7 Tumbas Amarillas

Este poemario (7 Tumbas Amarillas) surge como ejercicio inspirado en un verso de Hans Bender, realizado por las personas asistentes al Taller de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53. Taller de Poesía Contemporánea II. Martes 16 de octubre de 2018.

Todo el proceso de maquetación ha sido realizado utilizando exclusivamente software libre (scribus para el contenido del libro, inkscape para la portada, sobre sistema operativo Linux Mint 18.1 Serena)

Bug

Dice Wikipedia que Bug es:

Un error de software, error o simplemente fallo (también conocido por el inglés bug) es un problema en un programa de computador o sistema de software que desencadena un resultado indeseado. Los programas que ayudan a la detección y eliminación de errores de programación de software son denominados depuradores (debuggers).

Sin embargo, cualquier traductor de medio pelo automático te dirá que es un insecto, así que hoy he pillado un BUG intentando entrar en mi ordenador, a través de la pantalla, usando su sofisticada tela (una web, para que nos entendamos), pero he arreglado el bug mediante el viejo recurso del kleenex «debugger»

Tres secuencias más del bichito intentando entrar en mi sistema informático…

El tren de la memoria

Llevo años jugueteando con estas cuatro placas de memoria de (¡Atención!) 1 Mb RAM cada una. Son viejas tarjetas de 30 pines que ya no valen para nada más que para hacer chistes de palabras visuales.

Para mí, son una doble referencia a la memoria, en tanto algo obsoleto y por la obviedad de lo literal: tarjetas de memoria, tarjetas de recuerdos, tarjetas de algo que ha sido olvidado y superado, tarjetas del pasado, tarjetas del tiempo que no volverá, tarjetas de ayer, tarjetas de paraísos perdidos, tarjetas de reminiscencias, tarjetas de recuerdos, tarjetas de semimetales sobreimpresos, tarjetas de vida al fin y al cabo.

Desbrozando un PLC

Lo tenía mi madre en su casa. A ella puede que le hubiese servido para algo, esto de conectar ordenadores alejados utilizando la red de corriente eléctrica de la vivienda para distribuir la información (datos), pero a mí me era absolutamente inútil. No sólo por el hecho de que tengo una superficie de hogar que no justifica este despliegue, sino porque además me obligaba a adquirir otro PLC con el que completar el par cliente-servidor o maestro-siervo, sin ninguna justificación.

No obstante, quise trastear con el «bichito» y probé a encenderlo y ver si se podía configurar de alguna manera… pero no pudo ser. Quedaba permanentemente en un estado de luz roja (mal signo) así que no conseguí que se pusiese en marcha.

Después de darle una lenta pensada a qué hacer con ello, si podía recuperar algo, aunque fuese el enchufe, acabé por destriparlo. Solía hacerlo de pequeño: abrir aparatos sin saber si voy a poder usar algo de su interior. Así fue: nada me servía. Lo abrí para un rato después seguir sin saber qué hacer con ello. Y acabé tirándolo, como no podía ser de otra manera. Consumismo irresponsable e insostenible…

SSL

Convertir el blog a SSL (es decir, que aparezca un candadito en la parte de arriba del navegador), cifrar el contenido con una clave asimétrica, lo que viene a ser el funcionamiento básico del cifrado SSL, ese que añade una miserable «s» al http para que pase a ser https… ha sido mucho más difícil de lo esperado.

No ha sido difícil por lo que esperaba: el certificado en el servidor, puesto que de un tiempo a esta parte los hosting servers lo ofrecen de manera automática y gratuita (antes lo cobraban y no descartaría que en breve lo vuelvan a cobrar).

Lo más complejo es lo que se conoce como «Contenido mixto» que consiste en que partes de una página web bajo un servidor «seguro» con su certificado SSL reconocido, etc, incluyen contenido de webs «inseguras», es decir, sin certificado.

Un ejemplo sencillo es una página que en lugar de tener alojada una imagen, la «incruste» desde su propia URL externa al servidor en el que está la página (img src="h t t p ://.....imagen.jpg). Esto se mostrará como «contenido bloqueado» y saldrán distintos avisos en los navegadores (cada uno tiene su forma de gestionar esta situación) e incluso alguno, como Opera, bloqueará el acceso a esa web porque la considerará potencialmente peligrosa.

No se contentarán con avisar de que tiene contenido mixto y que parte de la web contiene elementos no cifrados, de manera que el usuario sea quien tiene la responsabilidad de comprender lo que ello significa, sino que bloqueará el contenido y alertará como algo muy peligroso… mientras que si se accede a la versión sin SSL, es decir, aquella en la que no hay contenido mixto sino que todo el contenido está sin cifrar, no avisará de la misma manera, tan sólo con un poco molesto «sitio no seguro», por supuesto sin ningún tipo de bloqueo.

En resumidas cuentas: como se parte de la base de que los usuarios son lerdos incapaces de aprender por su cuenta qué significa esta parafernalia tecnológica, las empresas que desarrollan navegadores alertan para que nadie sea estafado.

