manzanas podridas

UNIXes

PC, de Personal Computer, significa ordenador de uso personal, no sólo doméstico, sino también profesional, pero de manera personal, frente a los grandes ordenadores y las pantallas más o menos inteligentes de acceso a ellos, en ocasiones consolas. La primera vez que toqué un ordenador en mi vida (allende los spectrum y spectrum+) fue uno que tenía como sistema operativo UNIX (AIX, de IBM) y lo hice desde una consola de las 5 cinco que tenía simultáneamente conectadas, junto a la pantalla principal en la que se ejecutaba el entorno gráfico XWindows. Era multiusuario nativo, multitarea sin que tuviese que pensárselo y con una gestión de disco, de seguridad, de organización, que hasta ahora no ha sido superado por nada de lo que ha salido después. Fue en 1986.

No fue hasta un año más tarde cuando tuve que trabajar con un PC. Era un 8086 y estaba en una sala abarrotada de otros muchos que funcionaban con alguna versión de DOS (Sistema Operativo de Disco) que debías llevar en un disquete de 5 y 1/4, de los blandos. Era una pantalla negra con letras blancas. Tenía la posibilidad de algún programita que podías hacer en BASIC, después aparecieron (en mis manos) compiladores de FORTRAN 77 y de Pascal. No sería hasta 3 años después que amaría el Lenguaje C y sus posibilidades. ¡Qué curioso! C era un lenguaje que habían inventado los mismos que UNIX, sistema operativo al que estuvo emparentado por muchos años.

Es divertido ver cómo los sistemas operativos evolucionan como una dinastía familiar. Me encanta este árbol genealógico de UNIX que muestra cómo de variado y diferente, a la vez que competitivo, era el mundo X. Pero poco orientado a las arquitecturas x86 (ordenadores personales IBM y «clónicos«).

También de IBM, topé con los grandes (de tamaño y prestaciones) MainFrame 3090. Sus lenguajes de programación basados en «tags» como el que existía para formatear el texto antes de lanzarlo a imprimir son los antecedentes de HTML y todas estas cosas tan modernitas…

Primer modelo de Apple

Y entonces aparecieron los Apple. No sería hasta 1984, cuando de la mano de Steve Jobs y con un anuncio mítico dirigido ni más ni menes que por Ridley Scott, que Mackintosh se presentó como alternativa realista contra los recién nacidos sistemas operativos de Disco que Microsoft e IBM intentaban hacer atractivos en sus pequeñas cajitas de arquitectura 86.

Unos años después aparecen los primeros Linux, aún un poco orientados para programadores y trabajadores del sector, o gente que venga con experiencia en UNIX (yo había trabajado ya en AIX, SUN-OS, Solaris y FREEBSD cuando instalé mi primer RedHat (entonces gratuito) y costaba un poco hacerlo funcionar gráficamente).

Después llegó la diversidad. Los diferentes RedHat (que era mi preferido, incluso llegué a comprarme un libro para su aprendizaje, un libro en papel, absolutamente obsoleto hoy en día), Slackware y los Debian que ni conocía ni quería conocer.

Mientras tanto, la guerra se había desplazado: ya no era Microsoft contra IBM (que, en el mundo de la microinformática sería derrotado hasta pisotearlo), puesto que MS, de Bill Gates, había sabido aprovecharse de la tecnología UNIX:

El primer sistema operativo que la compañía lanzó al público fue una variante de Unix en el año 1979. Adquirido de AT&T a través de una licencia de distribución, Microsoft le apodó Xenix, y alquiló la empresa Santa Cruz Operation para adaptar su sistema operativo a importantes plataformas. Xenix fue cedido a Santa Cruz Operation, que adaptó el sistema para microprocesadores 80286 en 1985, bajo el nombre de SCO UNIX.

Había desplazado a IBM-DOS con su MS-DOS, copiando algunas cosas del OS/2 de IBM, entre otras el Presentation Manager, que llamaría Windows. Salió a la luz en 1990. Ya había muchos mejores entornos gráficos por entonces, como los de Mackintosh o los XWindows, pero se llevó el gato al agua sabiendo competir en un sector en alza: el ordenador personal de la clase media. Baja calidad de procesador, pero barato barato, sin complicaciones en la puesta en marcha que requería Linux y cambiable cada 3 años. Los vendedores de Hardware estaban encantados: MS-windows era su obsolescencia programada vestida de algo que, encima podían cobrar.

