Giusseppe
Presentación La Piel del Ciruelo
Hoy presento el libro de Raquel G. Figueiras que ha editado la librería/editorial de Pepe Olona, Arrebato Libros, que lleva siendo un gestor cultural desde hace casi dos décadas.
La portada del libro es una ilustración/collage de mi querida Tanja Ulbrich.
Se presenta en la Galería Covington, en Madrid, a las 19:30 horas del viernes 20 de mayo de 2022.
Hay muchas personas «implicadas» en la presentación.
Yo no lo he escrito.
Yo no lo he editado.
Yo no lo he prologado.
Yo no lo he diseñado.
Yo no lo he organizado.
¿Qué pinto yo allí?
Hoy lo sabremos.
espacios vs tabulaciones
Me he reído muchísimo viendo este vídeo y recordando la cantidad de estériles discusiones entre seguidores de emacs y los que, como yo, adoramos el VI.
Iba a comenzar con espacios esta pequeña entrada en mi blog, porque son mucho más fiables que esos asquerosos tabuladores que no sabes a dónde te pueden acabar llevando.
De lo primero que hago en linux al instalarlo de nuevas, es configurar el número de espacios por los que se sustituye un tabulador en VI. Faltaría más. 😀 emacs… Puag!
Sé que mi humor es poco comprendido, pero me divierte tanto… como realizar mis piezas con material tan simpático como tarjetas de memoria RAM de 1Mb
Incendio
Así empezaban nuestros tres días de relajación en la sierra madrileña.
Le regalé a Carmen por su cumpleaños (porque le hacía mucha falta) una noche de hotel en un lugar maravilloso llamado Hotel Corzo en el puerto de Navacerrada que incluía restaurante de comida de autor (que satisfizo sobradamente expectativas).
Habíamos llegado al chalet de mis padres (ellos están en su residencia de invierno) el viernes por la noche, a eso de las 11:45. Tomamos una manzanilla y un poleo y nos acostamos con intención de despertarnos temprano al día siguiente y salir hacia Navacerrada antes de que saliese mucha gente y aprovechar la mañana.
A la 1:20 de la madrugada, oíamos ruidos y Carmen preguntaba cuál era el origen de los mismos, así que decidí levantarme para tranquilizarla y asomarme a la puerta a ver, intentando no temer que fuese alguien que quisiese descuartizarnos en mitad de la noche. Iba relajado, suponiendo que algún idiota estaría haciendo ruidos.
Desde la ventana frontal de la planta de abajo de la casa de mis padres en Colmenar, lo que vi era (literalmente) dantesco: Llamas de más de 4 metros de altura que cubrían la totalidad de la valla de la casa.
Inmediatamente, llamé a Carmen para que se vistiese por si teníamos que salir corriendo, o teníamos que ser rescatados por servicios de emergencia.
Carmen preguntó qué pasaba y le dije que había un incendio. Vino a ver(ificar) y entró en pánico, comprensiblemente, por otro lado. Le ordené (me puse un tanto imperativo, en un vano intento de poner orden) que cerrase las ventanas de abajo, mientras yo cerraba las de arriba. Así aproveché para tener una mejor imagen de lo que estaba pasando (desde ahí está hecha la fotografía que acompaña esta entrada en este diario personal) y parecía que el fuego era en la casa de enfrente, no en la nuestra.
Me precipité a llamar al 112, mientras mi querida Carmen lloraba y pedía que llamase a mi hermana. Así que ella la llamó y sobresaltó diciéndole que íbamos a morir, que no podíamos salir de casa… y yo le arrebaté el teléfono para decirle a mi hermana que la cosa no era tan terrible, pero que sí era bastante seria.
En el 112 me dijeron que ya estaban sobre aviso y vinieron en menos de 5 minutos desde que yo llamé. Volví a subir para ver si nos decían algo y realicé la fotografía de la portada.
15 minutos más tarde me atreví a acercarme a la vaya y, teniendo la precaución de no tocar nada metálico (que estaba a altas temperaturas) asomarme a ver la calle.
Abrí la puerta del jardín y pregunté a los bomberos si era seguro estar en la casa y me dijeron que sí. Que era lo más seguro.
Mi hermana estaba en la calle, acercándose lo más que le dejaban, pues habían cortado la misma. La dejaron pasar con la excusa de que sus padres eran muy mayores y estaban asustados en la vivienda. Es cierto que somos personas mayores que ella y seguramente más asustadizos, así que sólo era falso que fuésemos sus padres. 😉
Una vez en la casa, nos fuimos tranquilizando viendo que se podía salir y entrar, así que no íbamos a morir. Pero nos recomendaron cerrar y quedarnos un rato allí.
Así que estuvimos hasta las 3:30 de la mañana intentando bajar las revoluciones y atendiendo a las labores de extinción y precaución.
Nos dijeron que había una fuga de la tubería de gas natural que circula a lo largo de toda la calle pero que no podían cerrarla porque los grifos se habían derretido. Así que tuvieron que llamar a especialistas que cerraron toda la tubería desde más allá de 200 metros.
Ya no teníamos muchas ganas de quedarnos a dormir relajadamente en esa casa, así que nos fuimos con mi hermana y mi cuñado a dormir a la suya.
A la mañana siguiente, ya no teníamos tantas ganas de madrugar como para ir a hacer caminadas por Navacerrada, pero sí nos vino muy bien el relajante hotel que teníamos reservado, para pasar un par de días agradables y como en una nube (pero no de humo).
Pero eso es otra historia…
Sangre de mi sangre
Sangre de mi sangre
estampada en la pared.
