Recursos Tangueros

Carmen no para de hacer carteles a cual más original y divertido para captar personas que se interesen por aprender Tango, pero desde la consciencia de que es algo complejo, completo, y para lo que han de tomárselo en profundidad y con la seriedad que exige un resultado más allá del típico «qué bonito es el tango», que tanto la repatea.

Para ello se forma, toma clases siempre que puede con gente que ya poco tienen que enseñarle tras más de 20 años experiencia y formación continua, pero no cesa.

Mientras tanto, ve como muchas personas se interesan en recién llegados y recién llegadas que lo único que aportan (y no es poco, lo sé) es la frescura y la energía que da la ignorancia y la inexperiencia.

Por supuesto, ella carece de la envidia necesaria para sufrirla, pero siente algo de tristeza autoculpable ante cierta bajada de expectativas en unas propuestas interesantísimas y muy personales con las que quiere ofrecer algo que no se ve en estos lares: honradez y profesionalidad a raudales.

Pero hay cosas que no venden. 🙁

Reglamento COVID

Estoy metido en el metro con un aforo de más de 30 personas que estamos en un interior sin ventanas abiertas… Y yo preocupándome por cumplir con los protocolos de la COVID 19 en el estudio, donde los talleres se están llevando una pasta en dispositivos para las clases online o mixtas teniendo abiertas las ventanas para 5 personas…

Desesperantes las diferencias entre los individuos y las corporaciones.

Sobre la caída de las redes sociales

Lunes y martes estuvieron caídas todas las redes sociales y aplicaciones dependientes de Facebook Inc.

A estas alturas no es noticia.

Lleva tiempo inquietándome el poder que tienen las grandes (4 o 5) empresas que hay en internet, hasta el punto de convertir la red en un oligopolio, más o menos monopolístico, muy parecido a un nuevo tipo de feudalismo o ultranacionalismo mercantilista.

Me sorprende que pueda ser noticia que una mujer (extrabajadora de Facebook) salga a afirmar que la empresa (oh, my god!) sólo busca el interés económico por encima de los derechos sociales. ¿De verdad una afirmación así puede ser noticia y no una mera obviedad en tiempos de capitalismo ultraliberal?

Hay algo que me llama la atención y es el hecho de que hemos ido dejando que pasara paulatinamente, pues cada vez que se ha intentado sobrevivir en una de estas empresas con financiación independiente (véase cuando Skype quería ser de pago, o cuando Whatsapp quiso cobrar 0.99€ anuales) nos resistimos a ello y dejamos que siguieran creciendo hasta ser deseables por gigantes del sector que, así, se ahorraban competencia al tiempo que inversión, con la mera adquisición (y posterior fusión) de la empresa emprendedora por la matriz engullidora.

Ahí hay unos pocos casos para el recuerdo:

  • Hotmail.com, una vez fue algo independiente de Microsoft
  • Skype, una vez fue algo independiente de Microsoft
  • RedHat, una vez fue algo independiente de IBM
  • Java, una vez fue algo independiente de Oracle
  • Whatsapp, una vez fue algo independiente de Facebook
  • Youtube, una vez fue algo independiente de Google (Alphabet Inc.)
  • Instagram, una vez fue algo independiente de Facebook
  • Picasa, una vez fue algo independiente de Google (Alphabet Inc.)
  • IMDB, una vez fue algo independiente de Amazon

Ahora se les exige algo que no tienen intención de cumplir y es que sean «sociales», que protejan «la libertad de expresión», que protejan «la privacidad ciudadana», que inviertan parte de sus beneficios en la sociedad (eso sí, con exenciones fiscales inverosímiles). Y no se cuestiona que el problema no son las empresas en sí, sino el depositar en ellas la labor que tendrían que llevar a cabo los gobiernos respectivos.

En un mundo desnacionalizándose, lo que queda no es libertad, sino el libertinaje de la ley del más fuerte (económicamente hablando). Vamos, lo que queda es ese vocablo gastado que tanto le gusta a la actual presidenta de la comunidad autónoma en la que resido.

Pero lo enfrentaremos haciendo unos cuantos «memes» que publicaremos en alguna red social y a otra cosa… que hay que trabajar.

