Aborrezco los memes

Ahora que se ha extendido la costumbre de reenviar y enviar en redes sociales y hasta en mensajes personales los memes, esa forma banal de apelotonar información simplificándola hasta convertirla en una parodia de lo que es verdadera información, una especie de caricatura sin el cuidado psicológico de una buena obra caricaturística.

En resumidas cuentas, un meme me parece la banilidad y la simpleza utilizadas como herramientas de diálogo y de gestión de la información.

Y sin querer ser siempre denso y sesudo, lo que no puedo soportar es tanta bajeza intelectual como para tomarse ni mínimamente en serio esas cadenas de mensajes prefabricados, donde no existe creación más allá de en algún rincón del que nunca se sabrá nada… o casi, y adueñarse de ello como si fuese creación propia, incluso, por poetas… es lo peor que he visto en mi vida…

Y alguien acabará por sacar un meme de este mismo comentario, porque tampoco es mucho más que una memez subjetiva sin otro objetivo que un pequeño desahogo. Pero el ámbito y el contexto…

Lecturas del ano

Hay quién ha remarcado esta opción como la más «ridícula» o motivo de mofa, pero es la única de las tres que a mí no me parece ni ridícula ni chifladura, pues sí que es probable que en nuestra piel se inserten consecuencias de nuestra forma de vida, de nuestras decisiones, de lo que puede que podamos modificar, mientras que en unas cartas más o menos azarosas y en una «bola mágica»… pero vaya, que será que soy demasiado materialista (y en esta ocasión no dialéctico).

Ay, los neutrones…

Censurando

Estoy censurando un libro
sin el más mínimo sentido
ni el libro
ni la censura
pero de cuando en cuando
encuentro un sentido oculto a lo que hago
y me digo que realmente
ese material que acabo de tachar
había que censurarlo y que
cómo podría ser que hubiese sido publicado
sin pudor alguno.

Estoy censurando un libro
y me dejo llevar por la forma
que traza el negro sobre el blanco
con unos signos en papel
que bien pudieran ser armas
cargadas de futuro
pero son sólo signos sin futuro
y hay que aniquilarlos
sin piedad.

Estoy censurando un libro
mientras aspiro el olor del rotulador
surcando los versos
carentes de rima
carentes de métrica
carentes de palabras
carentes de letras
carentes de carencia
y aun así
tan peligrosos
que el olor del rotulador
me arrastra a la vorágine
de la tachadura infinita
en la que censurar mi vida toda
desde su nacimiento
hasta su muerte
censurando…

Reparación de una impresora

La semana pasada
en algún momento que no puedo precisar ni es importante hacerlo
la impresora
comenzó a imprimir doble
ebria de tinta ciega
todo lo que escupía
tenía una
preciosa pero ilegible
duplicación desajustada.

En varias tintas el efecto
era aún más bello
aunque seguía siendo ilegible
o quizá porque seguía siendo ilegible.

El periodo de garantía acababa de transcurrir
y me veía abocado a adquirir otra
seguramente por la vía de la compra
telemática.

Hoy he dedicado parte de la mañana
a limpiar sus tripas
con un papel blando
sin saber muy bien qué es lo que estaba haciendo
teniendo confianza en que no podía empeorar.

Ha vuelto a imprimir sin esa duplicidad
tan intrigante
y me inquieta pensar
que prefería que estuviese estropeada
para imprimir la imperfección del mundo
por sus venas.

La prosa es la reparación
que la poesía pone de manifiesto.

Soy un filete

No hallo diferencia
entre un filete en descomposición
y un cadáver humano
no alcanzo a comprender
ceremonias
en las que se entierra
un filete
de ternera
o de cerdo
en una caja de madera
bajo unos metros de tierra
para alejarla del resto de carne
que se mueve sobre ella
y evitar que la pudredumbre
contamine la vida
con su hálito de microorganismos
vivos
fermentando la ausencia de actividad neural
hasta el punto de hacer cierto el verso
de verde que te quiero verde
sin pimienta y sin ribetes.

