Acción llevada a cabo por Giusseppe Domínguez durante el curso de un taller de Performance que tuvo lugar en Asociación Cultural Clave 53 entre los años 2004 y 2006.
Grabación cámara en mano por la sufrida Aída B. Márquez
Diario
Acción llevada a cabo por Giusseppe Domínguez durante el curso de un taller de Performance que tuvo lugar en Asociación Cultural Clave 53 entre los años 2004 y 2006.
Grabación cámara en mano por la sufrida Aída B. Márquez
Este poemario ha sido recolectado a lo largo de los meses de abril y mayo de 2013 a partir de poemas de los asistentes a los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 coordinados por Giusseppe Domínguez.
Autores: Carmen Cruz, Carmen Garrido, Dolores Vallejo, Eduardo Manzaneque, Ernesto Pentón, Eva Obregón, Jorge Piñero, Juan Carlos Orella, Juan Carlos Ortega, Angelines Cuenca, Paloma Hernández, Sara Valverde, Susana Recover, Vanessa Ventresca, Vicente Navarro-Abad.
La palabra «cero» proviene de la traducción de su nombre en sánscrito ??nya (vacío), en devanagari (????), al árabe sifr (??????) Del árabe clásico migró al árabe hispano (?ífr) y, de allí, al italiano (zero) a través del bajo latín zephyrum. La voz española «cifra» también tiene su origen en sifr.
Talleres de Poesía y Escritura Creativa
Asociación Cultural Clave 53
poesia@clave53.org
www.clave53.org
Te adjuntamos invitación para que asistas a este encuentro con la poesía en lo que puede ser una de las más poéticas despedidas de la larga primavera que te brindamos.
Recuerda:
¡Cuéntaselo a quien creas que le puede interesar!
No No No No No
No estoy
No
No No
N
o
estoy
confuso
aunque diga lo contrario
no
no
n
o
me creas
no
est
oy
on c
fuso
no
n
o
lo
sé
sé
s
é
s
í
y
o
l
o
s
é
mi
confusión
fusión
surge
de na
lada
ada
da
a
que
retrotrae
scalas
calas
alas
las
as.
sí
o
¿no?
Estoy editando un libro colectivo con mis alumnos de talleres, como suelo hacer al final de cada curso. Este año también lo hicimos. Aprovecho para vincularles con el proceso de selección de textos, de maquetación (de edición) y un ejercicio de colectividad, digamos, asamblearia pero con mi veto de por medio. Procuro ejercerlo poco, no obstante.
Después de terminado el material, que maqueto y les entrego para su revisión y aprobación, contacto con una editorial de las que hacen libros online bajo demanda (www.bubok.es) y procedo a subir el libro y darle el formato que requieren para su procesado.
Este año, el libro se titula Verso Cero, tiene una bonita portada de unas salinas de las Islas Afortunadas, y está en proceso de envío.
Cuando pedí el primer ejemplar de prueba, se puso en contacto conmigo un asesor comercial de la empresa para aconsejarme y ofrecerme un buen presupuesto y buen precio por ejemplar para la primera tirada de centenar y medio de unidades.
El viernes 14 procedí a aceptar el presupuesto que me había presentado este asesor y solicitar los libros. Quedamos en hablar un día de esta semana pasada… pero no me llamaba.
El jueves 20, algo inquieto por su silencio, le llamé para saber en qué estado estaba el pedido y me contestó una asesora que me confirmó que todo va según lo previsto. Bromeando, le dije que Rafael no habría dejado la empresa… y me contestó que sí. Le dije, siempre asumiendo que era en broma, si había sido despedido… y su silencio me dio a entender una respuesta afirmativa… Jo. ¡Qué tremendo! En menos de una semana yo me había quedado sin interlocutor, había encontrado una nueva interlocutora y seguía como si nada hubiese pasado.
Pero me dio por pensar en la volatilidad de los trabajadores, que no de los puestos de trabajo: el empleo sigue, pero el empleado cambia. Sí, es obvio, es tontería, casi, pero me parece algo «deshumanizado», aunque, también, cabe decir que terriblemente eficaz, mecánicamente eficaz, casi como automatizable.
No era mi propósito hablar de la naturaleza del mercado laboral, ni de el tipo de trabajo que llevamos a cabo en esta era de superación de la revolución industrial hasta la tecnológica, pero se acaba pensando en ello, de alguna manera. ¿O no?
Oro con plata
como la forma
vino a parir logo.
Transmutación opaca
con órbitas azuladas,
roja locura
como gramos poúndicos
salpican la publicación acabada
y su rima
dura
duró
más
y más,
hasta diría sin dudar
un infinito
doloroso y arduo
como silbido cúprico.
Transmutación:
tú
ya
morirás
otra.