La historia de MS Windows es la de un pirata que va robando a quien colabora con él. UNIX primero, luego IBM/Presentation Manager, luego (sin colaborar), el uso de objetos visuales que tenía Mackintosh, para las últimas versiones, ya descaradamente «fusila» el código fuente de varios Linux… pero su campaña de marketing sigue siendo inmejorable. Más que una campaña publicitaria es una campaña de adoctrinamiento, de sumisión, de obligación a seguir siendo fiel a un sistema que nunca ha sido el mejor en todo, salvo en venderse.

Hasta ahora, quiere centrar la lucha contra Mac porque sabe que la tiene ganada. Las manzanas son caras y siempre han sido complejas para gestionarlas. Tanto como Win. Configurar una red TCP/IP con apple era poco menos que una tortura antes del 2000. Además, es una bonita táctica porque nos olvidamos de las posibilidades de usar LINUX.

Los muchos Linux en el «mercado», son gratuitos (salvo decepcionantes excepciones), son sencillísimos y, ahora, vienen cargados de un enorme paquete de programas que permiten sacar el máximo rendimiento a cualquier PC.

Ahora mismo tengo instalado LINUX y funciona maravillosamente UBUNTU 10.10. No necesito nada que no tenga. Tengo todo lo que puedo desear de software. Salvo los reticentes paquetes de programas específicos para dispositivos que los fabricantes declinan hacer para Linux. Pero hay soluciones: puedo instalar máquinas virtuales para los casos más necesarios… ya que, entre otras cosas, muchos de los Windows XP que fueron muriendo me dejaron unas licencias que puedo seguir utilizando. Me he librado de miedo a los virus, de descargas de software pirateado, de tener que pagar una licencia extra si quería utilizar los 4Gb de memoria que Windows VISTA (ese otro virus) no es capaz de gestionar.

Ahora y por casi capricho, quiero instalarme también otra máquina virtual corriendo un Mac OS X.

En realidad, las manzanas podridas de MicroSoft y Apple están jugando al bipartidismo con nosotros. ¡Hay otras opciones! Se libre. Se abierto. Se LINUX.

Descárgate UBUNTU completamente gratis y pruébalo hoy mismo. No te vas a arrepentir.

Los periódicos

Parece que estar a la última en la información aporta una sensación de pertenencia a la sociedad, al grupo, a la tribu, a la nación, a lo que sea que se quiera pertenecer. Y digo parece porque no es real, es sólo una ilusión, como la perspectiva que, paradójicamente, resta perspectiva: hace tener una mirada tan focal que nos olvidamos de la imagen de fondo, como cuando un árbol no deja (y puede hacerlo) ver el bosque.
De cuando en cuando, conviene realizar el esfuerzo de alejarse de los árboles para ver el bosque.
No leer la prensa a diario debería ser una de las reglas básicas para todo individuo que desee tener una mirada global, integradora, que no se deje o no se quiera dejar llevar por los detalles. La mirada debe estar relajada para poder tomar altura, para poder clasificar en grandes bloques la información que se posee y, de esta manera, poder plantear estrategias de exposición de la misma.
En ocasiones algún periodista hace este trabajo, parcialmente, en reportajes más o menos totalizadores sobre un tema concreto, lo cual no deja de ser una contradicción, pero muy rara vez tienen la capacidad o la oportunidad de realizar un trabajo más… diría filosófico.
No sé si lo más correcto es filosófico, pero sí me parece que tiene que ver con eso, con el amor al conocimiento como humano y abstracto, general, ¿platónico?
El caso es que va siendo necesario el desarrollo de esa capacidad de mirada global, en un mundo complejo plagado de interrelaciones en el que no hay sistemas aislados, como les gusta tanto a los físicos y químicos, sino que todos los sistemas son parte de uno solo grande y global.
No se puede, por ejemplo, pensar en el asesinato de Osama bin Laden sin pensar en la disminución de velocidad máxima autorizada en las carreteras españolas. No se puede pensar en la ilegalización de Bildu sin hablar de la transición a la democracia y la recuperación de la memoria histórica e, incluso, la influencia de la reconquista en la radicalización del cristianismo en España. No se puede hablar de los rebeldes libios sin mencionar la banca china y su hegemonía mundial.
Como decían en una serie de televisión (Life) que me gustó bastante: todo está conectado.
Lo demás, es simplificar y, aunque, como diría George Perec «siempre hay que simplificar», la verdad es que en el complejo mundo que vivimos conviene ser consciente de que la simplificación significa inevitablemente un sesgo, una reducción de la información, a veces intencionado, a veces no, pero siempre una pérdida importante de conocimiento. En resumen, se trata de un acercamiento detallado a un árbol de un enorme bosque.