Antinatalista

El otro día leí un artículo casi cómico sobre que un antinatalista quiere denunciar a sus padres por traerle al mundo sin su consentimiento. Me resultaba muy sugerente el diálogo posible o imposible con sus progenitores, pues aquellos podían alegar que no le oían cuando le preguntaron (sí, sí que lo hicieron) si quería o no nacer.

Si este tipo de noticias son las que va a publicar un periódico serio como ese y no El Mundo Today… parece que el planeta está cada día más cerca de su autodestrucción por reducción al absurdo.

Seguramente, el personaje en cuestión me resultaría más simpático en persona, tomando unas cervezas y hablando de lo absurdo que puede ser reclamar a tus padres por haberte parido al mundo, una retroparida, por decirlo así, un recurso a un pataleo prefético, un grito ante-anticipado, un alarido neo-nonato.

Querría continuar la cadena de despropósitos que podrían responderle:

1.- En realidad no has nacido, eres tan sólo un producto de mi imaginación y en cualquier momento puedo dejar de soñarte.

2.- Justo antes de nacer nos hiciste firmar un acuerdo de confidencialidad en el que nos exigías que olvidásemos que habíamos firmado un acuerdo de confidencialidad por el el que acordábamos traerte al mundo siguiendo tus cuidadas instrucciones.

3.- Te contradenunciamos por obligarnos a cohabitar para tenerte, cuando no lo hicimos más que con el único motivo de la procreación. Estamos deseosos de que llegue el día en el que puedas encargar venir al mundo antes de estar en él.

4.- Consideramos que tuviste bastante tiempo antes de darte cuenta de que no querías estar en el mundo, antes de llegar a la conclusión de que la culpa era nuestra, así que damos por cerrado el asunto por prescripción de culpabilidad.

5.- Canibalízate a ti mismo. Parafraseando a Sócrates.

6.- El medio ambiente es sólo un medio, no un fin.

7.- No podemos permitirnos el lujo de escucharte porque tenemos que alimentarnos para poder tenerte y que puedas expresarte para que tengamos que escucharte pero sin tener el lujo.

8.- El problema es el capitalismo.

Pornografía

El viernes publiqué esta pequeña composición, una tontería, a la que llamo Pornografía, pero en Instagram me censuré a mí mismo (ya me censuro muy bien, sin ayuda de nadie, cada día más y mejor) y la titulé «Erotismo»

Aún así, tuve mis dudas de si abriría un debate acerca de si era excesivamente binaria, no incluyendo, por ejemplo, dos botones con el mismo título o dos ojales… y por qué no uno solo, botón u ojal, o tres o cuatro… quizá si sigo publicando una pequeña serie de ellas, una camisa podría titularse, felizmente, orgía.

No quise con ese título, ni con el de Pornografía, decir que toda la pornografía o todo el erotismo fuese procreativo… ni falocéntrico, ni genital… especialmente el erotismo. Así que pensé que podía ser malinterpretado, pero aún así osé publicarla.

Pero cada día doy más vueltas a todo lo que publico en redes sociales por su posible malinterpretación hasta el punto de haber llegado a desarrollar una paranoia bastante considerable que, no obstante, no está a la altura de declaraciones de políticos de la oposición, ni de cuñadismo extendido. Es decir, envidio (solo en una remota parte de mi reptiliano cerebro) la simpleza de quienes hacen afirmaciones rotundas e irreflexivas sin pensar en nadie más que en su persona, sin empatizar ni remotamente con las diferencias, considerando toda salida de lo normativo como maligno, satánico casi.

Al final, mi voz y la de otras personas como yo nos vamos acallando dejando más sonido a quienes no tienen tantos miramientos.

Pero a mí me resulta tan cansado…

Pergamino o Papiro

He terminado el rollo que propuse como actividad colectiva durante la Presentación del Proyecto !ç~ñ¿.# consistente en rellenar una larga cantidad de papel enrollado a partir del que utilizan actualmente las compañías de envíos para proteger el interior de los paquetes sobredimensionados en lugar del anterior plástico de burbujas.

Me entretuve en enrollar cuidadosamente uno de esos papeles grises y de textura áspera en torno a sí mismo y lo introduje en un cilindro de una compañía de aromatizadores que también sobredimensionan su embalaje para proteger unos finos palillos que por capilaridad van absorbiendo el líquido oloroso de un recipiente y volatilizándolo hacia la estancia en la que se encuentre.

