noche horrible

entre vómitos convertidos en llanto
y llanto convertido en mucosidad
y mucosidad en sangre
y sangre en impotencia
e impotencia en furia
y furia en lágrimas
vomitadas

al menos su mano
buscaba mi pecho
para calmar mi angustia

al menos su voz
buscaba mi mente
para calmar mi ira

al menos su presencia
cálida
convertía la noche en un incendio
y el incendio en llamas
y las llamas en humo
y el humo en nube
y las nubes en agua
para lavar mis heridas

El prestigio se paga

art basel

Este fin de semana estuve actuando (como ya he dejado constancia en varios sitios) en Basel, dentro del Off-Art-Basel Festival. Es un festival de arte importante, célebre, de esos que todo el mundo te dice que hacen curriculum.

cargobar programY yo no hago más que sentirme idiota por ello. No he ido por el CV. No me sirve para nada. No creo que se pueda vivir de ingresar dinero de la performance y a las pruebas me remito: podría afirmar que he perdido dinero. Ha sido poco, teniendo en cuenta que hubo dinero de por medio, lo cual ya era todo un logro para lo habitual. He viajado a Basel y ha sido una preciosa experiencia, no lo discuto, pero no tiene sentido hacerlo con más frecuencia.

Se justifica, en ocasiones, con eso del prestigio: me hace importante estar cerca de lo importante. Pero es ridículo en cuanto te das cuenta de que tú eres lo más importante de todo. No es puro ego, es una afirmación que le puede ser aplicada a cualquiera por cualquiera.

Y entonces, cuando mi madre me dice que ha guardado una reseña del periódico en la que se menciona Basel y su feria de arte o cuando Carmen decide traerse el programa en el que aparecemos mencionados (yo también le hice unas cuantas fotos), me siento un idiota. No, no soy importante por ello, no he logrado más CV del que necesitaba. Es un curriculum absurdo, pues nunca voy a vivir de él.

Ayer le comentaba a Carmen la diferencia entre ese CV y el de un, digamos, informático, que tarde o temprano consigue, con él, un puesto de trabajo remunerado de manera más o menos regular. En el caso de un artista, toda su vida es hacer curriculum… sin llegar nunca a tener un trabajo remunerado de manera más o menos regular. Es ridículo. ¿De qué sirve, entonces? ¿Aumentar el ego? ¿Ser reconocido «internacionalmente»? Vanidad, vanidad…

Y además no sale gratis. Jop.

Pero no lamento haber ido, no lo lamento, no es eso, pero sí que tampoco lamento no prodigarme más en encuentros, festivales, eventos… en los que, en el mejor de los casos, no pierdo dinero.

¿Supone eso que no seré nunca un profesional del arte? Bueno, ¿y a quién le importa?

estornudo

manos sudorosas
dedos resbalando en el teclado sucio
ojos inyectados en lágrimas
sin causa
sorbio
de sorber
no de sorabo
temblor
sin temor
labios resecos
garganta reseca
fondo de la nariz reseco
y humedades
bajo la axula
bajo la papada
bajo las plantas de los pies
como un cuerpo haciendo goteras
catedral envuelta en brumas
sin respiración
con ánimos por los suelos
con energía corporal por los suelos
a duras penas con residuos de ATP
me muevo
para buscar un medicamento
un antisintomático
que me haga olvidar
hoy

picor en los ojos
en el lateral interno de unos de los agujeros de la nariz
en los riñones
cansados de gemir
cansados de arquearse
para violar silencios

unas palmas de las manos
llenas de pena
que no desean tocar
su cuerpo enamorado
son el símbolo
bolo
de un momento negro

pulmones encharcados
en pesadillas despiertas
otro estornudo
sacudirá
la tiniebla
y sigo escribiendo con la escasa
esperanza
Scheherezade
inoculando
texto a una página en blando
que tiene
hoy
más vida que yo.

Hay días

Hay días
en los que cumplo
cuarenta y seis y un día
y siento
que me encantaría alcanzar
el medio siglo
y duplicarlo
y llegar a 100
o a 1000
o más.

Hay días en los que
un día más es complicado
y parece molestarme
seguir avanzando en esta trayectoria
sin sentido.

Hay días
en los que
veo el camino ancho

y no pienso en el final del mismo
porque me gusta caminar
con la arena caliente
bajo los pies
bajo la planta de los pies.

Hay días
en
los que
se me clavan las flores en la cara
como escarpias ardientes
y me rompe la fe
en el deseo.

Hay días
en
los
que
evalúo las opciones
y todas sacan matrícula de honor
y recupero todo lo jugado
hasta el momento.

