Performance titulada Ataduras

Visualicé unas cuantas ataduras
como

un reloj (de pulsera) encadenado a una bola de esas de las prisiones
el problema está en que no me vale una imitación de bola
hecha con cartón piedra o similar

una cadena o soga atada a un ladrillo

y algunas otras que puedo seguir imaginando
como un ordenador personal
o una lavadora

y preferiblemente nada humano
pues los seres humanos no son ataduras
ni mis amigos
ni mi familia
ni mi pareja, mi compañera, mi libertaria

después de estar «atado» a mis ataduras
intentar
moverse.

Es algo que tengo que perfilar. Está poco definida, me falta visualizarla más concretamente. Pero quería participar a quien leyese este diario de cómo me surge una idea que, quizá, con el tiempo, veré en algún encuentro de arte de acción o algo así.

Además, me gusta inscribirla junto a un texto que describa lo que me hacen sentir esas ataduras, lo que me incitó a pensar en ellas, a desear mostrarlas, a querer escribir un poema con acciones sobre ese tema.

Esa, digamos, partitura, quedará escrita y publicada en mi web para uso y abuso de quien así lo desee.

www.ivanaraujo.com

Acabo de terminar la web de Iván Araújo, mi amigo, mi gran amigo, pintor y grabador que de esto de Internet no entiende nada ni quiere entender.

Y cada día lo entiendo (a él) más. No perder el tiempo en cuestiones como Facebook, emails, etc, hace que pueda centrarse en lo que sí que entiende y sí que hace bien, que es su obra plástica, sus pinturas, grabados, monotipos, sus talleres de grabado, su desarrollo como artista que se hace a sí mismo a cada paso de sus obras, con tesón, con sudor, transpiración al 99%…

Mientras, me ha decidido pagar la web (que un refrito de otras hechas y arreglada para la ocasión) con obra suya, y me hace rememorar a Picasso y Duchamp, sus relaciones, sus pagos en obra, la riqueza que acumuló el segundo que apenas hacía otras propias y, desde luego, poco comercializables, pero que se entregaba, parece ser, en ayudar con diversas gestiones extra-artísticas a sus amigos pintores, como el primero.

Compararme con Duchamp siempre ha sido uno de mis más anhelados deseos, no con Picasso, pero cada cual elige cómo quiere ser… y yo querría ser Duchampiano… Marcel-Duchampiano, claro. Quizá no esté tan cerca como quiero pensar, pero acercándome, y se lo debo, en parte, a mi querido Iván.

Para hacer esta web, como comentaba entre paréntesis, ha sido fácil, reutilizando algunos recursos que ya había usado en la mía, como la estructura en frames, o parte de las hojas de estilo, o la presentación de fotografías usando la librería highslide.js; pero también he tenido que hacer algunas cosas más «periféricas» como cambiar el tamaño de los archivos masivamente, cambiar nombres, crear index.html automáticamente…. para lo que he desarrollado algunos scripts como el siguiente:

#!/bin/bash

# DEFINICION de VARIABLES
let contador=0

while read line
do

    resto=`expr $contador % 4`
    if [ $resto -eq 0 ]
    then
    echo -e "\n \n"
    fi
    # echo -e $(printf "%02d" "$contador")
    numfile=`echo -e $(printf "%02d" "$contador")`
    echo -e "

    \n< a id=\"thumb1\" href=\"img$numfile.jpg\" class=\"highslide\" onclick=\"return hs.expand(this, { slideshowGroup: 1 }) \">"
    echo -e "\"Imagen\""
    titulo=$line
    echo -e "

    $titulo

    "
    echo -e "

    \n"

    # echo "Título: $titulo";

let contador=$contador+1;
done < listado.txt

Y es que me encanta programar para que programe para mí un programa… hacer algo que haga me gusta más que hacer directamente… quizá por eso me interesan tanto los talleres de escritura o performance… saber que ayudo a crear, más que crear en sí mismo es una forma interesante y diferida de creación, y no puedo evitar disfrutarla sobremanera.

También usé otros recursos como integrar un blog de wordpress, para que pueda mantenerlo él mismo y actualizar parcialmente el contenido de la web, o vincular las novedades a álbumes web de google/picassa, que podrá modificar el mismo Iván sin mi ayuda. Esto ya lo había usado también en algunas webs como la de Carmendelarosa.com o la de Espacio El Manantial (cuando la hice yo).

Como condiciones de trabajo, las habituales: usar herramientas extremadamente simples, como el VI, así como software de código abierto (GIMP, gThumb, pyRenamer) todo sobre Linux, con ftp client: Filezilla. Hosting: www.justhost.com.

Ahora, a disfrutar de la web y espero que Iván le guste tanto como me gusta a mí y le resulte fácil de mantener.

Cotidianos

Desde hace tiempo vengo reflexionando sobre el perfil que mis performances (y la de muchos) están tomando. Van derivando a cierta espectacularidad que, no llegando a ser el bochornoso despliegue más o menos bonito de Marina Abramovich, no deja de ser notoria.