Esto lo dice todo

Hay, según el periódico El País, una ley anti-batasuna. Claro, ahora sí se comprende que no se pueda aplicar a otros contextos geográficos. Siempre me había preguntado porqué el PP que no condena la violencia (véase guerras no autorizadas por organismos internacionales legitimadores, dictaduras con exterminios, etc) ni el PSOE ni otros que no condenan otras violencias no tenían ningún tipo de exigencia previa como declararse en contra del uso de la violencia para nada.
Claro, ahora se explica, en realidad, más que un fallo de un periodista poco afortunado, lo que revela es la verdad oculta (no tanto) bajo el nombre de Ley de Partidos. Legislar que un partido político tenga en sus metodologías la apología de la violencia me parece tan innecesario en una sociedad responsable que nunca entendí que se necesitase una ley así. Pero es comprensible si se trata de excluir del espectro político de una región concreta a unos partidos que no representan el deseo de interlocución de quien tiene el poder para legislar.
Es decir, desde la legislación se imponen leyes que regulan quien puede acceder a los organismos que eventualmente puedan modificar la legislación, de modo que la legislación queda asegurada por encima de todo. La ley no se puede cambiar. Pero esto no debería ser así en un estado democrático de derecho.
Resumiendo: La ley de partidos es un invento para impedir la representación del voto nacionalista de izquierdas en Euskadi. Nuestra sociedad sigue necesitando que un partido político sea autorizado o no autorizado porque puede ocurrir que la gente estuviera dispuesta a votar (como hace, de hecho) a formaciones que no condenan la violencia.
España es una, grande y libre.
Pero ni una, ni grande, ni libre.

Estamos muy contentos porque Osama ha muerto

Nadie dice
durante un atentado
contra un edificio en un país
musulmán
han sido asesinados el dirigente de un grupo
organizado
(por los EEUU hace décadas para combatir, presuntamente, el auge del comunismo)
y que atentó o participó en la organización de atentados
contra las torres.
He oído en televisión
que se divide la tierra entre las
naciones civilizadas
que son aquellas que se alegrarán de que Osama haya muerto (haya sido matado, sería más correcto)
y naciones no civilizadas
que son aquellas en las que no se alegrarán de que a Osama le hayan matado.
Hummm….
parece que no se puede estar en una nación
civilizada
y no desear la muerte de nadie.
Aunque quizá tampoco se pueda estar en naciones
incivilizadas
sin ser radical.
Soy radical
¿?
No tengo claro qué soy
pero sí sé que no me gusta que nadie
se alegre
por la muerte
de otro ser humano
aunque se haya intentado
que ese ser humano
no parezca un ser humano
para poder matarlo
como solución a todos los males de la humanidad
como sacrificio azteca
o como montaje cinematográfico
digno de una
producción de serie
Bruckheimer.
Algún día harán una película
que espero que protagonice
Stallone
sobre esta interevención
y será tan bueno que
durante el asalto
tendrá tiempo de enamorarse
de la bellísima (e intrascendente)
piloto de helicóptero.
Y seguramente iré a verla
por los efectos especiales.
Así que estoy muy contento
porque los USA tengan una nueva razón
para hacer películas
que me gustan.
Qué bien, qué bien!
Qué cosas…