En una edición pequeña, de un libro minúsculo que, como tantos otros, perdí prestándolo, contenía 20 poemas y me cambió la forma de entender la poesía.
Después mi amigo Jose Eugenio Vicente Torres me habló de su narrativa, de sus novelas y cuentos. Leí voraz La máquina de follar (que también he perdido) y fui recolectando todos y cada uno de los libros que publicaba en España, principalmente, Anagrama. Sobre todo novelas y relatos.
Leí un maravilloso libro que ahora tengo en PDF, de Neely Cherkovski, titulado Hank, sobre la biografía de este personaje tan singular… y fui queriéndolo, idolatrándolo hasta límites insospechados. Quise escribir como él, pero cometí el error de no darme cuenta de que eso era la superficie, de que en el fondo no vivía como él y no quería vivir como él. Que lo que tenía que hacer para escribir como él era escribir como yo, siendo yo y viviendo como yo.
De cuando en cuando, cuando me parece complejo escribir poesía, abro un libro suyo y leo alguno al azar, algún poemita, alguno de los maravillosos como los dedicados a su hija Marina, o a Jane, o los de su más tardía edad. Y me doy cuenta de que me voy acercando… su autenticidad, más o menos mítica, es un objetivo de mi vida. Es algo que, en ocasiones, podríamos denominar coherencia.
En aquel entonces, hace 15 años, apenas había gente que conociese a este autor en España, así que cuando unos amigos me pidieron un poco de información sobre su biografía y obra, tuve el gusto de preparar algo así como un curso adaptado para lo que requerían: el montaje de un trabajo parateatral llamado Zoo Bukowski.
Desde entonces, había fantaseado con la idea de realizar un taller sobre su obra poética, pero siempre lo postergaba por la dificultad de hablar sobre un hombre/mito, sobre la extensión de su obra, por muchos motivos… pero al final, hoy, comienzo un curso monográfico sobre la poesía de Charles Bukowski y el realismo sucio (porque de Carver no quiero hablar ahora, pero es tan sorprendente como el amigo Henri).
El programa del curso incluye uno de mis poemas favoritos que tengo en grande enmarcado en las paredes donde imparto mis talleres de poesía desde hace más de 10 años. Es de referencia.
Taller Monográfico: Charles Bukowski y el Realismo Sucio norteamericano
Dirigido a Cualquier persona con ganas de escribir desde un lugar poco habitual, pero sin necesidad de experiencia previa en talleres literarios.
Sobre Bukowski se ha dicho tanto bueno como malo, se le ha puesto en pedestales de los que él mismo huiría y se ha convertido su figura en un mito, en el mito casi romántico del último escritor maldito.
Más allá de eso, más allá de mitologías, Bukowski tiene una escritura desgarrada, sencilla y tierna, con una liberada vena narrativa y una poesía más cuidada de lo que aparenta en una primera ojeada. Merece la pena acercarse a conocer a este escritor poderoso, valiente, digno de haber sido comparado con un Walt Whitman de nuestros días, que apasiona y genera polémicas allá por donde se le menciona.
Además de este autor, nos acercaremos a la espectacular obra de otros escritores adscritos al Realismo Sucio Norteamericano, como Raymond Carver o John Fante.
aire y luz y tiempo y espacio
ya sabes, la familia, el trabajo,
siempre ha habido algo
en mi camino
pero ahora
he vendido mi casa, he encontrado este
sitio, un estudio grande, tienes que ver qué espacio y
qué luz.
por primera vez en mi vida voy a tener un sitio y tiempo para
crear.no, hijo, si vas a crear
crearás aunque trabajes
16 horas diarias en una mina de carbón
o
crearás en un cuarto pequeño con 3 niños
mientras no cobras más que
el paro.
crearás como parte de tu mente y de tu
cuerpo
destrozados.
crearás ciego
mutilado
demente,
crearás con un gato subiéndote por la
espalda mientras
la ciudad entera se estremece ante un terremoto, un bombardeo,
una inundación, un incendio.hijo, aire y luz y tiempo y espacio
no tiene nada que ver con la creación
y no crean nada
salvo, quizás, una vida más larga para
encontrar nuevas
excusas para no hacerlo.Charles Bukowski
Dice John Cage que «dondequiera que estemos, lo que oímos es, en su mayor parte, ruido. Cuando lo ignoramos, nos molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante. El sonido de un camión a ochenta kilómetros por hora. Interferencias entre emisoras. Lluvia. […] podemos componer e interpretar un cuarteto para motor de explosión, viento, latidos del corazón y corrimientos de tierra».