¿Qué ha motivado esta deriva hacia lo espectacular en el arte conceptual por antonomasia?

A mi entender, la aparición de encuentros más o menos subvencionados que pagan un dinero al performer en cuestión (alguna vez he participado en alguno de ellos) tienta a elevar el número de asistentes, realizando fotografías llamativas, acciones llamativas, fabricando un simulacro de espectáculo con una disciplina que, en rigor, debería huir de tales artificios.

Algunos hay que no caen en la tentación, como el inigualable Isidoro Valcárcel Medina, pero se lo puede permitir después de más de 50 años nutriéndonos y educándonos en la coherencia más absoluta, pero habiendo sido de los primeros, tiene garantizada su entrada en los libros y, de ahí, en la fama que le granjea un buen número de seguidores, entre los que me cuento, por supuesto. Él no tiene que «justificar» su «performismo«: se le da por hecho.

Otros, a los que a veces llamo cariñosamente ortodoxos, también siguen líneas parecidas, muy discretas, en ocasiones, muy póvera, como Hilario Álvarez o Joan Casellas, pero que, estando dentro de los mismos que organizan y convocan, tienen fácil su posible exhibición en los encuentros y en los lugares donde se ha venido institucionalizando la aparición de este género. Para ellos mi máximo respeto.

Este texto no es una crítica a los performers que no buscan esa esencia de lo conceptual, sino más bien una autocrítica por el tiempo que llevo arrastrándome a lugares cada vez más espectaculares, hasta reconocerme sabiendo que algo va a producir un cierto efecto; o sea, siendo capaz de anticipar la respuesta de un público a quien ubico pasivo, contemplativo, diría, incluso, clásico asistente a un espectáculo más o menos vistoso, pero del que se espera una emoción, una conmoción, una huella visual o auditiva, que apele a los sentidos y creando algún tipo de alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que vaya acompañada de cierta conmoción somática.

Desde hace unos meses, en particular desde que vi a IVM realizando su acción «Una Mala Acción», en el marco del Encuentro Acción10Mad, vengo sintiéndome un pequeño estafador cuando concibo performances muy vistosas, grandilocuentes, espacialmente preocupadas… y he decidido apartarme, al menos en un tiempo, de esa línea de acciones espectáculo, recurriendo a algo que sé hacer y nunca hago: actos cotidianos, como el de instalar un sistema operativo, o el de ver una serie de televisión, o hacer un plato de macarrones con pimientos…

Voy a desarrollar estas acciones casi al margen de lo que son los encuentros de arte de acción o performances, en los márgenes, más bien, como este sábado, dentro del Encuentro de Arte de Acción convocado por Artón, en el que proponen realizar acciones con la excusa del Trueque. Yo les he propuesto instalar linux a todo aquel que lo desee y que se lleve el portátil.

Les adjunté un texto extraído de este mismo diario, en el que afirmo que Instalar Linux es un acto Político. Pero, ahora, con esta nueva aproximación, también se convertirá en un acto artístico.

No sé si se entenderá como arte de acción o como pago retribuyendo a los organizadores, a los performers y a unos asistentes que espero que sean (lo serán) activos. Sinceramente, me importa un pito cómo se entienda.

En esta línea un tanto radical y ortodoxa voy a seguir trabajando en los próximos tiempos mi aproximación a la performance, mediante actos tan cotidianos y marginales que sean puestos en cuestión como trabajo artístico. A su vez, iré buscando nuevos lugares «expositivos» como realizar acciones para una única persona, o en momentos no considerados hasta ahora contextos adecuados. Pensaré en ello.

Intentaré, no obstante, recuperar la poesía…

InAcción de ARTóN

Hace unos días los amigos de ARTóN me enviaron este pequeño cuestionario que voy a intentar responder con lo mejor que sé, con honestidad, sinceridad y desde mi más pura opinión.

Ya me hicieron reflexionar con su convocatoria de Des-Plaza-Miento que englobaban dentro del proyecto de cobrar la entrada en un encuentro autogestionado de Performance. Les respondí breve (Piero Mancini) y, después, con un largo comentario sobre el precio de una performance o de una pieza de arte contemporáneo en general. Texto que, a su vez, fue contestado por unos cuantos amigos y conocidos de quienes respeto su opinión que, en ocasiones comparto y en otras no. Vamos, lo normal.

Esta es la presentación de su propuesta que, de antemano, agradezco que me hayan enviado:

Estimados amigos, colegas, desconocidos, …

Desde hace más de tres años les comunicamos mensualmente que ARTóN sigue con la ACCIóN!!!
Este año 2012 lo iniciamos con LA INACCION!!!!

La inacción entendida como reflexión, una mirada a la actividad y al propio medio profesional. Este año vamos a ir despacito pensando y repensando, sin que ello signifique que abandonemos la acción tan sólo la manera de llevarla a cabo. Os invitamos a realizar esta actividad con nosotras agredeciendo de antemano vuestra participación.

