s-exclavitud
debería ser ex
de abolición
haiku
folio
sobre la mesa
blanco folio refleja
la luz nocturna
sobre la mesa
blanco folio refleja
la luz diurna
sobre la mesa
las luces se entretienen
con su blancura
caramelos
tres caramelos
sobre la bolsa blanca
son comestibles
un caramelo
junto dos caramelos
es amarillo
caramelito
no digas que te dije
que no te quiero
los caramelos
espacialmente bellos
por su envoltorio
Calle de la lechuga
Ambos letreros
marcan con su insistencia
la lechuguez.
Ese prohibido
apunta direcciones
que no comparto.
Primer cartel:
calle de la lechuga
sobre cartel.
Bajo los mismos
fachadas tricolores,
ángulo recto.
basura
oblicuo escudo
vigila que la muerte
salte a la horca.
Viernes
Fuente de luz
gris contra la pared
comienza a andar.
Las jardineras
en el balcón cerrado
abren sus hojas.
El ojo de cámara
contra ojo de persona
es un cerrojo.
Cartón negro
alberga colorines
como yo antaño.
3 catorce no es pi
Hallo señales
en los retretes públicos
con casi pi.
K tres catorce
el sucio ambientador
Made in Ibiza.
La sombra corta
efecto mariposa
conversaciones.
Reflexiones sobre un haiku
La otra noche escribí en una libreta que tengo junto a la cama el siguiente haiku porque sabía que olvidaría lo cuidado de su composición, querría recordar cada una de las palabras, porque todas cuentan, y no podría.
En esta noche
ladra (el) silencio roto
a contragolpes.
En esta noche no es un lugar, como viene siendo habitual exigencia de los haikus más canónicos, un lugar que haga referencia a la estación en la que estamos… y podría haber usado algo como «bajo la nieve», que con sus 5 sílabas bien medidas también sería un bonito contraste ante ese ladrido inesperado en la noche.
O quizá usar un «en nuestra cama», pero ese silencio roto parecería tener que ver con nuestra relación, así que no acertaría el sentido, de una cama que en realidad (esa noche) hacía referencia a una de las pasadas en Daimiel temiendo un desenlace fatal de la madre de Carmen.
«ladra» bien podría haberse sustituido por un «grita» o «gime», pero esa explícita referencia al grito y el silencio sería vaciada de la referencia bestial, esos perros que me horrorizaban en mi infancia mientras pasaba por delante de casas caninamente defendidas.
Ese ladrido que remite a versos del poema Todesfuge de Paul Celan, ladridos que rompían el silencio, ladridos de quien es ladrador y poco mordedor, ladridos de maltratador y ahí esa nueva referencia a los contragolpes, a esos golpes que se vuelven a dar a la contra, a la contra del silencio.
El silencio roto es un clásico, un lugar común, casi, que podría haber sido un silencio rojo o silencio sordo… que son otros lugares comunes que no aportaban la dureza de la rotura.
Pero el artículo «el» que he decidido meter entre paréntesis, es lo que más he dudado en mantener tal cual está, pues no aporta nada (tampoco silábicamente) sobre un, quizá más contundente y sintético, «ladra silencio roto», pero al mismo tiempo separa el verbo «ladrar» del objeto ladrado: «silencio roto».
Sigo dudando mantener «En esta noche» pues podría haberse escrito como «Aquesta noche», para reducir el número de palabras, pero usando una que no me convence por su artificiosa presencia trasnochada (hablando de noches).
Finalmente, seguro que hay otras formas de escribir lo mismo, pero quería dejar constancia de la reflexión que puede asociarse a una estructura prosódica tan breve como el haiku y eso sin profundizar en otras cuestiones como la inexistencia del «kigo«, un «kireji» poco definido, unas imágenes demasiado metafóricas y poco concretas, aunque he de reconocer que no suelo exigirle todo esto a ninguno de los haikus que he compuesto alguna vez.
cifras al revés
bajo la pantalla
lloran unos dígitos
una fecha inventada
escritos sobre cartulina
amarillenta
el paso del tiempo
los llevó a morir
en una fecha inventada
escritos sobre cartulina
amarillenta
Tono
Con ocho tonos
son cómodos los otros
como con todo.