Evitar el contenido mixto en una web (especialmente en un blog) es muy complicado, aunque afortunadamente hay herramientas que ayudan a simplificarnos la vida y abunda información disponible en Internet para ayudarnos a migrar. Pero lo que a mí me parece cada día más evidente es que este campo (Internet) está destinado a ser propiedad y gestionado por las grandes empresas, capaces de realizar operaciones cada día más complejas, como los cumplimientos con legislaciones como la nueva Ley de Protección de Datos o informar sobre las cookies, la certificación SSL (incluso para una mera web presencial, que no recaba información), el hacerlas adaptadas a todo tipo de dispositivos (lo que se conoce como web «responsives«) y ya ni hablamos del posicionamiento SEO para que Google decida si tu página es visible en el mundo de su buscador o no.

Navegadores

En esta época en la que confundimos Internet con Google o decimos cosas tan graciosas como «abro internet«… he decidido compartir unas cuantas capturas de pantalla de navegadores para que se entienda que con cualquiera de esos programas podría acceder a páginas o servicios que estén ubicados en servidores de Internet, ya sea localizándolos a través del «magnífico» y casi omnipotente y omnipresente buscador Google (/portal /desarrollador de aplicaciones /servidor de fuentes /etc, etc, etc…).


Chrome:


Chromium:


FireFox:


(MS) Explorer:


Opera:


Safari (MacOS):


TorBrowser:


Midori… y otros muchos, se quedan fuera por poco uso, pero es una lista mínima de navegadores diferentes, sobre distintos o no sistemas operativos funcionando… y he dejado de lado todos los dispositivos móviles, televisiones, tablets… etc.

Prefiero NFS a SAMBA

Cuando utilizas Linux es mucho más sencillo configurar las comparticiones de carpetas entre dispositivos utilizando NFS que el protocolo típico del mundo windows.

Es tan sencillo como instalar NFS server en el equipo del que se desean compartir carpetas

(En derivados de Debian):
sudo apt install nfs-common nfs-server

A continuación, editar (por supuesto con un editor de texto plano, por ejemplo VI) /etc/exports y añadir las carpetas que se deseen compartir y las reglas de compartición propias
(Yo solo dejo acceso a 192.168.1.4, para dejar a toda la red local suele ser por defecto en la mayoría de las configuraciones típicas de router: 192.168.1.0/24)
/RUTA_ABSOLUTA/CARPETA_a_COMPARTIR 192.168.1.4(rw,async,no_subtree_check)

Si no queremos reiniciar, podemos sencillamente ejecutar esta secuencia de comandos para que el NFS server se entere de los cambios:

sudo exportfs -ra
sudo update-rc.d rpcbind enable && sudo update-rc.d nfs-common enable
sudo systemctl restart rpcbind
sudo systemctl restart nfs-kernel-server

En el lado cliente es preciso instalar al menos el nfs-common
sudo apt install nfs-common

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Permutaciones

He decidido ir publicando en una red social de cuando en cuando una frase con dos palabras formadas por las mismas letras en distintas posiciones y una palabra a modo de conjunción entre ambas.

Las palabras que use deben tener todas las letras distintas, es decir, permutaciones sin repetición. Es fácil (factorial) saber cuántas podrían haberse obtenido si bien es más complejo de lo esperable el obtener una de ellas que sea significativa. Más aún que el par formado sea interesante.

De momento, he publicado:

mapeo un poema
cunetas sin cuentas

Sobre un bonito fondo rojo.

Conexiones en la Pelubrería: Sábado a las 20:00

Este sábado en Espacio Paco Martin – La Pelubrería, estaré presentando por última vez un libro de hace 18 años y por primera vez un libro de hace unos días.

Los tiempos han cambiado. Han pasado sobre mí como una apisonadora… y he quedado muy lisito, suave, sencillo.

Compartiré el evento con el artista Víctor Royás y sus inquietantes esculturas de vidrio/casi cerámica/, sus heridas y su preocupación social.

Mientras tanto, yo hablaré del 3 y sus potencias. De la triada. De mis obsesiones. Yo, yo, yo…

Después realizaré una acción pensada para sugerente espacio en el que va a tener lugar: una peluquería en la que se lee poesía, o una librería en la que se corta el pelo.

Portada y contraportada del libro colectivo

De cara al libro colectivo que cada curso publicamos en los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53, este año vamos a realizarlo mediante una imprenta «profesional» para editoriales, lo que me ha obligado a tener que aprender a manejar herramientas más sofisticadas de edición y maquetación, cuya rentabilidad supongo que apreciaré en un futuro intermedio.

De momento, dejo constancia de la portada realizada utilizando Inkscape sobre Linux, como me gusta hacer, políticamente libertario, con software libre cueste lo que cueste, pues no cuesta dinero, pero sí algún que otro disgusto y una curva de aprendizaje cuando menos escarpada.

No obstante, la satisfacción de su uso acaba por compensarme. Y, supongo, me permite vivir una vida alejado de equipos de muchos más recursos que serían más caros, lógicamente, lo que me libera, a la larga de ciertas «obligaciones» contractuales muy extendidas entre la población. No deja de ser una forma empecinada de «vivir a la contra», algo adolescente, quizá, pero rebelde más que revolucionario.

Esto no es una broma