En estas Revelaciones del Silencio, Ernesto Pentón ha buscado estos sonidos, estas revelaciones que ha convertido, suavemente, en textos. Textos casi inaudibles, silentes, desapareciendo en el gris sutil de un poema oculto en el entramado del papel. Lo ha rescatado del fondo de las fibras, lo ha escarbado, lo ha revelado. Nos lo revela. Así la importancia máxima recae en ese ideograma que aporta la clave para comprender el proceso de creación de este objeto casi no creado, sino sustraído al silencio, traído al instante presente con la amabilidad de su trabajo como poeta.
Los textos apenas audibles, apenas visibles, en el silencio que propone, son un trueno, un rayo, un relámpago, son música, son un bombón helado en pleno agosto… se derriten en el paladar de la lectura, pausada, como él. Nos lleva a una introspección que ha bebido en fuentes de Hugo Mújica, el mentado Cage y también, claro, el Zen.
Disfrutar de estas páginas cuadradas, de blanco sobre negro y negro sobre blanco, cargadas de poesía, con motivos ideogramáticos, es tan apacible como una tarde de mayo, como esta tarde de mayo en la que presenta este objeto financiado gracias a la participación de micromecenas que han deseado hacerlo posible.
Pero no deja de ser Ernesto quien nos regala esta pieza única, numerada, serial y editada con un mimo casi candoroso, nos regala su visión, revelada, de lo que él ha encontrado en el silencio… en el imposible silencio de su mente bulliciosa.
Espero poder seguir disfrutando de su ruido, a partir de la que nacen tan bellas sinfonías.
Instalación
Oír a otra persona usando un «medio» en directo y en persona. Algo así como usando auriculares aislantes y sendos micrófonos conectados a un aparato que, eventualmente, graba. Podría ser online/skype, con dos portátiles enfrentados.
Recordar la instalación de una pieza de música clásica conocida, por ejemplo, la novena sinfonía de Beethoven, asociada a un ecualizador gráfico. Sala a oscuras. Solo debe ser visto el ecualizador. No oír nada, o, en su defecto, conectar auriculares con sonido de mar que no corresponda al movimiento de luces del ecualizador.
Relación entre música y números y bits. Más o menos como entre líneas, fotogramas y películas. Recordar la música de Ryoji Ikeda. Insertar líneas en fotogramas montando un audiovisual que relacione esa música con la frecuencia de aparición de las líneas, su disposición espacial, vertical preferiblemente, y su grosor o color.
Acción: Abrir 27 puertas en 1 día. Escribir (o poner de algún otro modo) una letra por puerta.
Fotografía
Fotografiar copas con distintos líquidos o sólidos. Quizá también algún gas, visible o invisible. 27 Fotografías.
Fotografiar mesas con distintas cosas a modo de bodegones, con una descripción adyacente. Montar dípticos con las fotografías (cuadradas) junto al texto (en caracteres monoespaciados) escrito en blanco sobre negro.
Escritura y palabra
Empezando a contar algo sin saber el qué (al modo de Conferencia sobre nada, de John Cage) y terminar cuando se acabe la luz solar.
Escribir palabras de atrás hacia adelante hasta finalizar con el comienzo.
Escribir varias personas los avatares de varios personajes que se cruzan en un punto común. Punto de partida para un proyecto de escritura colectiva, quizá para un taller de poesía.
Usar un relato ya escrito y sustituir todo lo poesible por otras cosas hasta que sea completamente nuevo. Ya he realizado algo similar con poemas (de Paul Eluard) pero ver qué tal funcionaría con un relato.
Escribir distintas anécdotas en cartas y barajarlas. Repartirlas.
Recortar la segunda línea de cada artículo de periódico del último año y juntarlas. Modificar mínimamente la gramática para que concuerden y presentarlo como un artículo periodístico nuevo, global, caleidoscópico, simultaneísta.
Hacer un esquema y un resumen de cualquier cosa y pedir «por carta» que unos desconocidos vayan aportando sus historias.
Realizar una serie de tablas de verdad escalables. Por ejemplo en formato vectorial. Mostrar que la verdad puede aumentarse de tamaño, pero no de verdad.
Sobre ciclismo: Mientras la policía no vaya en bicicleta, son patrañas. Las bicicletas son para el Verona.
Senado/r / Senes / Senectud
Ancianos sabios enfermos de las gens / gentes / familias. Genética y vejez. Relación.
Proyecto: Suelos.
Mi padre me decía que no mirase el suelo.
Hacer series de 27 fotos de suelos.
Referencia al proyecto líneas.
Texturas – Series. Mezclar con el proyecto Zoom.
Paredes. Fotografiar paredes. Distintas paredes. Letra / pared.
Mármol y chicle. Son materiales distintos, pero ambos son uniones de protones, neutrones y electrones… ¿o no?
A partir de Lo Neutro de Roland Barthes
Aquella azafata
anteayer apareció
al abrigo asada ante
azabache anochecido.