Toda persona interesada en el ARTE y en la ACCIóN es bienvenida a nuestra INACCIóN

Nuestra primera propuesta:
Hemos formulado una serie de preguntas se puede contestar una, dos, tres, todas, ninguna y/o formular unas nuevas

Y aquí su primera pregunta de un cuestionario del que voy a intentar no dejarme nada por responder.


¿Ves necesario la existencia de encuentros informales donde la práctica sea investigada pero donde no se mueva dinero? es decir, donde la producción corre a cargo de los artistas. si es así, ¿de que manera lo gestionarías?

Es insostenible que la producción corra todo el tiempo a cargo de los artistas. La logística de un encuentro más o menos informal, más o menos formal de cualquier cosa (también del arte contemporáneo) implica la aportación de un dinero que no siempre se tiene. Desde luego, sin dinero o algún tipo de retribución alternativa, no hay forma de gestionar este tipo de encuentros. Y que lo pongan de su propio bolsillo los artistas es algo tan inconcebible como absurdo. La razón aducida hasta ahora para que los artistas hagan esto es que lo hacen por que quieren, por amor al arte. Pero esto no es una razón válida. Han elegido realizar un trabajo (porque esta es la cuestión básica: se trata de un trabajo) y deben ser remunerados por él. En caso contrario, se trata de una forma encubierta de esclavitud.

Hoy contestaría un poco agriamente: No lo gestionaría.

Pero la realidad es que me encanta gestionar este tipo de encuentros, así como participar en ellos y quiero alimentar su funcionamiento con algún tipo de retribución cuando alguien los organiza y sé que no tienen recursos suficientes para hacerlo. Sigo pensando que, como escribí en un artículo relacionado, la forma de financiación convencional no es la más adecuada. Mi propuesta sería la de abrir bancos de tiempo paralelos o formas de retribución no basadas en el pago en dinero que es una herramienta poco apta para valorar objetos contemporáneos por su condición de ser muestras de trabajo contrario a una expectativa cuantificable objetivamente, al contrario de lo que ocurre con el dinero, contante, sonante y basado, ni más ni menos que en su valor objetivable consensuado a priori.

A los artistas les (nos) hacen falta cosas, materiales y no materiales, y a los organizadores también para poder subsistir, para poder realizar estos encuentros y para poder participar en ellos. Comida, alojamiento, servicios varios (desde escribir una reseña periodística a gestionar servidores, pasando por cuidados de niños y clases de idiomas), que pueden ser aportados por los asistentes a un encuentro de arte de acción a razón de un criterio subjetivo y acordable entre las partes que, por otro lado, están muy cerca. Tanto que suelen ser los mismos. Pero de esta tendencia endogámica mejor no hablar ahora.

Piensas que con festivales anuales es suficiente para que el ARTE de ACCIóN se desarrolle.

No.

El Arte de Acción requiere un desarrollo continuado, un trabajo no solo de exhibición, sino de investigación, permanente. Vamos, como todo. Pero ¿tiene público? Veo que esta pregunta está formulada más abajo, así que la contesto luego.

Conozco colectivos que están trabajando de manera regular en obras que solo puntualmente exhiben. Esto es normal. Pero no pueden pensar en vivir de ello tal como está montado el sistema. Huyo de expresiones tan impersonales como esta de «el sistema», ese ente que parece dominarlo todo desde su lejano trono olímpico, pero en este caso se trata de subvertir el sistema antes de poder establecer un método de retribución con sentido para artistas y otros trabajadores cuya producción no es de directa aplicación. Es importante hacer ver que esta producción es necesaria antes de poder plantearse si los encuentros deben o no ser anuales, mensuales, semanales… Y eso es, en parte, responsabilidad de los organizadores de los mismos encuentros.

Creo que la regularidad y el compromiso constante y continuo de los artistas y los organizadores de encuentros de arte son los que hacen que esté aún en pie esta forma de arte llamada Performance.

Piensas que con tan solo las instituciones exhibiendo ARTE, los artistas pueden desarrollarse.

El término «institución» es tan impersonal como el de «sistema».

Si entendemos institución como aquellas dirigidas o administradas por organismos oficiales varios, como gestores de la Comunidad Autónoma, Ayuntamiento, Ministerios, etc, la repuesta es que no.

Los artistas de arte de acción (y de toda creación contemporánea en general) deberían seguir luchando contra ese intento de apresar entre cuatro paredes (más o menos móviles) un trabajo que surgió en respuesta al anquilosado, por necesidad, entorno institucional.

Obviamente, la autogestión surge como forma natural de funcionamiento de estos colectivos e individuos, con la consiguiente complicación de su sostenibilidad.

¿Que funciones piensas que tiene el ARTE? ¿añadirías alguna específica para el arte de acción?