Enrollarlo cuidadosamente (repito) fue un proceso más relajante de lo que uno se pudiera pensar en primer lugar, teniendo que hacer eso y sólo eso, a modo de actividad zen, durante un largo rato, para lograr que el extendido y arrugado papel acabase formando un cilindro espiral de ajustado grosor para poder introducirlo en el estrecho prisma circular opaco que tenía dispuesto.

Durante la presentación fue desenrollado para ir conformando otro rollo en torno a otro cilindro al modo de los antiguos rollos de papiro o pergamino y pedí que fuesen escribiendo en él a lo largo del evento lo que deseasen con tal de que usasen exclusivamente los signos utilizados en el proyecto !ç~ñ¿.#

El resultado son más de 15 metros de papel enrollado que no sé en qué momento volveré a desenrollar para mostrar en algún sitio, pero es uno de los trabajos más interesantes que creo haber realizado o propuesto, a pesar de (o justamente por eso) su carácter pobre, sencillo y, al mismo tiempo, significativo.

ChromeCast

Desde hace unos días estoy disfrutando de este nuevo cacharrito tecnológico que viene a ser un dispositivo más de control y seguimiento de la sociedad (lo sé y aun así lo uso).

Hace años que no tenemos televisión en el sentido tradicional de la palabra (no está sintonizada) aunque el aparato lo utilizamos, conectado con un cable largo y bien parapetado en una canaleta técnica que hicimos cuando reformamos nuestra casa, para acceder a todo aquel contenido al que puedas acceder con un ordenador, ya sean plataformas de streaming, vídeos o multimedia en general e incluso el correo electrónico o navegar por la web.

Ese cable evita que echásemos de menos tener que comprar un televisor «smart» que básicamente lo que hacen es tener un pequeño ordenadorcito que hace algunas de esas cosas que nosotros podemos hacer con nuestro gran ordenador y un HDMI (PC->TV).

No obstante, llevaba tiempo pensando en el «derroche» que supone tener un PC encendido casi permanentemente para el visionado de series o películas, cuando hay opciones mucho más «ecológicas». Por otro lado, llegadas las épocas de regalos innecesarios navideños, agradezco que alguien me regale algo a lo que darle una mínima utilidad. Así que entre una cosa y otra…

El hermano de Carmen (que tiene una tienda Beep), tuvo a bien regalarme(nos) este pequeño cachivache al que se le pueden sacar varias pegas, pero también algunas utilidades. La principal y más evidente es la de poder tener ese PC del que hablaba apagado casi el 100% del tiempo, salvo para algunas excepciones, como por ejemplo para dar soporte a (Amazon) PrimeTV que no funciona con el ChromeCast (sin que sepa muy bien por qué).

Cada vez que se adquiere un dispositivo tecnológico casi sin pensarlo aparecen nuevas necesidades que antes de eso no se tenían. Es curioso. O no.

Ahora tengo un problema que no tenía: el ChromeCast que tenemos (creo que versiones posteriores sí lo incorporan) no tiene salida de audio independiente del HDMI, así que la única forma de oírlo es mediante el televisor al que está conectado, pero ¿qué hago si quiero conectarlo a unos auriculares como antes hacía con un dispositivo inalámbrico conectado al PC?

La dificultad está asociada a la televisión, que no tiene salida analógica de RCA o Jack de 3,5mm, sino tan solo una supuestamente inmejorable salida digital TOSLINK, pero los auriculares inalámbricos de esta tecnología son enormemente caros, así que no es una alternativa para cuando quiero disfrutar de una serie en la TV sin molestar a mi pareja que puede querer no oírla.

Así que ahora estoy buscando una pequeña solución a ese pequeño inconveniente que seguramente pasará por adquirir (o esperar a otros «reyes») un transformador de audio digital TOSLINK a audio RCA/Jack o, mejor aún, Bluetooth. Pero claro… son mínimos gastos que no veo tan necesarios.

Pero… ¿tiene algún sentido hablar de necesidad en la era del consumismo más salvaje?

Esto no es una broma