Mancha
negra y roja
negra y rota
recordando un insomnio.
Vampiridad
asesinada.
Sangre de mi sangre
que será derramada por siempre
para el perdón de mis pecados.
Eran las cinco,
eran las cinco en punto
de la noche
y la bestia seguía matando
mi endeble
tranquilidad.
Sangre de mi sangre
nueva y eterna
células ocres de vida muerta
contra el cerúleo recubrimiento
de la obra de albañilería vertical
que limita mi sueño
de alas infinitas.
No creo en el pecado.
No creo en el sueño eterno.
No creo en la eternidad.
No creo en la verticalidad.
No creo en el infinito.
Pero la bestia,
minuto a minuto,
con su abuso de certidumbre
inyectaba
dolor
en mi incredulidad.
Cartel de presentación de Paraguas
El proyecto ya tiene fecha y lugar de presentación: el 5 de junio del 2022 a las 19:00 en el auditorio de la escuela de música Madrid Music Hall, que dirige Marta Aranda Roig.
He realizado este primer cartel que no acaba de convencerme. Desde luego, es cualquier cosa menos minimalista, como sí que es el libro.
Algo me dice que no será el último y definitivo.
Este es el texto del prólogo del libro, que describe a la perfección en qué consiste, pero no habla demasiado en detalle de las metáforas que me evoca el pensar en paraguas rotos.
Hace más de una década comencé a realizar fotografías de paraguas abandonados por la calle sin la más mínima intervención. Ni los manipulaba, ni editaba las fotografías, ni tan siquiera corregía una posición de los mismos o los rescataba del olvido, del injusto trato con el que alguna persona se había deshecho de ellos.
Ahí estaban, tirados, como llorando en mitad de la calle, en un entorno mayoritariamente urbano, en las proximidades de cubos de basura desbordados por un intento vano de introducir estos elementos en unas papeleras no pensadas para tal fin.
Me acercaba, me detenía, hacía una fotografía, en alguna ocasión más de una, para dejar huella, para dejar constancia del paso por la vida, por la utilidad, de esos enseres rotos, arrancados de su función por una varilla doblada, por una batalla perdida contra el viento, por una repentina mejora del clima.
Ahí quedaban, tras mi retrato, en el velatorio de la calle, en el cementerio de cemento, en la ignominiosa nada, en la desmemoria, tras un fugaz encuentro con una mirada ansiosa de metáforas.
Paraguas rotos.
Tan sólo son paraguas.
Paraguas rotos.
Algo más simple puede que se acabe imponiendo…
Amazon Music y La Polla Records
Me dice la compañía de venta por catálogo más grande del mundo (con permiso de alicosas) que quiere ofrecerme su servicio de música por subscripción y que aún no he utilizado ese servicio suyo (otros sí, lo reconozco con algo de vergüenza).
Para que lo use (sé que saca información personal que luego venderá) me «regala» 5€ en descuentos.
Y no estoy para despreciar 5€. Es triste. Patético.
Así que me aventuro a usarla, sabiendo que en cuanto me «regalen» esos 5€, volveré a seguir usando mi cuenta de Spotify, que dejó de ser de pago para no pagar 5€/mes que no puedo permitirme, pues el incremento de gastos fijos es inaceptable.
Para realizar un pequeño (absolutamente insignificante) acto de rebeldía, he buscado y «sintonizado» algo punky, pero me queda más que patente que «punk’s not dead»
Esto no es serio
Nos dicen que acertemos con «la orgánica», y nos sugieren una serie de protocolos para cumplir y así conseguir que los residuos sean más fácilmente reciclables.
Compramos unos cubos idóneos para ello, que ocupan mucho más que el cubo que teníamos antes de disponernos hace unos meses a cumplir con nuestro deber como ciudadanos modelos que hacen lo que dios manda para luchar contra el cambio climático y otros males que acechan la Tierra.
Pero nadie nos resuelve un par de cosas que luego son necesarias:
El cubo de la basura orgánica en nuestra comunidad de vecinos tiene un pequeño lugar en el fondo del cuarto de limpieza, quedando detrás del de «restos» genéricos, con lo cual nadie (salvo nosotros en un intento denodado por satisfacer la ética ecológica) llega a tirar la basura orgánica en el cubo marrón que siempre suena a vacío cuando recibe nuestra bolsa cayendo desde la distancia.
Lo más probable, me consta, es que la empresa responsable de la limpieza de nuestro inmueble dedique un par de segundos para mezclar ambos cubos y ahorrarse sacar ambos, sabiendo que el daño para el medio ambiente es mínimo, pues una bolsa de basura a la semana (o menos) de orgánica mal tirada no va a ser el fin del mundo.
En resumen: me siento idiota con tanta frecuencia…
Cada día que pasa da más pereza utilizar Facebook
El otro día tardé un rato en encontrar una categoría en la cual pudiese encuadrar un evento como el de nuestros queridos y mensuales N’Clave de Po(esía).
Pues está claro que algo tan sencillo como «cultura», o «lectura» o, para pedir más, «poesía» no iba a estar entre las posibles para elegir. Hube de clasificar el evento como de Artes Visuales, aunque en realidad tiene poco de visual.
Pero además de pasar por ese pequeño cementerio de elefantes en que esta red social se está convirtiendo, me encuentro con lindezas como un mensaje que me dice que «soy una perra hambrienta…» y no sé si reír o si llorar.
Obviamente, sé que es el SPAM y no me preocupo más de lo necesario, pero es terrible que exista este lenguaje y que la red social censure otras tonterías similares. Ay… qué pereza es esto de utilizar redes sociales. ¿Me estaré haciendo a-social?