14 de abril de 2011

BanderaParece mentira que hayan pasado 80 años desde que España tuvo una Segunda República. Parece mentira que aquella durase, en paz, menos de 6 años. Parece mentira que después de ser depuesto el gobierno elegido democráticamente, la forma de gobierno anulada, la forma jurídica del estado violada, un señor y sus seguidores se mantuviera en el poder a golpe de dictado y armas durante 40 años. Parece mentira que ese mismo señor educase a quien le iba a suceder y decidiese que ese iba a ser un rey, otro señor que, por ser quien era, podía ser el representante de esta nación. Parece mentira que no se opusieran a que esto continuase siendo así después de la muerte de aquel que había violado la constitución española democráticamente elegida. Parece mentira que la transición fuese dictada por un muerto. Parece mentira que ese muerto dejase todo atado y bien atado. Parece mentira que la Ley de Memoria Histórica (LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura) haya quedado en agua de borrajas y su principal adalid esté ahora enfrentándose a un juicio formal que va a terminar con su carrera. Parece mentira que hoy, después de 80 años, no sea fácil hablar de República en España. Parece mentira que la inmensa mayoría de la población que conozco admire al rey, a ese señor poseedor de algún tipo de origen divino que justifica su preeminencia por encima de otros españoles. Parece mentira que la República se siga viendo como algo problemático y no como algo que fue una solución: el problema vino después, pero pocos parecen querer darse cuenta. Parece mentira que no haya una nueva república, una definitiva república que permita que elijamos democráticamente a nuestro principal representante a nivel nacional. Parece mentira. Pero es verdad.
No estamos capacitados para tener una república. Eso exige una responsabilidad política y social que evitase poder atacar a nuestro representante como si fuese un trapo, faltarle al respeto. Pero claro, así es como tratamos a todos. A nuestros compañeros, a nuestros jefes, a nuestros subordinados, al señor que me atiende en el autobús, al que me da una barra de pan y a la señorita que intenta ganarse la vida vendiendo o alquilando su cuerpo.
No estamos capacitados para elegir con templanza, con raciocinio, con un mínimo de visión global, de perspectiva social e ideológica. No lo estamos porque durante 40 años un señor se encargó de convencernos de que era una mala idea gobernarnos a nosotros mismos porque éramos inherentemente malvados, mezquinos, ruines, torpes, incapaces en una palabra. Y parece mentira, pero es verdad, que consiguió convencernos.
Convenció a mis padres, a los padres de mis padres, a tus padres, a la inmensa mayoría de los padres de los que ahora ni tienen un mínimo de reflexión para evitar que se repitan esos patrones.
Parece mentira, pero no, no lo es.
Seguimos gobernados por una casta política que no cree necesario dar explicaciones porque los borregos a los que gobiernan estamos dispuestos a seguir siendo gobernados de esa manera. Lo único importante es que no nos falte pa comer. Y pa gastar en bares, qué lugares. Y en otros caprichos. Pero… ¿elegir la manera en la que queremos ser gobernados? No, nunca. ¿Qué importa?
Sí, flipante, decimos: ¿Qué importa?
Y seguimos adelante votando a corruptos, permitiendo abusos descarados de poder, permitiendo que los recuros sociales que, escasos, se fueron consiguiendo, sean desmantelados para proteger a quienes tenemos más. ¿Qué importa el futuro? Yo siempre tendré mucho. Yo soy rico. Al menos estoy entre los más ricos… hasta que no lo esté. Porque no lo estaré siempre. Parece mentira, pero esto también es verdad. Y se nos caerá el pelo.
Seguimos permitiendo que un señor por tener un ADN más o menos especial sea el representante de nuestra nación. Por la gracia de Dios, claro. Una, grande y libre. Sí… mucho.
Esto es para mear y no echar gota!
Pero es verdad, verdad de la buena.
Así somos.
Quizá por esto tengo algo de esperanza depositada en la transformación que nos obligará a realizar la depresión económica en la que vamos a entrar tras la asunción de que esto no es una crisis. Quizá por eso espero que Europa renazca como un nuevo modelo político, como una aglomeración cultural, económica y social, federada y capaz de erigirse en referente político del mundo, de un mundo que se ha quedado sin referentes, de un mundo que no cree en utopías y avanza como topos bajo el sol.
No tengo muchas esperanzas en una III República, bastante improbable, pero sí algunas en la necesidad que vamos a ir teniendo de acercarnos, de unirnos, de formar parte de algo más grande que este pedazo de tierra que un señor llamado Francisco tuvo el gusto de regir durante 4 décadas malditas de nuestra historia. Historia no revisada, historia putrefacta, mal cicatrizada, que necesita una operación porque hace tiempo que se ha convertido en crónica.
Estamos enfermos de dictadura.
La monarquía incuestionada es sólo un síntoma.
Qué pena.