No sé si atreverme a responder esta y las siguientes preguntas sin dar una breve (brevísima) acotación de lo que yo entiendo por ARTE.

Y aquí me quedo en blanco. No es que no me lo haya preguntado una y otra vez, es que nunca acabo de llegar a una respuesta satisfactoria. Creo que esto es un problema (personal y no solo) que hace que la definición del trabajo de ARTISTA sea tan difícil de entender.

¿Es ARTE lo que produce un ARTISTA? o ¿Es ARTISTA quien produce ARTE?

Me inclinaría por la segunda de las dos alternativas. Para mí no hay ARTISTAS, pero sí hay ARTE, aunque, al no haber ARTISTAS, lo llamaría, por distinguirlo, arte.

Y ese arte tiene la función de servir de vehículo de expresión de un individuo o colectivo que necesita, por una íntima cualidad, crear. Es una creación no ex-nihilo, por supuesto, se trata más de una transformación y aquí citaría a mi admirado Joan Brossa: «El arte es vida y, la vida, transformación». Aunque Brossa atribuía esta frase a Leopoldo Frégoli.

Así que, en el fondo, podría verse como que la única función del arte (no del ARTE) es un tanto onanista, pero por otro lado, compartir esa expresión, esa transformación, es algo que abre la mirada al mundo de manera que expande la forma en la que los humanos se relacionan con él. Este cambio en la mirada es un cambio radical, hasta el punto de que es la verdadera forma de transformar el mundo… pero, como me gusta añadir, no necesariamente a mejor.

En cuando a si el arte de acción tiene una función específica: para mí no hay una frontera entre el arte de acción, la poesía, la pintura, la música, la danza… eso son fronteras arbitrarias y un tanto decimonónicas que quedan trasnochadas desde Dadá para acá. Quizá, la única cuestión sobre la que la performance ha sido especialmente dura, al menos en sus orígenes, es en torno al punto que mencionaba unos párrafos más arriba acerca de la resistencia que debe llevarse a cabo por parte de los artistas de este género por no ser encuadrables en los muros de un museo, ni ser comercializables de manera convencional. Ya lo pusieron de manifiesto las acciones de Yves Klein, Piero Mancini, y tantos otros… que luego el mercado acabó por volver a engullir fabricando anécdotas donde había obras.

En este sentido, sigo admirando sin fin al ínclito Isidoro Valcárcel Medina: El arte es una acción personal que puede valer como ejemplo, pero nunca tener un valor ejemplar.

¿Que papel tiene el artista en la sociedad?

Tal como he expuesto en la respuesta a la pregunta anterior: no creo en la existencia del ARTISTA. Pero aquel que hace arte, lo que lleva a cabo es una labor catalizadora que puede valer como ejemplo para que otros sepan que pueden cambiar sus vidas, cambiar sus mundos, buscar respuestas, plantearse preguntas… abrir sus miradas y expandir sus mentes. Pero esto no es una función exclusiva del arte. Creo.

¿Piensas que en España la gente muestra interés por el ARTE?

Depende: la gente, en España, llama ARTE a cosas que yo no llamo ARTE (ni arte) como puede ser un músico más o menos enlatado que se permite el lujo de dar un concierto en el Teatro de la Ópera porque, pretendidamente, es un artista no elitista que ayuda al sostenimiento de una instalación como esa.

Tuve una árida discusión acerca del concierto navideño de Bisbal en navidades de este año en la que yo sostenía que jamás debería estar cantando allí porque ya tenía su lugar donde exhibirse y no en un lugar reservado (o que debería estarlo) al arte de la ópera. Aunque esto sea poco rentable, claro. Y acabamos otra vez en lo de siempre: el dinero y un sistema basado exclusivamente en ese valor como criterio objetivable de calidad.

Por no hablar del culto a ARTISTAS como pintores hiperrealistas o algún habitual de calendarios, otrora criticado Dalí, o algún cineasta más o menos pretencioso, o algún performer espectacular (¡contradicción!) como la aclamada Pina.

Ahora, se me olvida que yo soy gente. Soy poca gente, pero soy gente. Y sí, me gusta algún arte. De alguna persona que lo hace. No todo el arte ni todas las personas. Y no es una cuestión de género o forma. Me gusta o no me gusta. Siempre me interesa, eso sí, su función.

¿Como piensas que va a afectar la privatización del ARTE?

privatizar. (Del lat. priv?tus y el suf. verbal -izar). 1. tr. Transferir una empresa o actividad pública al sector privado.

privado, da. (Del part. de privar; lat. priv?tus). 1. adj. Que se ejecuta a vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna. 2. adj. Particular y personal de cada individuo. 3. adj. Que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares. Clínica privada 4. adj. Can. Muy contento, lleno de gozo. ESTAR privado 5. m. Persona que tiene privanza. 6. f. retrete (? aposento). 7. f. Plasta grande de suciedad o excremento echada en el suelo o en la calle.

Pero si, según la RAE, siempre ha sido privado.

