Volver a la rutina

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante hasta acomodarse en un aterciopelado devenir de los días entre el calor y la calma, entre la soledad y el bullicio, entre la espalda y la pared.

Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la runita.

Volver a la rutina es una forma de volver al norte, a la brújula, a la guía, a la orientación, al camino…

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante en los que parece que nada va a volver a ser como era, sin saber cómo era.

Volver a la rutina es jugar otra vez con los juguetes rotos de cada día, recordándome que soy otro juguete roto con el que algo que no soy yo parece no divertirse.

Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la vida después de haberla dejado en suspenso durante unas semanas en las que habité un silencio monacal acompañado. Muy bien acompañado.

Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden alimentario en los que parece que ya he olvidado cocinar, que no lo disfruto como antaño.

Volver a la rutina es teclear esta entrada en un diario desactualizado y desacralizado terminando a las a las 13:35, después de haber pensado muy mucho qué decir sobre la rutina e incluso después de haber publicado un hallazgo inesperado en una red social para aparentar más intelectualidad de la que realmente siento.

Volver a la rutina es mentir una y otra vez o errar y no herrar al comentar que había terminado esta entrada a las 13:35, siendo ya las 13:36.

Los ojos, poema objeto

Hace unos días Ernesto Pentón me regaló unas gafas que iba a tirar porque estaban algo deterioradas. Yo tenía guardada una caja de bombones que no sabía cómo ni cuándo usar. El poema de los ojos con un lipograma fuerte lo acababa de releer por el taller de poesía dedicada a OuLiPo que estamos realizando los miércoles a las 19:00.

Estos elementos se combinaron como por arte de magia para dar lugar a este pequeño objeto que ha resultado ser un obsequio para Pepe Buitrago en su setenta cumpleaños al que fui invitado la semana pasada.

Me gusta pensar que ha caído en buenas manos, manos de alguien que sabe apreciar lo poético de regalarle unas gafas en una caja que contiene un poema titulado «los ojos» a una persona que se dedica a la poesía visual realizada con hologramas.

Dudé si imprimir el poema sobre un papel especial (tenía unos restos de papel plateado), pero terminé por hacer una versión más sencilla y al mismo tiempo más legible y duradera: impreso sobre papel blanco con una lámina de papel cebolla superpuesta. La transparencia algo translúcida que se genera evoca, de alguna forma, esa evanescencia de un holograma.

ojo por ojo

todo por otros otros
otros ojos
como locos
otros ojos
como corchos
con cómodo ogro
follón costoso

son otros
no somos nosotros
no lo somos

¿o no?

son los locos ogros
como todos
opto por ojo por ojo
ojo por ojo como loco

¿yo loco?
¿o no?

todos somos locos
todos somos otros
todos somos ogros

lo somos
¿o no?

¿yo?

yo no

otro soso monocromo
oró monólogo
con otro lord fondón

control borroso
como borbotón jocoso
frondoso corzo costroso
con hombro doloroso

dron bronco
llorón horroroso
no gozo
no color

los otros
los otros
los otros
los otros

molotov gordo
colocón con colt
hongo con bombo

tocho ortodoxo
tocón torpón
zoo poroso
trozo zoótropo moroso

somos los otros
somos los otros
somos los otros
somos los otros

los ojos rotos
los ojos rojos
los ojos rocos
los ojos rozos
los ojos ñoños

osos los otros
trol los otros
topos los otros
toscos los otros

por todos nosotros
otros son los otros horrorosos

plomo
plomo
plomo
plomo…

¿o no?

Esto no es una broma