problema de habitabilidad y nos demos cuenta de que, quienes no están llevando a cabo los pagos, curiosamente, no tienen estas viviendas como primera y única vivienda, que son especuladores en pequeña escala, que son propietarios que alquilan sus pisos, o dueños de una empresa que puede declararse en quiebra sin afectar al propietario del inmueble…

Confiemos en que no pase nada… confiemos en nuestra responsabilidad individual para salvarnos el culo, pasemos olímpicamente del hecho de poder beneficiarnos de formar una pequeña «comuna» o comunidad bajo la que guarecernos de posibles contingencias.

Y luego…

ufff… ¡no lo había pensado!

Una etiqueta para recordar

para recordar
Mi querida amiga María encontró esta etiqueta en el envoltorio de una lata de espárragos verdes. La tienen (ella y su chico, el simpático germano Jens, maravillosos padres de Pablo) sobre la puerta de su nevera, atrapada con imanes.

¿Dónde está la gracia?

Mi amiga es profesora de Filosofía y, de hecho, uno de sus preferidos, me consta, es ese I. Kant, a cuya memoria están dedicados estos espárragos. Espárragos que, para colmo, llevan de nombre «Sócrates».

¿Por qué unos espárragos verdes están tan intrincados con la filosofía occidental? ¿Cómo supieron elegir tan sumamente bien a los filósofos a los que dedicaban atención? Hay que recordar que podían haber sido William James o, incluso, Auguste Comte.

Me parece evidente que estos espárragos sabían bien lo que se hacían, pero, incluso, sabían con quién debían topar en una estantería de un comercio vallecano, para alumbrar un frigorífico tan apropiadamente.

Lo de que Espárragos Verdes esté escrito en 4 idiomas: Español, Inglés, Francés (con error, creo) y, por último, pero no por ello menos importante, en Alemán, hace aún más increíble esta coincidencia, pues esta amiga habla todos ellos. Y ni siquiera habría cometido el error en el francés, en el que podría decirse bilingüista.

Quise inmortalizar su etiqueta porque me pareció un sencillo resumen de ella misma. Me encanta esta fotografía, como me encanta mi amiga, por todo lo que sugiere… y lo poco que lo aparenta. Pero ella es más verdad que el pan y la tierra… que diría Serrat.

Esta entrada va, con todo mi cariño, dedicada a María.

un euro

ayer en el metro
había un tipo tocando
en un instrumento interesante
híbrido de xilofón y guitarra
de percusión sobre cuerdas
y lo hacía bien
sin la atorrante necesidad de acompañarlo
con un molesto percutor amplificado

ya le había visto y oído
en otra ocasión
hace algunos días
y recuerdo que me dolía el pie
como ayer
y que no le di nada de dinero
así que
cuando caminó entre la gente
pidiendo unas monedas
busqué en mi monedero (de ahí el nombre)
y encontré que no tenía otra cosa
que unas cuantas monedas
todas de un euro
y le hice entender que no podía desprenderme de ninguna
(habría querido tener 50 céntimos o incluso
estuve tentado de pedirle cambio
y me asomé a su cajita recaudadora
y pude ver mucho color dorado
síntoma de que nadie
o casi nadie
le había dado una moneda de un euro)

noté algo en su mirada
pero no supe qué era
hasta que se fue del vagón
y me miró malhumorado
y me preguntó
(suponiendo que él sabía la respuesta)
¿tanto es una monedita?

yo contesté con una voz algo avergonzada
un mísero sí
apenas audible
aunque supuse que no quería saber la respuesta
y me quedé pensando
en lo que hago con un euro

ese mismo día
no había comprado caramelos para quitarme el mal aliento
antes de mi clase con mi alumna preferida
porque costaban cerca de un euro

cada vez que compro un kilo de arroz
pienso que con menos de un euro
tengo para comer un tiempo

cada día
cuando entro en el DIA
para buscar productos baratos
sé que no encontraré los que más me gustan
y quizá ahorro menos de un euro
al día
seguro que ahorro menos de un euro al día
y estoy dando de comer a una franquicia
que se enriquece
a costa de explotar trabajadores

elijo calcetines
que compro una vez al año
por un euro de diferencia cada seis pares

y me permito un lujo
de un café semanal
en una cafetería (El Parnasillo)
en la que cuesta 2,20 €
haciendo tiempo entre una clase particular y mis talleres de poesía
pero ponen galletitas que le puedo regalar a Carmen
y está tan cerca de El Manantial
que controlo bien el tiempo de acercamiento

hace tiempo me hice el propósito
de no hablar de la economía de guerra
que me obliga a llevar la vida que he elegido
porque lo he elegido
y no tuve tiempo (ni ganas)
de explicarle a ese músico
ambulante
que un euro es mucho más dinero
del que me permito para libros
al mes
y los necesito

así que la respuesta era sí:
es mucho una monedita
para mí

y para él también
por cierto
teniendo en cuenta
que monedita a monedita
supongo
tendrá para comer

pero no lo pensó
y no creo que lo pensara
pero qué importa

(¿pero quién vive?)

Esto no es una broma