¡Ay! Apenas alcanzó a amarme
apenas apreció aquella amapola astuta
acariciando abrazos
azulados.
Así, algún amante
abolió aquella afrenta.
Arteramente
arrancó aquel
adiós.
Ayer en una clase de poesía
me preguntaron
¿de qué vivía Paul Eluard?
Yo había estado presentando su contexto
su relación con Gala
su pertenencia al Surrealismo
su estancia en Suiza en el momento adecuado
para conocer el nacimiento de Dadá
su amistad con Bretón
su militancia política…
y no tenía ni la más remota idea
de si vivía de la poesía
aunque estaba casi seguro de que no.
Poeta no es aquél que vive de la poesía
sino aquél que vive para la poesía.
No pude evitar darme por aludido
si bien
algo en mi interior me decía
que yo no era
ni remotamente parecido
a Paul Eluard.
Hice un repaso
(no solo mental)
sobre de qué vivían
(de qué ingresaban dinero)
los poetas y artistas que conozco
vivos y/o muertos
comentando cómo, muchos, cobraban en especies
en obra plástica
como Duchamp y Picasso
y cómo el primero había ayudado a coleccionistas
de la talla de Peggy Guggenheim
a acercarse a obra de autores que nunca habría conocido
o cómo Baudelaire
uno de los primeros escritores malditos
había escrito un libro titulado
Cartas a mi madre
en las que
cada vez que terminaba
le pedía dinero para sus re
ediciones
de las Flores del Mal.
Dinero que
en última instancia
salía de las manos de su odiado padrastro
burgués militar hasta la médula
que habría querido impedir
el desarrollo artístico de quien estaba llamado a ser
el revolucionario mayor de la poesía contemporánea.
Charles
como muchos otros
ingresó de traducir obras ajenas
como haría Paul Celan
o Paul Auster
o tantos otros
que tenían
con ello
la oportunidad de trabajar en algo cercano
a aquello para lo que querían trabajar.
Algunos habían vivido de participar en publicaciones
tan prosaicas como la prensa
y ahora las tertulias televisadas
o radiadas
en cierto tiempo.
Otros
de hacer obra de encargo
en paralelo a la obra que deseaban hacer
tanto cineastas
como pintores
como fotógrafos
como escultores
como arquitectos.
Había ejemplos de todas las clases
de todo pelaje.
Muchos tenían trabajos más o menos ignorables
e ignorados en sus biografías
como Bukowski el cartero
y luego tantos otros trabajos ocasionales
o Henry Miller jefe de personal
o Auster negro literario
o pintores diseñadores gráficos
y recordé la entrevista que hacían a un escritor español
cuyo nombre no recuerdo
en la que afirmaba que una de las mejores profesiones
para un poeta o novelista
era la de barrendero
por la disponibilidad de tiempo
estabilidad económica
aporte de experiencias únicas
y mínimo consumo cerebral.
Porque sí
el cerebro se gasta
en determinados trabajos
y así yo preferí
trabajar de teleoperador
a administrador de sistemas o consultor tecnológico
porque mi para qué
se veía mucho menos turbado
en un trabajo eventual
que no requiriese la participación
de mi mente.
De un tiempo a esta parte
muchos artistas y ocasionalmente
algún poeta
habían vivido de la subvención pública
que era un camino razonable
para quienes están haciendo obras
de marcado carácter contemporáneo
exentas de la posibilidad de crear un público espectador
habiendo abolido la expectativa.
Parecía que se había hecho posible
el deseo de Maiakovski
expresado tan maravillosa e inteligentemente
en su poema
Conversaciones con el inspector fiscal sobre la poesía.
Pero no podía durar.
Ahora están
navegando en el mar de dudas de la carencia más absoluta
en una economía que más que de guerra podríamos llamar
de postguerra
de país vencido.
O estamos.
Y vamos recogiendo migajas
en forma de trueques
ayudándonos entre nosotros
a seguir adelante
comprándonos entre nosotros las obras que
en muchos casos
solo leemos nosotros o vemos nosotros.
Y vamos fabricando más jabón para esta burbuja
que nos mantiene aislados
como en un lugar impoluto y limpito
carente del problema de la subsistencia
en el que no hablamos de qué es lo que hacemos
para ingresar dinero.
En muchas ocasiones
(y me incluyo)
tenemos familiares o amigos
que ejercen un mecenazgo
puntual
con el que vamos tirando
y tiramos
porque somos cigarras en un mundo de hormigas
a quienes molesta el ruido de las cigarras.
No sé de qué vive Paul Eluard
pero sí sé
seguro
cómo vivió
y para qué vivió.
Vivir es
tan difícil
cuando se hace contracorriente…