MicroPenas

Cosas pequeñas que deberían ser grandes:
Gintonics y Micropoemas, reza un cartel de un bar de mi barrio. Siempre que paso al lado me pregunto porqué no es al revés: Poemas y Microgintonics.
En otro local de mi recientemente remozado vecindario, anuncian Microteatro por Dinero… y vuelvo a preguntarme porqué no es al revés: MicroDinero para Teatro. Porque el pago que se realiza, de 3 euros por algo menos de 15 minutos, dista mucho de ser microdinero. Es más de 12 euros por hora, en unas condiciones que en ningún caso me parecería justificable aplicar ese precio. En Clave 53 hemos realizado innumerables obras por mucho menos dinero (gratis) en unas condiciones de cuidado y atención al espectador mucho más cuidadas. Pero parece ser que no supimos informar al periódico apropiado. Las noticias las generan quienes desean tener algún beneficio con ellas. Nuestra propuesta de ofrecer gratuidad y calidad destroza(ba) el tópico de que lo caro es siempre mejor. Este tópico alimenta las bases del sistema capitalista de comercialización de objetos de valor con un precio independiente del mismo, basado en la especulación y en el llamado «precio de mercado». No soy un especialista en economía, pero no me parece razonable el precio de una infinidad de cosas que, simplemente, se permiten el lujo de cobrar lo que sea por el hecho de que su entorno (el mercado) lo tolera. Recuerdo las discusiones que tuve programando actividades en Clave 53 con profesores de Pilates que no querían cobrar la tarifa que estimábamos justa por una hora, puesto que, decían, su actividad estaba muy demandada y, por tanto, debían cobrar más por hora. Obviamente, como poeta, no podía compartir su visión de que una hora de pilates fuese más cara que una hora de poesía, por el hecho de que el mercado dicta los precios… ¿y el valor de las cosas?
Acabamos por no tener profesores de pilates.
Y en cuanto a los gintonics y los poemas ¿por qué se escriben en primer lugar unos y en segundo los otros? Está claro que, en este caso, no montan tanto los unos como los otros. El bar es, en primer lugar, un bar, luego, un sitio en el que algún poemita poco molesto puede caernos en las manos o en los oídos. Pero utilizar la poesía para resultar diferenciador, para resultar atractivo a un público pretendidamente culto, aunque sobradamente pedante y pretencioso, me parece ofensivo, insultante, menoscabo de lo que debería ser más sagrado en el mundo, algo que puede aportar esperanza, humanidad, esperanza en la humanidad, pasión, expresión, revolución…
Pero quizá algún día no espante sino que atraiga la Poesía con microcositas que la acompañen, el Teatro con microtontadas que lo pululen, la Cultura junto a las micropenitas que ahora la violan.

Suerte

Patria o muerte es mi destino, como decía aquella canción que tanto oí hace diez años sobre el CHE. Ahora estoy leyendo un libro recopilatorio de discursos suyos, bastante simplistas y algo trasnochados.
Nunca creí ni en la patria ni en que la muerte era un destino. De hecho, patria me obligaron a escribirlo con mayúsculas, junto con dios y fe, en mis últimos años de instituto. Yo entonces dije que prefería escribir Hombre, Razón y Libertad con mayúsculas y eso me bajó varios puntos de un examen de lengua. Aquella profesora fascistoide ya ha quedado olvidada y no tenía mucho que ver con el comienzo de esta entrada en el blog.
¿o sí?

patria.(Del lat. patr?a).
1. f. Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.
2. f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.