De lo más divertido (no sé si ha sido un «meme» del redactor del artículo de El País donde he leído esta mañana la noticia) ha resultado ser este texto que aparece al final del mismo y que muestra que el rigor es lo que está cayendo a toda velocidad en el vacío del ostracismo:

Estos incidentes ?como la caída de los servicios de Google el pasado diciembre? han puesto en evidencia la vulnerabilidad de las conexiones digitales y la debilidad del sistema sobre el que se asienta el funcionamiento de la red en un momento en el que empresas y usuarios dependen más que nunca de ellas por el teletrabajo.

amientFacebook, Instagram y WhatsApp se recuperan lentamente de la peor caída total de su historia reciente, que afectó este lunes a s de forma global durante más de seis horashorasorasrasass seis horans seis horasseis horaseis horasis horass horas horashorasamient

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

¡Genial experimento de poesía azarosa, dadá, fonética!

Cansado de la lucha

Alguien escribe en una red social
que está cansada de la lucha
y que tira la toalla.

No he podido evitarlo:

Mi mente ha imaginado
otro alguien
(no a quien ha publicado ese mensaje)
saliendo de una ducha
tirando una toalla.

Y he escrito:
¿cansada de la lucha o de la ducha?
¿de qué toalla estamos hablando?

Y he pensado que igual era inapropiado
justo después de pulsar enter
pero estoy cansado de la lucha
con mi propia mente
que se niega a tirar
una toalla.

10Gb de conexión de fibra

Sí, se venden cosas y la gente las compra.
Sí, 10Gb más o menos reales que la gente compra.
Sí, para disfrutar las cuales es preciso adquirir routers especiales que la gente compra.
Sí, para conectarse a los cuales se necesitan cables ethernet que la gente compra.
Sí, que han de «enchufarse» a tarjetas de red de alta gama que la gente compra.
Sí, que poco sentido tendrían si no es en ordenadores de procesadores potentes que la gente compra.
Sí, con los que obtener una velocidad de escritura (y lectura) de datos sobre discos que han de ser más rápidos y que la gente compra.

Obvio: «la gente» es «alguna gente», o quizá «bastante gente».

Gente, mucha de la cual, lo que va a hacer gracias a esa conexión de fibra óptica
es
descargar morralla
conectarse al internet de las cosas absurdas
ver vídeos porno
o sencillamente, leer el periódico, que viene a ser lo mismo.

Pero más rápido.
Pero más caro.
Pero más mejor.
Claro que sí.

Y así seguimos…

Pesadez ante el exceso de opinión no solicitada

Si ya de por sí es pesado el mes de septiembre en el que siento que me paso los días en proceso de campaña electoral: intentando conseguir que personas que aún no conocen los talleres de poesía y escritura creativa se acerquen a ellos a probarlos y, eventualmente, continuar en ellos y desarrollar su faceta más personal y su músculo creativo, cuando me encuentro con opiniones no solicitadas en anuncios de Facebook, ya se me quitan todas las ganas de continuar intentándolo.

Y luego pienso que hay otra mucha gente que no suelta sus opiniones así como así y que es la que realmente me interesa en los talleres, así que continúo luchando argumentando y defendiendo mi particular metodología, sin intentar «captar adeptos», pero sí discutiendo el porqué creo que tiene sentido hacer o apuntarse a un taller de poesía.

Una persona había dicho en el anuncio que «la poesía no se enseña, que se tiene o no se tiene» e independientemente de que esté más o menos de acuerdo con una afirmación tan tajante (se habría de leer más a Barthes), le contesté que en mis «clases» no se «enseña» poesía, sino que se «invita» a escribirla.

Presumo que su respuesta, si se produce, irá por el camino del ¿y se puede cobrar por ello?. Y la verdad es que es algo que hace tiempo que no me pregunto, igual que no me pregunto de qué vive un poeta o si el precio del arte es más o menos razonable y no altamente especulativo.