Y eso que no he querido tirar por otras acepciones también interesantes de la definición de público.

Quizá es momento de reflexionar sobre este hecho: ¿puede ser público algo que no interesa a un gran público? Es decir, que se ejecutase con publicidad, a la vista de muchos y no pocos y que perteneciese a otros que no fuesen particulares.


Advierten, para terminar sobre la publicidad de los textos escritos:

De momento, publicaremos las opiniones en nuestra página web os informaremos de los siguientes pasos o mejor pasitos que daremos cuando nos hagáis lo envíos, por favor especificar si la publicación queréis que sea o no anónima.

Por supuesto, puede ser publicada en cualquier medio, de cualquier manera, reproducida total y parcialmente, citada sin mencionar al autor o haciéndolo que, en esta ocasión, ha sido Giusseppe Domínguez, en Madrid, a 8 de febrero de 2012.

Con cinco últimas palabras son 2012.

Un artista imposible

[FMP width=»480″ height=»360″]https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2011/11/artista-que-prueba-todo.mp4[/FMP]
Un artista debe hacerlo todo, según dicen en este pequeño pedacito de un capítulo de SixFeetUnder… una serie de culto que estoy viendo con mi chica.

Según el personaje: «Un artista debe probar todo lo que se le ponga a su alcance», pero no parece darse cuenta de la paradoja que esto encierra.

Probar todo sería también probar a no probar cosas, lo que es claramente imposible de resolver dentro de la lógica bievaluada. Esta afirmación tan habitualmente oída es la excusa perfecta para probar cosas que se desea y para las que precisamos algún tipo de justificación que nos exima de nuestra moralidad y su cumplimiento o para justificar porqué no se es un artista. Ambas cosas son mezquinas y miserables.

Relacionar probar cosas (algunas y nunca todas) con ser artista sería, sin embargo, tanto como no decir nada, puesto que siempre se prueban cosas (algunas y no todas) lo que no es una condición suficiente para ser artista. Ni siquiera necesaria.

Un artista que lo probase todo sería tan solo posible si fuese dios, pero un dios omnipotente que estuviese por encima de la lógica y que, por tanto, pudiese hablar incluso de una creación ex-nihilo… pero ese artista dista mucho de ser un objetivo a lograr.

El error y la creatividad

Me encanta que alguien lo diga con total claridad, como este señor:

Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original.
Ken Robinson

Isidoro Valcárcel MedinaHe de reconocer que es algo que ya sabía. Es más, sobre creatividad, me gusta más la idea de vivirla como una actitud, como nos recuerda Rafael Lamata en su libro, prologado, como no podía ser menos, por el ejemplo viviente de esta idea: Isidoro Valcárcel Medina.

Pero es agradable que se oigan estas voces, como las de este hombre, Ken Robinson, entrevistado por Eduardo Punset (quien me genera cierta repulsión por su tonillo un tanto pedante, pero cuyo programa considero de lo mejorcito que hay en la divulgación científica/cultural en TV). Es posible que estos programas tengan los días contados como los tuvo CNN+ para ser el gran hermano 24h. ¡Manda huevos!

Al menos, tenemos en hemeroteca estos programas de la TV2 que será desmontada en breve, con la excusa de los recortes, dejando un TV1 mermada, escasa, de contenidos basurescos, competidores de AnaRosas y Terelus, de peliculitas de serie B en el mejor de los casos y algún evento deportivo o cultural considerado de interés nacional, como un partido de furbol o una corrida de toros, además de, los domingos, la misa. Lo demás, al olvido de la web en el mejor de los casos.

De momento, aprovecho para enlazar los vídeos desde aquí:

  • El sistema educativo es anacrónico. No puedo estar más de acuerdo. Hay que verlo completo y entender que sin el desarrollo completo del ser humano, las máquinas siempre serán más eficaces.
  • Todos tenemos la capacidad de ser creativos. Algo que repito sin cesar en mis talleres y que espero ayudar a divulgar para que cada uno encuentre lo que verdaderamente le apasiona y le mueve. El motor de la vida. Y siento estar consiguiéndolo en cierta medida.

Rogaría a todo aquel que encuentre estos textos y vídeos que los vea, al menos una vez en la vida.
De momento, los dejo aquí para no olvidarlos nunca y poder referenciarlos de cuando en cuando. No quiero perderlos. Son de lo mejor que he visto en programas de entrevistas (aunque el Punset me siga pareciendo un soso pedante).

Posible o imposible

Hoy me he encontrado una imagen en FaceBook, compartida por mi amiga Mábel que llevaba el texto acompañante siguiente:

«No aceptéis lo de siempre como cosa natural, pues en tiempos de violento desorden, de confusion organizada, de conocida arbitrariedad, de humanidad deshumanizada, nada tendría que parecer imposible de cambiar.» (B. Brecht)

El post era de Democracia Real Ya. No me sorprende. Están entre lo posible y lo imposible, en el lugar en que parece habitar la utopía, famosa isla del señor Moro.