Esta tontería significa que han de cumplirse los tres tipos de vínculos para la existencia de una patria. Vaya… entonces quizá no tengo ninguna. O quizá no importa cuál sea.
Sería conveniente cambiar la definición de patria para adecuarla a los tiempos modernos, en los que la globalización ha transformado (y por tanto históricamente) los lazos afectivos y los vínculos jurídicos (supeditados en esta economía a los vínculos mercantiles).
Patria no es lo que era. Cuanto antes lo entendamos, antes podremos olvidarnos de su capacidad separadora, de su facilidad de generar distracciones.
Y muerte…
Lo cambiamos por suerte hace mucho, porque de este modo no importa cómo vivamos, dejamos de ser responsables de nuestra vida para culpar al destino de lo que nos ocurra en ella. Me alucina ver cómo en estos tiempos de desesperación económica, la gente no sólo no deja de jugar a juegos de azar sino que los convierte en su esperanza. Juegan con la esperanza de ganar lo que no ganan de manera laboriosa. Quizá tienen fe, pero han perdido la Razón.
Ayer caminando por Madrid, haciendo fotografías de líneas paralelas horizontales, me encontré con este llamativo cartel y me acordé de esta llamada de atención permanente a no conseguir las cosas trabajando, con esfuerzo y con decisión, sino dejándose llevar por el sino, por la suerte, por el azar. Es algo que se asume como igualitario porque se cree que para todos es igual, pero no es cierto. La suerte está echada, los dados son los que son, lo interesante es jugar con ellos, pero sin esperar que caiga otra tirada. Mejor aún, dejar los dados a parte y jugar a lo que nos apetezca.
Hoy no estoy muy centrado, lo sé… pero sé lo que quiero decir… Resumiendo:

suerte
muerte
patria
patraña

ANAL+

Viendo en la tele mi serie preferida, por supuesto, bajada de Internet, Weeds, me encontré con que la imagen estaba cortada perdiéndose la C de un famoso canal de pago.
Me sentí mensajeado de manera oculta. ¿Quién sabe lo de mi culo?
Ahora es algo público, al menos para todos los interesados en leer este blog casi impúblico, impúdico, inodoro e insípido.
Comencé con timidez a hablar del tema, a contar sólo a algunos amigos escogidos esta información que hace que se me pueda comprender mejor, pero poco a poco fue extendiéndose, fui notando que hablar de ello no me reconfortaba, pero sí me hacía sentirme más próximo a mi entorno, del que sentía que me estaba alejando inexorablemente.
Ha pasado tiempo y comienzo a sentir el polo contrario: mi entorno está saturado (como yo mismo) del tema y quieren que les deje de hablar de algo que, no obstante, mediatiza todo, puesto que mi estado de ánimo es absolutamente dependiente de la situación de mi famosa y pública fisura anal.
¿Qué me dirá el médico este miércoles?
¿Qué haré si me repite que se está curando?
No sé, pero sí sé que cada día aguanto menos.
Ayer ingerí un ibuprofeno por primera vez en mi vida.
No es que no me doliesen antes cosas, pero no creo que paliar el dolor cuando duele algo sea una solución a nada, aunque es cierto que sufrir por sufrir tampoco tiene sentido.
¿Me gusta que me duelan las cosas?
NO
Definitivamente no. Odio el dolor. No quiero sufrir. No lo soporto y estoy por apastillarme cada día hasta que olvide el dolor y si he de llegar a la sobredosis… pues sea.
Pero no creo que eso evite ciertos dolores…
No lo creo.
Creo que enmascara algunos. Y bien, a veces ¿por qué no?
Pero normalizar el uso de medicamentos como Ibuprofeno o Paracetamol hasta el punto de que la fisioterapeuta que me trató el sábado de una dolencia muscular, cuando terminó me dijo: Si te duele, tómate lo que acostumbres tomarte en esos casos. Yo le dije que no acostumbraba a que me doliesen las cosas y que, en caso de que algo me doliese, acudía a un médico para que me diagnosticase y me prescribiese lo que correspondiese.
¿Por qué se ha normalizado el consumo de estos fármacos?
Más allá de lo obvio: el interés de la industria farmacéutica, lo que no acabo de comprender es cómo y en qué momento hemos aceptado como normal ingerir drogas para evitar el dolor. Recuerdo, en películas incontables, como el protagonista pregunta: ¿qué se puede hacer? y le responden: Ya nada, sólo le ayuda la morfina.
Ahora estamos en esa situación en la que aceptamos que no tenemos solución, que ya sólo nos ayudan los paliativos del dolor. Y claro, inmediatamente surgen también los paliativos de otros dolores, más… digamos… espirituales o psíquicos. Aunque (y estoy de acuerdo con mi amiga Susana) no son tan distintos: todo el dolor ocurre en la materia blanquecina que tenemos bajo el cráneo, en la casita de la mente. No me duele el brazo: me duele el cerebro. No me duele el culo: me duele el cerebro. No me duele que se borren mis alumnos: me duele el cerebro. No me duele no ver a mis amigos: me duele el cerebro. No me duele sentirme feo tan a menudo: me duele el cerebro.
Maldito cerebro!
Supongo que por eso es tan tentador el suicidio: es la forma de acabar con el cerebro, con el órgano del dolor por antonomasia.
Menos mal que también es el órgano del placer.
¡Qué bien lo pasé ayer con mi amor!
Amo con el cerebro. Follo con el cerebro. Creo con el cerebro (en todos los sentidos de la palabra Creo). Como con el cerebro. Vivo con el cerebro.
Celebro tener cerebro.
(Qué tonto juego de palabras obvio)
Es un juego, tan tonto como sentir que ese ANAL+ tenía algo que ver con mi fisura y su incremento.

