Saturno devorando a su hijo

Siempre me han encantado las pinturas más románticas de Goya: los fusilamientos, las mitologías y por supuesto los cuadros negros a los que el Museo del Prado les dedicaba una sala a la que solía ir cuando empecé a vivir solo en las cercanías del mismo hace ya 3 décadas.

Salía de la Universidad Autónoma de Madrid donde trabajaba en el IIC, para ir a casa tomando el tren que me dejaba en Atocha y subía desde allí dándome un paseo por el Paseo del Prado hasta entrar en el museo un ratito (en aquella época era gratuito) y acercarme a la sala de las pinturas negras de Goya.

El resto apenas me interesaba, así que no perdía tiempo deteniéndome en la exhaustiva colección de obra que siempre me parecía destruible. (Y eso que aún no había descubierto a DADÁ)

Saturno devorando a su hijo

Hoy en una red social me encuentro una publicación que usa de excusa Saturno devorando a su hijo para hablar de los males de la sociedad y, sin embargo, dada la banalidad del contexto, lo único que he pensado es:

¿Se lo come sin pan?

Soy un fan de la línea de comandos linux

Quizá porque mi primer contacto con un ordenador fue con línea de comandos, allá por los tiempos en los que en la UAM usé un AIX desde una terminal conectada a un ordenador central que era el único que tenía entorno gráfico.

Quizá porque es más rápida y consume menos recursos que los sofisticados programas de gestión de software que vienen con las distribuciones populares de Linux (yo, de hecho, lo primero que instalo es Synaptic).

Quizá porque lo puedo hacer remotamente desde mi teléfono móvil o, como hoy, desde mi PC mediante una conexión (bien configurado su acceso PKI) por SSH, conectándome a la Raspberry que tengo de servidor de backup y de desarrollo, al mismo tiempo que me conecto al PC que habitualmente usa Carmen para trabajar (mientras ella está trabajando, de hecho).

Cada noche hago un repaso de los dispositivos conectados y tecleo un

sudo apt update
sudo apt upgrade

 

(y si procede un sudo apt autoremove, para limpiar lo innecesario)

Termino con un shutdown now que me remite a aquellos tiempos de mis primeros tecleos… donde una broma habitual era hacerse con la password de root y proceder a un apagado de los 5 terminales conectados al central. ¡Qué vandalismo!.

Había una forma muy sencilla que consistía en simular una pantalla con un «login» en el que la persona que había de encender y administrar los equipos se conectaba y devolver un pantallazo tras haber capturado su contraseña. A continuación, se volvía a mostrar la verdadera pantalla de login y parecía un minúsculo error de tecleo… Sigue siendo un ataque eficaz a pesar de lo poco sofisticado del método.

Aborrecedor@XEOAs del lenguaje inclusivo

Y digo yo que quien haya decidido realizar este «meme», o lo que es lo mismo, esta memez, se habrá percatado de que da la razón a quien defiende que el lenguaje inclusivo es una imposición difícil cuando no imposible de imponer a la lengua, por más que aparentemente «La lengua» esté ignorando a esas personas puristas (que, obviamente, se visualiza en forma de hombre, todo esto, por supuesto, aparente y superficialmente, como corresponde a memez semejante).

¿No hay aborrecedoras del lenguaje inclusivo? Yo doy fe de que conozco alguna, aunque haya más hombres que mujeres aborreciendo ese uso.

¿Cómo debiera haberse conformado la frase para hacer uso del lenguaje incluso en el «meme»?

¿Puristas de la lengua y aborrecedores y aborrecedoras y aborrecedor@s del lenguaje inclusivo?

(Chiste publicado en el grupo «Queer: Jodiendo al género binario«)

Sigo pensando que es una batalla que no se podrá ganar, aunque quizá sirva para visibilizar algunos otros problemas de género no gramatical.

Muerte

piensas en
muerte discreta
muerte indolora
muerte aséptica
muerte solitaria
muerte inaudible
muerte cualitativa
muerte cuántica
muerte irrepetible
muerte definitiva
muerte abrupta
muerte negra

pero encuentras
muerte lenta
muerte agonizante
muerte cuantitativa
muerte clásica
muerte diaria
muerte difusa
muerte gris
muerte dolosa
muerte dolorosa
muerte cotidiana
muerte paulatina
muerte viva
muerte desesperante
muerte harta
muerte cana
muerte calva
muerte ruidosa
muerte apolillada
muerte omnipresente
muerte insana
muerte muerte
muerte
y muerte.

El adiós de Iñaki Gabilondo

He seguido durante años la trayectoria de quien considero el mejor comentarista político que ha tenido el periodismo patrio en las últimas décadas, hasta que las redes sociales y el griterío impuesto política y socialmente ha terminado por agotarle (supongo que los 78 años de vida no ayudan, ni una pandemia global…)

Me entristece que abandone, pero le comprendo tanto que el silencio me atenaza cada día más, hasta el punto de que sólo quiero escribir poemas que no tengan el más mínimo sentido o interpretación con la que generar otro altercado airado.

Llevo desde marzo (confinamiento mediante) dejando de lado la mayor parte de las conversaciones que lo único que buscan es convencerme de algo. Sea lo que sea. Me cansa. Recuerdo el texto de «Lo Neutro» de Roland Barthes y no puedo sino subscribir cada una de sus palabras, escritas casi antes de que yo naciese.

También recuerdo la tristeza que sentí (y el enfado, pero antes me enfadaba) cuando cerró CNN para pasar a ser Gran Hermano 24h.

Ahora ya casi ni siento enfado (diría que no me merece la pena) y sí algo de tristeza, pero cada día también menos, quizá porque estoy tan pesimista que me parece el lógico o natural devenir de los acontecimientos.

Echaré de menos a Iñaki Gabilondo de quien tengo más de 10 artículos comentados en este humilde diario tras haber sido seguidor suyo desde hace tanto tiempo, desde hace tanto que no se llamaba seguidor a quien leía o veía los vídeos de otra persona a quien, por supuesto, nunca se llamó influencer.

Soñé en ensamblador

Nunca he programado en ensamblador
y eso que se decía
en una época que ya ni recuerdo
que había que entender ensamblador
para comprender cómo una máquina
comprendía a los humanos.

Ni siquiera sé
y eso que podría buscarlo en internet
si se trata de un lenguaje compilado
o interpretado.

Cuando acabe este poema
leeré sobre ello e incluso
realizaré algún programa
que salude al mundo
desde mi máquina
con la que tanto me entiendo
con la que tanto me enciendo.

Pero hace unas semanas
soñé que tenía que preparar para Carmen
una coreografía de Tango
en ensamblador.

En el suelo
no sé cómo iba a hacerla.
En el sueño
no sé cómo iba a programarla.

Soñé que no la iba a tener a tiempo
e iba a decepcionar a Carmen
que estaba esperando
ese código ensamblador
no recuerdo para qué.

Nunca he programado en ensamblador
y eso puedo resolverlo
hoy mismo.

La decepción
sin embargo…

Ergonomía

No sé la mejor manera
de situarme frente a mi ordenador
para trabajar.

No sé la mejor manera
de configurar la pantalla
para no cegarme
para no cansar la mirada
para no doblar la cerviz
para no sufrir
para trabajar.

No sé la mejor manera
de colocar la silla
ni
de colocarme en la silla
lo que normalmente se llama (apo)sentarse
para trabajar.

No sé la mejor manera
de escribir un poema
ni sé si quiero saberla
y eso me preocupa bastante
casi tanto como cegarme o una luxación
por trabajar
en el siguiente poema.

Esto no es una broma