Yo contesté a la entrada con un texto que quise ayer citarle a Carmen en el curso de una conversación sobre la creatividad, la actitud creativa y la responsabilidad del ser humano para ser tal.

Extraído del libro «Escritos al oído«, de John Cage:

Mi padre fue un inventor. […] Me dijo que cuando alguien dice «no puedo» señala lo que debes hacer. Me dijo también que mi madre siempre tenía razón, hasta cuando estaba equivocada.

Qué genial este Cage. De un plumazo le ha dado sentido a mi vida. Y me ha ayudado a comprender la verdad de las contradicciones.

Por cierto, qué maravillosa esta colección de libros editados por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia.

He leído varios de estos libros (algunos los tengo) y encuentro tan interesante la colección que no alcanzo a entender qué tienen que ver con la arquitectura y menos aún con un colegio de aparejadores. Pero no quiero ni pensar que es porque si no fuese por un resquicio, estos libros no se publicarían por falta de una demanda masiva que justificase la inversión de ningún tipo de capital privado, lo que me llevaría a tener que reflexionar de nuevo en el tema del precio/valor y comercialización de las creaciones contemporáneas.

Sobre el precio de una performance

El 8 de octubre de este año 2011 tuve el placer de ser convocado a participar en un evento interesante: ARTóN planteaba en su muestra Des-Plaza-Miento la cuestión de si el arte de acción o performance puede y debe ser remunerado convencionalmente.

Es decir, propusieron cobrar una entrada de 10 euros, más o menos lo equivalente a lo que se cobraría en una obra de teatro de igual duración, a cada espectador. Este dinero luego se repartía entre gastos de sala, organizadores, performers y un par de colaboraciones en forma de creaciones de vídeo. A mí me supuso un estipendio de 23 euros brutos (mejor no pensar en neto, porque saldría casi negativo).

Y preguntaban a la entrada a cada asistente qué le parecía que se cobrase por asistir a un evento de arte de acción.

La mayoría de la gente contestaba con un «me parece bien» que era más que esperable, puesto que habían decidido asistir sabiéndolo. Es decir, tenían una cierta expectativa. Esta es una de las palabras clave de este texto:

expectativa. (Del lat. exspect?tum, mirado, visto). 1. f. Esperanza de realizar o conseguir algo. 2. f. Posibilidad razonable de que algo suceda. 3. f. Posibilidad de conseguir un derecho, una herencia, un empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé. a la ~. 1. loc. adv. Sin actuar ni tomar una determinación hasta ver qué sucede.

Yo contesté con dos palabras (como diría un famoso torero), que fueron las siguientes: Piero Manzoni.

La verdad es que, después, e incluso antes, debí haberme planteado responder con tres palabras Isidoro Valcárcel Medina.

Hay algo difícil de responder en esta pregunta de si el arte de acción, la performance y, por extensión, cualquier creación de arte contemporánea puede ser remunerada de una manera convencional y voy a intentar aclarar en mucho más que dos o tres palabras el porqué creo que es una pregunta difícil de formular y de responder.

Partiendo de la base de que entendemos por contemporaneidad una sensibilidad nacida tras la Revolución Francesa de 1789 y culturalmente apoyada en el romanticismo y su posterior desarrollo e implementación, hasta llegar a la ruptura de lo que llamo criterio objetivable, podemos hablar de que vivimos un tiempo ya largo de la edad contemporánea en la que nos vamos acostumbrando a la falta de este criterio para valorar una creación artística.

La contemporaneidad está, por tanto y desde hace tiempo, con el hito máximo de Duchamp exponiendo un orinal, despojada de la dulzura de proporcionar cualquier expectativa por parte del artista hacia el espectador.

Esto es así en Teatro, Danza, Tango (debería), Música, Poesía, Narrativa (debería), Artes plásticas… fusiones varias, etc.

Es decir, de hecho, la contemporaneidad ha roto con la idea de que haya espectador y, casi, artista. Ya no existe más esta convención, este acuerdo tácito y volver a él, en parte, es terminar con la contemporaneidad. Hablamos de que, como diría Rilke, tras Kant:

Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad. En esta cualidad de su origen reside su juicio crítico: no existe otro.
Rainier María Rilke, Rilke – Carta a un Joven Poeta

Además, el hecho de cobrar por una performance genera una cierta expectativa que acaba influyendo en el trabajo que se exhibe ante un público ávido de fotografiarlo, museificarlo, de alguna manera, reintroducir en el sistema convencional de comercialización del arte lo que había surgido como desmaterializador, como desobjetualizador, en un esfuerzo por reivindicar que la verdadera naturaleza del arte o de la creación artística no estaba en el objeto resultante sino en la idea que subyacía y que, de alguna manera, era incapturable, inaprensible, invendible e incomprable.