Hay días

y luego
está
hoy.

No me gusta el chantaje emocional

perritoSuponer que no haré algo porque no es de raza, o que soy discriminatorio sin conocerme en absoluto ya me resulta suficientemente insultante como para no desear hacer eso. Pero además que con ello pretendan hacerme sentir culpable y mal por ello, chantajeándome emocionalmente, me parece rastrero y miserable.

Está bien, supongo que hay buena intención, quiero suponerlo, pero no me gusta nada que intenten manipularme. Odio este tipo de iniciativas que pululan tanto en las redes sociales.

Si a esto le sumo el desagrado que me producen las faltas de ortografía, como ese se que debería ser o ese daras que debería ser darás

Es una de las razones principales para desear estar de vacaciones: no me conecto a FaceBook, que no deja de ser una herramienta de trabajo, más o menos. Tampoco miro mi correo electrónico (lleno en un 99 % de emails más o menos profesionales), ni tan siquiera mi teléfono móvil. El aislamiento es la única forma en la que se manifiesta la diferencia entre no estar trabajando y estarlo.

Volviendo al tema, si no fuese por ese uso profesional de esa herramienta social, eliminaría de mi lista de amistades a todos aquellos que intenten decirme lo que tengo que hacer o que supongan que saben lo que haré… y me quedaría con tan poquitos…

Es posible que yo también lo haya hecho en algún momento… estaré atento: borrarme a mí mismo de mi amistad es difícil, cuando menos.

Hace más de 15 años leí por primera vez a Bukowski

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En una edición pequeña, de un libro minúsculo que, como tantos otros, perdí prestándolo, contenía 20 poemas y me cambió la forma de entender la poesía.

Después mi amigo Jose Eugenio Vicente Torres me habló de su narrativa, de sus novelas y cuentos. Leí voraz La máquina de follar (que también he perdido) y fui recolectando todos y cada uno de los libros que publicaba en España, principalmente, Anagrama. Sobre todo novelas y relatos.

Leí un maravilloso libro que ahora tengo en PDF, de Neely Cherkovski, titulado Hank, sobre la biografía de este personaje tan singular… y fui queriéndolo, idolatrándolo hasta límites insospechados. Quise escribir como él, pero cometí el error de no darme cuenta de que eso era la superficie, de que en el fondo no vivía como él y no quería vivir como él. Que lo que tenía que hacer para escribir como él era escribir como yo, siendo yo y viviendo como yo.

monografico_poesia_bukowskiPero me enseñó tanto…

De cuando en cuando, cuando me parece complejo escribir poesía, abro un libro suyo y leo alguno al azar, algún poemita, alguno de los maravillosos como los dedicados a su hija Marina, o a Jane, o los de su más tardía edad. Y me doy cuenta de que me voy acercando… su autenticidad, más o menos mítica, es un objetivo de mi vida. Es algo que, en ocasiones, podríamos denominar coherencia.

En aquel entonces, hace 15 años, apenas había gente que conociese a este autor en España, así que cuando unos amigos me pidieron un poco de información sobre su biografía y obra, tuve el gusto de preparar algo así como un curso adaptado para lo que requerían: el montaje de un trabajo parateatral llamado Zoo Bukowski.

Desde entonces, había fantaseado con la idea de realizar un taller sobre su obra poética, pero siempre lo postergaba por la dificultad de hablar sobre un hombre/mito, sobre la extensión de su obra, por muchos motivos… pero al final, hoy, comienzo un curso monográfico sobre la poesía de Charles Bukowski y el realismo sucio (porque de Carver no quiero hablar ahora, pero es tan sorprendente como el amigo Henri).

El programa del curso incluye uno de mis poemas favoritos que tengo en grande enmarcado en las paredes donde imparto mis talleres de poesía desde hace más de 10 años. Es de referencia.

Taller Monográfico: Charles Bukowski y el Realismo Sucio norteamericano

Dirigido a Cualquier persona con ganas de escribir desde un lugar poco habitual, pero sin necesidad de experiencia previa en talleres literarios.

Sobre Bukowski se ha dicho tanto bueno como malo, se le ha puesto en pedestales de los que él mismo huiría y se ha convertido su figura en un mito, en el mito casi romántico del último escritor maldito.

Más allá de eso, más allá de mitologías, Bukowski tiene una escritura desgarrada, sencilla y tierna, con una liberada vena narrativa y una poesía más cuidada de lo que aparenta en una primera ojeada. Merece la pena acercarse a conocer a este escritor poderoso, valiente, digno de haber sido comparado con un Walt Whitman de nuestros días, que apasiona y genera polémicas allá por donde se le menciona.