Yo pongo todo el compromiso del que soy capaz a trabajar en facilitar un espacio donde las personas que asisten (voluntariamente y sin ser engañadas sobre lo que esperar de un taller así) desarrollan su creatividad y escriben una poesía, quizá, más rica que la que harían sin venir (la tuvieran o no), así que si alguien quiere sustituirme le invito a que lo haga, parafraseando a Maiakovski en su poema «Conversaciones con el inspector fiscal sobre la poesía»:

[…] no hay problema: aquí está, camaradas,
mi estilográfica:
escribid, si queréis.

No man’s land

Ha sido una sorpresa agradable esta serie, francesa, a la que le di opción (de visionado) debido a que nuestro periodo breve de darnos de alta en HBO está llegando a su fin.

Cada verano solemos darnos de alta un par de meses (agosto/septiembre) en la citada plataforma para ver aquellas series que seguimos de año en año, como pudo ser El cuento de la criada o «los dragoncitos». Es una forma de controlar un gasto fijo y que no despegue uniéndose a otros gastos fijos similares de subscripción, como podría ser spotify que acaban por engrosar los costes de vida, siendo muchas veces innecesario.

Después de ver la cuarta temporada de The Handmaid’s Tale, mucho más brillante que la tercera, algo estancada narrativamente, procedimos a ver diversas series que nos han dejado un buen sabor de boca:

Godfather of Harlem, maravillosamente protagonizada por Forest Whitetaker, en una serie intensa sobre los inicios de la mafia en Harlem, visibilizando los conflictos raciales de mediados de siglo XX en un contexto que mezcla el auge de los movimientos políticos negros, como Malcom X y su relación con la Nación del Islam. Temas poco tratados en series estadounidenses y que muestran que el islamismo en ese país tiene raíces que no solo están vinculadas a las recientes migraciones desde Oriente Medio.

En Buscando a Alaska, vimos cómo la bellísima y expresiva Kristine Froseth, en el papel secundario que, curiosamente, debiera haber sido el protagónico si no hubiesen querido resaltar al personaje masculino, soso, inseguro, que acaba siendo completamente eclipsado por Alaska en cada plano. Como con «13 razones», hubo un desplazamiento machista que vació de profundidad una serie, sí, adolescente, que acabó, como todas, siendo un producto de consumo más.

Fosse/Verdon, biopic del coreógrafo y director de cine Bob Fosse y de la bailarina y coreógrafa Gwen Verdon, acaba haciéndote odiar al primero, que debía de ser odioso, pero no acaba de perfilar tampoco a las protagonistas femeninas, a pesar del excelente trabajo interpretativo que hace la que fuera una adolescente prometedora en aquella lejana Dawson Crece, la estupenda actriz Michelle Williams. Pero la trama se estanca en idas y venidas del #MeToo, pero sin un posicionamiento claro, así que, sencillamente, termina por ser aburrida y carente de fondo.

Tan sólo por la ambientación, merece la pena dedicarle atención especial a Perry Mason, un «noir» de los de toda la vida, con un detective que recuerda ese maldito Phillip Marlow tantas veces con la cara de Humphrey Bogart, siempre vapuleado, por la vida y por sus malas decisiones, pero que dado su ético carácter encuentra la manera de sobreponerse a las circunstancias y salvar el tipo, pero afortunadamente, sin soluciones extremadamente naïf.

Y en mitad de tanta serie «entretenida», me atreví a darle una oportunidad a una serie francesa, quizá porque parecía un tema diferente… y lo fue: No Man’s Land es una serie que me ha puesto sobre aviso de lo que ha estado (y aún está) pasando en Rojava, en el norte de lo que antaño fuera Siria, en mitad de una guerra civil, en mitad de una guerra mundial, en mitad de una revolución anarco-feminista

Las críticas a la miniserie son razonables pues no acaba de profundizar en sus escasos 8 capítulos en la complejidad de una situación como es la actual guerra siria, ni perfilar la intrincada lucha del Kurdistan por ser internacionalmente reconocido como territorio soberano, y termina por ser una serie que habla de un hombrecillo (sosete) en busca de su hermana… y poco más. Pero el telón de fondo es tan rico y variado que no conviene perdérsela, acompañándola, no de un buen vino, sino de variadas lecturas sobre lo que está ocurriendo en esa región del planeta.

Esto no es una broma