La mayoría del trabajo performativo que veo (e incluso mucho del que realizo, he de reconocer) me parece cargado (sobrecargado) de un dramatismo teatral, espectacular, incluso, casi de musical o circense. Incluso entre los más ortodoxos encuentro esta necesidad de generar una expectación para atraer espectadores y poder justificar subvenciones o, como en este caso, el cobro de entradas.

Hace algunos meses, tuve el placer de volver a reflexionar con la obra irreverente del ínclito IVM con quien tuve el enorme orgullo de «compartir cartel» durante el VII Encuentro de Arte de Acción de Madrid (acción!MAD10). El 19 de noviembre realizó una acción entre las 19:00 y las 19:30 consistente básica y sencillamente, en caminar entre el público asistente sin mayor pretensión que demostrarnos que una acción no ha de ser espectáculo, ni generar expectativa. Nos estaba haciendo (o así lo viví yo) un tirón de orejas a los propios artistas del sector para recordarnos de dónde venimos, cual es la finalidad del arte de acción y hacia dónde parece que estamos derivando.

Obviamente, todos los que conocíamos su trabajo ya íbamos con ciertas expectativas, pero ¿habría pagado para ver caminar entre la gente a alguien que no fuese IVM? ¿Me habría sentido «estafado«? También conocíamos su máxima (que incluso tengo entre las citas de mi página web) El arte es una acción personal, que puede valer como ejemplo pero nunca tener un valor ejemplar. Así que estaba claro que nos estaba dando una lección.

Pero… ¿Tiene sentido pagar por ver a alguien caminar entre la gente sin más? ¿Pagaría (y cuánto) por un orinal fabricado en serie? ¿Quiere esto decir que no se puede retribuir a un artista contemporáneo? ¿Qué es un artista contemporáneo?

Estas preguntas no son nuevas. Llevamos haciéndolas más de 100 años. Pero aún siguen sin responderse.

Varias veces me he encontrado con esta paradoja: creación contemporánea vs retribución clásica.

Ya hace tiempo escribí un largo artículo sobre la Gratuidad y el Amor al Arte, en el que citaba, íntegro, el texto que había incluido en el apartado de Financiación de mi proyecto Lejanías.

Sigo subscribiendo la conclusión de este artículo, es decir, debe haber un debate sobre la supervivencia de la retribución al creador contemporáneo, puesto que es imposible su sostenimiento sin recursos, aunque ha de pensarse también en la necesidad de una moderación en los gastos, y en nuevas formas (contemporáneas) de financiación.

Claro que realizar una creación contemporánea es un trabajo, pero la naturaleza del mismo no es igual a la naturaleza de otros trabajos. El tipo de medio de pago no ha de serlo tampoco.

Entre otras razones, hablando de las mismas cosas que he hablado hasta ahora en el artículo, en una creación contemporánea no existe un criterio objetivable con el que poder establecer su valor, ni su precio, así que tampoco debería, a mi juicio, existir una remuneración objetivable, ejemplo de lo cual es el empleo de dinero, cuyo principal servicio fue el de objetivar un intercambio de bienes o servicios.

¿No puede cobrarse?

Yo no digo eso, lo que digo (repito) es que la remuneración de una creación contemporánea no debería ser convencional ni objetivable. Y ¿Qué forma hay de retribuir por un trabajo semejante y de tal manera? Ahí es donde tengo que reconocer que me atasco y no sé muy bien seguir.

En una performance que realicé hace tiempo, titulada Subasta, ya planteaba la posibilidad de usar bancos de tiempo, u otros medios de pago. Volver al trueque o la donación también han sido otras de mis propuestas, pero no tengo claro cuál ha de ser la manera en la que retribuir el trabajo del artista contemporáneo.

Creo que este debate sigue abierto y necesitando, más que nunca, de una respuesta o algún tipo de aproximación a la misma, dado que la financiación pública y subvenciones administrativas que hasta ahora venían siendo la principal fuente de supervivencia económica de este tipo de manifestaciones artísticas van a desaparecer de por vida (aunque ya eran bien exiguas).

Dejo sin contestar, lo sé, qué es un artista contemporáneo, aunque citaré una y otra vez a Joseph Beuys.

Sopas y sopitas

Este verano hemos hablado Carmen y yo mucho acerca del deseo de cenar en casa más a menudo, entre otras cosas porque con la que está cayendo desde el punto de vista económico, es un ahorro considerable, pero además porque es más saludable y más agradable.

Y ella insiste en que cenaría todas las noches sopas, así que hemos decidido hacerlas con frecuencia y en abundancia. En ocasiones congelarlas para luego, en un pis-pas, tenerlas disponibles para cenar a las horas a las que solemos volver.

(Hablando de volver… el sábado estuvimos viendo La piel que habito, de Almodóvar y me pareció un soberano tostón pajillero, muy en la línea de Médem, pero más estrambótico, rocambolesco y caprichoso. Decepción profunda)

Tras el inciso, dejo la receta de la sopa que ayer hice en menos de 10 minutos de preparación y media hora de cocción.