Además de este autor, nos acercaremos a la espectacular obra de otros escritores adscritos al Realismo Sucio Norteamericano, como Raymond Carver o John Fante.

    aire y luz y tiempo y espacio

    ya sabes, la familia, el trabajo,
    siempre ha habido algo
    en mi camino
    pero ahora
    he vendido mi casa, he encontrado este
    sitio, un estudio grande, tienes que ver qué espacio y
    qué luz.
    por primera vez en mi vida voy a tener un sitio y tiempo para
    crear.

    no, hijo, si vas a crear
    crearás aunque trabajes
    16 horas diarias en una mina de carbón
    o
    crearás en un cuarto pequeño con 3 niños
    mientras no cobras más que
    el paro.
    crearás como parte de tu mente y de tu
    cuerpo
    destrozados.
    crearás ciego
    mutilado
    demente,
    crearás con un gato subiéndote por la
    espalda mientras
    la ciudad entera se estremece ante un terremoto, un bombardeo,
    una inundación, un incendio.

    hijo, aire y luz y tiempo y espacio
    no tiene nada que ver con la creación
    y no crean nada
    salvo, quizás, una vida más larga para
    encontrar nuevas
    excusas para no hacerlo.

    Charles Bukowski

Pretérito anterior

Hay tan pocas ocasiones en las que utilizar el pretérito anterior que hoy, sin que viniese a cuento, le he preguntado a Carmen si miró a ver si se hubo enviado el mailing de su próximo curso de tango.

En realidad, ni siquiera creo que esté bien usado. Pero quería darle alguna vez utilidad a esta forma caduca e innecesaria de utilizar el verbo. Dicen que sirve para denotar una acción pasada anterior, pero inmediata en el tiempo, a otra también pasada.

En mi pregunta no se incluía otra que también hubiese pasado, pero podíamos darla por sobreentendida. Aunque entonces esa forma verbal no era la indicada. Ahora me siento culpable (jejeje) por una utilización incorrecta de una forma verbal en el contexto absolutamente inocuo de una conversación con mi chica a primera hora de la mañana. Está claro que tengo unas manías muy raras…

(yo) hube enviado
(tú) hubiste enviado
(él/ella) hubo enviado
(nosotros/as) hubimos enviado
(vosotros/as) hubisteis enviado
(ellos/as) hubieron enviado

Cuando digo que soy cuántico

Es gracioso ver la reacción de mucha gente cuando, en mitad de una conversación, surge el tema y comento que soy licenciado en Química Cuántica.

He de reconocer que hay algo de pedantería en la afirmación. Es más, la mayoría de los químicos jamás puntualizan la especialidad en la que se licenciaron. Quizá porque no aporta un apellido tan ilustre. Y es que, de un tiempo a esta parte, la máxima cúpula del intelecto se le atribuye a quien sabe mecánica cuántica.

En innumerables ocasiones, en televisión, en conversaciones casuales, en facebook, en todo contexto inimaginable, surge alguna vez la palabra cuántica como el cumun de lo in. Así, se han ido desarrollando todo tipo de cosas con el mismo apellido, muchas de ellas absurdas: Terapias cuánticas, limpiezas cuánticas, negociaciones cuánticas… vaya, cualquier cosa.

Tras la afirmación, reafirmación, en la que digo haber estudiado esa cosa tan inextricable, tan extraña, tan ajena para el común mortal, apunto que además estudié matemáticas y el doctorado en inteligencia artificial. Si da tiempo y ocasión, incluso, menciono que versaba sobre lógica difusa.

Vaya, repaso mi curriculum escolar pavoneándome como si aquello que hube estudiado me convirtiese en mejor persona, en más grande o admirable. Despliego las plumas al máximo. A veces, según el contexto, cuento que trabajé de «experto» de seguridad de redes en grandes empresas… para acabar dejándolo para escribir poesía.

Me vendo estupendamente. Aunque solo vendo el nombre. Luego se me olvida cobrarlo.

Y muchas de esas veces me avergüenzo, en algún lugar, de saber que no continué muchas de esas disciplinas que comencé, me avergüenzo de saber que ya no sé tanto de ellas, que he olvidado tanto… y me avergüenzo del pavoneo, de la necesidad de exaltarme, de hacerme ver más grande, más importante… como cuando me cambia la voz y se agrava, se vuelve seria y formal, se hace adulta, digamos. Me avergüenzo de saber que estoy manipulando la opinión que se tiene sobre mí. Volverme inalcanzable. Pero oculto esa vergüenza en risas, en tópicos, diciendo que al fin y al cabo he dedicado mi vida a «lo inútil». Pero subyace otra altanería más sutil, la medieval de sentir que dedico mi tiempo a las artes liberales, que soy un noble que vive aparentemente pobre. Pero sé que es todo apariencia. Muy superficial.