Antisemitismo

Leo con frecuencia (esta vez en El País) que el antisemitismo está aumentando a raíz de la crisis económica, así como que los antisemitas están más localizados a la izquierda del espectro ideológico español.
Me inquieta pensar que, detrás de esto, haya un problema político más que racial encubierto de problema racista.
Para empezar, no vendría mal hacer algunas aclaraciones al respecto: En primer lugar, semita es una denominación de un conjunto de pueblos que tienen el común, principalmente, el pertenecer a una misma familia lingüística.

Familias Lingüisticas Semitas
semitas

En segundo lugar, los hebreos están dispersos por el mundo y los Israelitas son un país. Habría que diferenciar entre el odio posible a los judíos, que, como señala el artículo, no podemos distinguir, del declarado odio o manifestaciones contrarias al estado de Israel. Pero esto también tiene palabra para designarlo sin problemas: antisionista.
Es más, incluso habría que poder distinguir entre aquellos que están en contra de la existencia de un estado confesional hebreo y aquellos que están en contra de lo que tal estado está realizando a su alrededor para mantener un estatus-quo claramente insostenible, por supuesto, con la aquiescencia o incluso el apoyo de los gobiernos occidentales interesados en perpetuar un conflicto que permita enfrentar naciones o religiones para lograr una demanda de compra de armamentos y garantías bélicas que equilibren la balanza comercial de los consumidores y los productores principales de petroleo.
Cuando se utiliza la palabra antisemita actualmente se tiende (y creo que intencionadamente) a confundir estos términos con el fin de que nadie pueda declararse antisemita por antijudío, ni siquiera por antisionista y, de este modo, reducir las manifestaciones contrarias al régimen del gobierno israelí.
Pero, si usásemos la palabra antisemita en su sentido más etimológico, cabría decir que España es uno de los países más antisemitas que hay, teniendo en cuenta que el desprecio a lo árabe es tal que no queremos reconocer, ni siquiera, nuestra herencia, semítica por partida doble, más allá de un tímido intento realizado en esa «alianza de las civilizaciones» que no atrae ni mínimamente el interés ni la empatía de una minoría de los españoles.
Así que, ¿somos antisemitas? Sí, pero no antijudíos. ¿Antisionistas? No, pero sí contrarios al gobierno israelí, al menos formalmente. Es decir, queda bien criticar (es políticamente correcto) el integrismo hebreo del estado de Israel, pero lo apoyamos completamente de manera soterrada en su política de aplastamiento del enemigo árabe.
Si no usamos las palabras con precisión, nunca podremos definirnos.
Si es preciso, deberíamos dejar de definir las palabras con imprecisión, con generalidad, por costumbre, para, quizá, ser menos manejables.

Esto no es una broma