Ingredientes:

  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 diente de ajo
  • 1 puerro (con su parte verde)
  • 2 tomates maduritos (como yo)
  • una pastilla de caldo de verduras
  • un puñadito de pasta de estrellas
  • 3 vasos de agua

Preparación:
Eché en una cazuela antiadherente un chorrito de aceite. La puse a calentar a fuego de escasa intensidad y mientras pelé un diente de ajo grandecito. Usé el famoso truquito de golpear con el cuchillo el lateral del diente para que el pelado se haga más fácilmente. Corté en trozos grandes (no láminitas como suelo hacer) y lo agregué al aceite aún no caliente.

Corté en rodajas finas un puerro con la mayor parte de su parte verde (forma de aprovecharlo más y además de usar lo que tiene más fibra, según creo) así, por otro lado, le damos un poquito de color verde al sofrito. Añadí 2 tomates cortados en trozos pequeños, pero no demasiado. Esta imprecisión es muy propia de toda receta de cocina, así que lo dejo como está.

Cuando el puerro se fue deshilachando y cogiendo color, añadí el puñadito de estrellas que tenía por casa y que no sabía cuándo usar, porque suelo usar los fideos cabellinos que son de cocción mucho más rápida.

Tras mezclarlos bien con el sofrito, vertí una taza de unos 220 ml de agua en la que había semidisuelto una pastilla de caldo de verdura. Lo ideal habría sido disponer de ese caldo naturalmente, fácil de hacer con restos de verdura. Añadí otras 2 tazas de agua aprovechando así para limpiarla.

Subí la intensidad del fuego al máximo y esperé unos 25 minutos para que la pasta estuviese bien cocida. La cocción de la pasta proporciona espesor a la sopa. Estuvo rica rica…

Cursos de creatividad en entorno rural

Siempre que realizo un curso o seminario de desarrollo de la creatividad en entorno rural, es decir, que de una u otra forma convoco a unos cuantos interesados en asistir a un encuentro en el que ejercitar su creatividad con la intención de convertirla en algo cotidiano, siento que hay algo que está mal.

En parte, el entorno rural, para los urbanitas que suelen acudir a estos encuentros, resulta tan sugerente que el seminario acaba apareciendo en un segundo lugar, algo que se hace mientras se está disfrutando del campo, cuando lo que a mí me gustaría es que se disfrutase del campo mientras se está haciendo un curso de desarrollo de la creatividad.

Parece que es lo mismo, pero no lo es en absoluto.

Este fin de semana fui invitado a participar en unos encuentros que coordina un amigo, llamado Jacinto, en la finca de Castrejón Alto que posee Aníbal Merlo. Todos (o casi todos) los asistentes son amigos que se reúnen periódicamente y que disfrutan de unas jornadas agradables en un paradisiaco ambiente recogido mientras alguien les ameniza el tiempo con una propuesta formativa más o menos.

En esta ocasión fui yo el responsable de llevar a cabo esa labor, que entraba en competencia con las miles de sugerentes distracciones que ofrecía el mero hecho de estar en aquel lugar tan magnífico.

Quizá sea que el curso no era tan magnífico como el lugar… pero es que el curso es lo que es… algo que implica un esfuerzo, de algún modo, para salir de la inercia (la peor enemiga de la creatividad). Pero la inercia en un lugar como ese es la de dejarse llevar por los placeres que no se tienen en la ciudad y que convierten en oasis ese espacio-tiempo.

Siempre me gusta usar el lugar para estos cursos como algo generador, pero acabo sintiendo, en muchos casos, que es más un obstáculo a superar que un apoyo. No sé si no sé usarlo bien (más que probable) o es que no es una buena idea usar estos lugares que los urbanitas necesitamos para descansar, para relajar, y no tanto para trabajar, aunque sea relajadamente.

Me recuerda cuando decidí dejar de usar música para preparar a la gente antes de los ejercicios de creatividad. Era más fácil, aparentemente, ser creativo si una música suave, relajante, nos hacía entrar en un estado especial de calma, de mente preparada… pero el mundo no es así, la realidad no es así… no la vivimos así, tenemos que crear cuando nos sube un gato por la espalda o cuando tenemos alergia o una fisura anal, no cuando todo es tan bonito que las flores se caen solas de los árboles. Era una mala idea la de generar un espacio ideal para ser creativo. Quizá, esto mismo, sigo sintiéndolo cuando aprovecho lugares especiales (yo no los vivo como tales, pero la mayoría de la gente sí) para llevar a cabo estas convocatorias.

Por otro lado… ¿no es demasiado exigente pedirle a la gente que se comprometa hasta sacrificar sus fines de semana de relax en un curso para fomentar el desarrollo de su creatividad como forma de cambiar su vida y el mundo que habitan? ¿Hay algo intermedio entre mi fundamentalismo ortodoxo y la laxitud del ocio-entretenimiento-cultural?

Esto no es una broma