¿Por qué todo esto, esta necesidad de afirmación a través de la mirada de los otros?

Inseguridad. En el fondo, algo de esta acción me dice que me siento inseguro. Quizá es la edad. Quizá. Quizá el tiempo invertido intentando conseguir despegar como coordinador de talleres de poesía o creatividad sin mucho éxito. Quizá. Quizá algo más antiguo, algo más primigenio, de origen infantil… quizá.

Ya no recuerdo cómo me enfurecía y entristecía ser tratado de «interesante» o «inteligente» en mi adolescencia, cuando deseaba ser deseado, sin más, sin filtros. Quizá me da tranquilidad a ese respecto el saber que, de una u otra forma, Carmen sí me desea. Quizá.

Ya no recuerdo cómo me avergonzaba ser conocido como administrador de sistemas en empresas bancarias o de telecomunicaciones. Cómo afirmaba tener cualquier tipo de profesión para que nadie pudiera saber de mi «formación académica». Para que el trato se normalizase, para que nadie pusiese caras raras ni me preguntase si era verdad. Apenas recuerdo a mi amiga Olga y el tiempo que estuvo pensando que yo era policía. Ni cuando afirmaba ser fontanero, teleoperador (que sí fui), barrendero, etc.

Ayer, de hecho, me preguntaron que si había estudiado química cuántica de verdad. Contesté que sí, que no sabía que hubiese una química cuántica de mentira, pero que también me habría gustado estudiarla, pensé en si era algo que tendría que ver con la ficción, con las narrativas contemporáneas al estilo investigador de Paul Auster, pero de eso no quise hablar.

En otros contextos me promociono como artista, poeta, performer, qué se yo. Tengo una sensación de querer ser el raro, el diferente, lo que durante tanto tiempo odié, ahora reivindicarlo. Soy de lo que no hay. Viene a ser mi lema.

Quizá por todo esto, entre otras cosas, supongo que me enorgullece (en el mal sentido de la palabra orgullo) cuando colaboro y leo, comprendiéndolo, el blog de mi amigo Xabi, Función de Jota. Quizá.

Cuidar objetos

El otro día
(sé que era otro día
distinto del de hoy)
tuve que enviar un grabado
por correo postal
y me acerqué a la oficina central
del edificio de la plaza de Cibeles.

Fue complicado encontrar la ventanilla
sin cristal
desde la que enviarlo
y previamente
tuve que solicitar un sobre adecuado
que vendían en otra ventanilla
sin cristal.

El amable funcionario
me proporcionó
un paquete
conteniendo
un par de pliegos de papel marrón
una cinta adhesiva
y cuatro etiquetas
para dos destinatarios
y dos remitentes.

Tuvo la gentileza de prestarme
además
unas amenazantes tijeras
para cortar la cinta adhesiva.

Lo que no pudo hacer es conseguirme un lugar adecuado
sobre el que apoyar las cosas
que tenía que embalar
y me recomendó que me fuese a una mesa
diminuta
donde pude maniobrar.

Llevaba un abrigo invernal
para cubrir este mal tiempo inesperado
y estaba teniendo mucho calor
así que lo apoyé en la silla que había
mientras intentaba
con mi torpeza manual
empaquetar el paquete.

Una mujer bien entrada en años
tuvo también la necesidad de acceder
al servicio de mesa.

Su avanzada edad le había conferido cierta dulzura
y cierta incapacidad para mantenerse erguida.

Tiré mi abrigo al suelo y le presté
la silla.

Me miró algo escandalizada y me dijo
algo así como
que cuidase las cosas.

Le respondí raudo
que prefería cuidar
a las personas.

Me sentí muy bien
por haber tirado mi abrigo al suelo.

detrás de los cristales, llueve y llueve…

[audio:https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2013/05/baladaotono.mp3|titles=Serrat – Balada de Otoño]

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados…

Pero es que se titula Una balada de Otoño
¡Coño!

Basta ya de llover, por favor, que no salgo de esta tristeza negra que se metió en mi pecho el domingo…
Y encima me quedan dentro regustos de bandoneón y nostalgia porteña, vamos, para no parar de llorar.

Esto no es una broma